La sociedad mexicana ha dejado de canjear armas con los militares. De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en los primeros cinco años de esta administración el cambio cayó 76% en comparación con el mismo periodo de Enrique Peña Nieto.
De 2013 a 2017, periodo de Peña Nieto, el Ejército registró un canje total de 89 mil 697 piezas, entre armas largas y cortas; sin embargo, en la actual gestión apenas se ha llegado a 21 mil 479.
Esto representa una disminución de 68 mil 218 armas canjeadas, lo que según especialistas consultados por EL UNIVERSAL obedece al recrudecimiento de la violencia que azota nuestro país, ya que los ciudadanos decidieron quedarse con las armas debido al temor a los grupos criminales y sus delitos como, por ejemplo, el cobro de piso.
Pese a esto, las entidades que registran mayor canje de armas de 2019 a 2023 son Ciudad de México, Estado de México, Sinaloa, Chihuahua y Chiapas.
Yuriria Rodríguez Castro, analista en criminalidad internacional y geopolítica, señala que el programa de canje de armas tiene difusión social y un objetivo es el control del armamento, con el que sería factible saber de dónde provienen y ubicar a la persona que hace el cambio, pero es una ventaja que no es explotada por las autoridades.
“Incluso, hay madres de familia que llegan a canjear rifles de alto calibre, que no es común obtener por la vía legal. Debería de ser una política pública que permitiera a las autoridades acercarse a los problemas de violencia en México, porque la finalidad es solamente darles un dinero a cambio de que se desarmen”, resalta.
La también investigadora sostiene que estas acciones no han funcionado para disminuir los índices de violencia porque el crimen organizado no va a canjear sus armas, pues tiene su propio arsenal e incluso le roba a las Fuerzas Armadas.
Rodríguez Castro expresa que para llegar a las células delincuenciales este programa no sirve, pero funciona para entender el porqué la gente tiene acceso a armas; “quiere decir que hay un mercado negro”.
Ganaderos de Coalcomán, Michoacán, refieren por ejemplo que ante la inseguridad no van a canjear. “Aquí empoderan a los delincuentes y tienen más poder que el Estado; a cada rato hay cobro de piso. En el canje de armas, pues llevas una escopetilla, pero un AR-15 calibre 5.56 mm, que cuesta entre 60 mil y 80 mil pesos y que en dado momento puede servir, obvio no lo van a canjear”, señala uno de ellos.
Argumentan que se debe cambiar de estrategia de seguridad porque hay miles de desplazados, cobro de piso y robos. “Queremos un cambio. Nosotros traemos un arma en lugar de un celular o un reloj. Los delincuentes nos robaron el miedo y el arma que no sirve, pues la canjeamos para dar cumplimiento a ese programa social y nos dan un dinerito”. Magda Coss Nogueda, activista por el control de armas y desarme, subraya que el canje es una medida efectiva, pero debe ir acompañada de políticas públicas, pues no se puede dejar que sea la única acción contra la violencia.
“Estas campañas son exitosas cuando van junto a programas de concientización; por ejemplo, en algún momento se trató de hacer un convenio o alianza con iglesias. Muchas de las balas perdidas estaban vinculadas con las fiestas patronales de las comunidades. Entonces, se daba el mensaje de que no portaran armas en las celebraciones, y concientizar sobre los accidentes y enfrentamientos cuando las personas ya habían consumido alcohol”, precisa la también directora de Inspiring Girls México.
Manifestó que hay investigaciones que señalan que no hay una inteligencia que esté detrás de estos programas para saber de dónde vienen las armas y tampoco recopilación de información.
Coss Nogueda insiste en que este ejercicio debe ir acompañado de sensibilización de la población para que lo hagan convencidos de que es un peligro, no por hacerse de un recurso o porque ya no sirven.
“Hay investigaciones que indican que entre pandillas eligen a la persona menos sospechosa, en este caso son las mujeres de la tercera edad quienes llevan las armas… entonces, es para deshacerse de un arma que no les va a redituar en el mercado negro o porque ya estuvo involucrada en algún delito”.
Asevera que el descenso en el canje de armas entre una administración y otra se debe a la periodicidad con que se hacen las campañas y con los beneficios que se le otorgan a la población.