Especialistas aseguraron que la relación entre el gobierno de México y la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos está más complicada que nunca porque la presidenta Claudia Sheinbaum no dejará el discurso de defensa de la soberanía nacional ni la DEA sus operaciones en México, lo que abonará a que haya menos transparencia en las actividades que se realicen en conjunto.

Consultados por EL UNIVERSAL, expertos en seguridad e internacionalistas coincidieron en que México tiene razones para desconfiar de la DEA, pero el desdén y los bloqueos que la agencia ha recibido desde el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador solamente acentuarán que sus operaciones queden “debajo de la alfombra”.

Ayer Claudia Sheinbaum recordó que “desde el sexenio pasado se puso un límite a las operaciones de las agencias estadounidenses en México, como la DEA”, y aseguró que esas restricciones continúan.

El discurso nacionalista, un freno

Luis Leal, internacionalista con estudios sobre crimen organizado por la Universidad de Copenhague, consideró que tanto la administración de López Obrador como la de Sheinbaum muestran esta resistencia a seguir colaborando con la DEA, en parte “por el corte nacionalista popular impulsado por el exmandatario después de la detención del exsecretario de la Defensa Nacional”, Salvador Cienfuegos.

“Por otra parte, buscan mostrar la fortaleza de la administración actual ante los recientes escándalos mediáticos donde se habla de una conexión directa entre políticos del oficialismo con organizaciones criminales”, dijo.

En el mismo sentido se expresó Jaime Ortiz, abogado y especialista en seguridad binacional, quien señaló que el arresto de Cienfuegos, en 2020, fue lo que “detonó la ruptura”. “A partir de ahí, López Obrador impulsó una reforma a la Ley de Seguridad Nacional que limitó severamente la presencia de agentes extranjeros en México, recortando la capacidad operativa de la DEA justo cuando Estados Unidos demandaba más coordinación frente a la crisis del fentanilo”, dijo.

La DEA, explicó, “perdió el acceso y la libertad de acción que había tenido en décadas anteriores, poniendo a la institución contra las cuerdas para poder seguir en su cruzada contra el narcotráfico mexicano”.

La nueva relación: doble movimiento

Pía Taracena, académica del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana, afirmó que a pesar de lo complicada que pueda ser la relación, las actividades de la DEA en territorio mexicano continuarán, sólo que “van a meterse debajo el tapete, en lugar de que haya más transparencia” para el gobierno mexicano.

“Complicadas ya están las relaciones, no creo que se compliquen más, pero [la declaración de Sheinbaum] refleja una política muy extraña de parte de México para no aceptar que el mejor camino para resolver el problema del crimen organizado es cooperar con Estados Unidos”, comentó.

En ese sentido, Armando Rodríguez, investigador del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede), recordó que México tiene razones para desconfiar de la agencia, desde la época de los 80 con el caso del agente Enrique Kiki Camarena hasta las acciones que de manera unilateral se llevaron a cabo por EU bajo el abrigo de la llamada Iniciativa Mérida.

“La cooperación en materia de seguridad está llevándose a cabo por canales informales o, mejor dicho, sin un marco de cooperación establecido ni entre diplomáticos ni se ha hecho público cuáles son las medidas de cooperación. En ese sentido, considero que la cooperación con la DEA va a continuar como lo hemos visto hasta el momento, con operativos conjuntos, pero informales”, aseguró.

Jaime Ortiz dijo que “cabe esperar un doble movimiento: por un lado, gestos de cooperación visibles, como extradiciones, intercambio de inteligencia y programas conjuntos contra el fentanilo, y, por otro, un discurso interno de Sheinbaum, que seguirá enfatizando la soberanía y el control nacional para evitar la percepción de subordinación, pero siempre con el riesgo de que cualquier movimiento unilateral de la DEA reavive tensiones”, consideró.

A su vez, la Oficina en Washing-ton para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) consideró que “el lamentable distanciamiento de las relaciones de la DEA con México socava la cooperación de ambos en una amplia gama de temas, incluyendo cualquier estrategia potencialmente productiva para combatir la delincuencia organizada y la violencia sistemática”.

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