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Durante 33 días, tiempo que el Covid-19 estuvo en su organismo, el sacerdote Andrés López se encomendó a Dios. Ahora, libre de la enfermedad que ha matado a más de 30 mil mexicanos, el religioso que acude a hospitales para absolver a pacientes y llama a no perder la fe.
“Yo me puse a orar y le dije a nuestro Señor: ‘Tú me diste la vida y yo quiero vivir, quiero seguir sirviendo. Te pido [que salves] mi vida, pero si crees que éste es el tiempo, mi misión, recibe mi alma, perdona mis pecados. Te agradezco por mi sacerdocio y por mi vida’. Creo que a mí me ayudó mi fe”, compartió con EL UNIVERSAL.
El padre Andrés es uno de los tres capellanes que obtuvieron el permiso de la Arquidiócesis Primada de México para acudir a hospitales Covid y brindar los sacramentos a las personas que así lo desearan.
Desde abril acudió, en compañía de los sacerdotes Roberto Funes y Adrián Lozano, a unidades médicas, en particular al Hospital General de México Eduardo Liceaga. El objetivo era consolar a los enfermos, absolverlos de sus pecados y dar un mensaje de fe a todo el personal de salud, pero un día el diagnóstico positivo ocurrió en él.
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Sentado frente al atrio de la iglesia de la Sagrada Familia, en la colonia Portales, el religioso recordó que por más de un mes se mantuvo aislado de sus hermanos.
“Contraje Covid-19 el 24 de mayo. Estuve 33 días enfermo. Viví mi contagio en aislamiento, en una habitación en la parroquia que fue sellada totalmente con plástico por la puerta; estuve en comunión, en solidaridad con todos esos enfermos del mundo, 10 millones y medio por lo menos, que han sufrido este padecimiento”, dijo.
A sus 35 años y a pesar de considerarse una persona sana, el religioso aseguró que el coronavirus sí lo golpeó, por lo que pide a la sociedad reflexionar acerca de las complicaciones de esta afección y dejar de creer que no es grave.
“Al día siguiente de que me enfermé era mi quinto aniversario de sacerdote, entonces sí que empecé a pensar qué pasaría si esta enfermedad se agravaba: ‘Puedes morir con ella’, pensé, y sentí soledad, tristeza, miedo a morir”, expresó.
Sin embargo, ante la amenaza del virus, el padre se volcó hacia su fe, que fue “su salvavidas” y la que le permitió no formar parte de las estadísticas de mortalidad en su sector, las cuales, de acuerdo con el Centro Católico Multimedial (CCM), a la fecha suman 54 muertes de sacerdotes, cinco de diáconos y dos de religiosas.
“¿Qué me ayudó? La fe y la oración. Confié en Jesús y gracias a Dios recibí muchas muestras de cariño, oraciones de nuestros feligreses. Por eso, si tú estás enfermo de Covid o tienes a un paciente, no pierdas la fe”, manifestó.
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En una habitación contigua al atrio principal de la iglesia, el padre Andrés rememoró los días que pasó en los hospitales Covid, incluso mostró toda la vestimenta con la que tenía que ingresar: el traje tyvek, las botas y gorro quirúrgicos, guantes de látex, la mascarilla, la careta, todo sobre su sotana.
“No he entrado a un área Covid desde el 24 de mayo, pero mis hermanos, hasta el día de hoy, [han] visto una gran cantidad de enfermos graves, sufriendo, padeciendo mucho. Varios han perdido la vida y la situación de la pandemia sigue, por eso hay que cuidarnos y tratar de seguir adelante, hay que ser solidarios unos con otros. No se trata de tener miedo, sino de ser responsables y cuidarnos todos”, señaló.
Antes de abrir el templo católico e iniciar una jornada de confesiones —las cuales, debido a la pandemia, se realizan al aire libre—, el padre Andrés pidió a los mexicanos no perder la fe y recordar que aunque actualmente se viven situaciones difíciles, valores como el amor y solidaridad siempre ayudarán a reconstruir al país.
“Es un momento de sufrimiento, de tristeza, pero esto va a pasar. Hay que enfrentar lo que nos queda con caridad, valentía y firmeza para después ayudarnos a salir adelante, especialmente atendiendo a todos los que están sufriendo carencias, falta de trabajo, de recursos.
“Tenemos una tarea grande para reconstruir a nuestro país, que está herido por la pandemia de coronavirus, además de, no sobra decirlo, tantos otros problemas sociales, como la violencia, que lastima mucho a nuestras familias”, indicó.