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nacion@eluniversal.com.mx
Hace 25 años México vivía en medio de una política convulsa: abrió el año con el levantamiento armado en Chiapas a cargo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), continuó con el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, y cerró con otro homicidio de otro priista, José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre.
Ese día volvió a esparcirse el miedo entre los mexicanos. Habían pasado apenas tres horas de que el sol se había asomado en la Ciudad de México, cuando una bala retumbó en la capital del país y en todo el sistema federal.
Cuando Ruiz Massieu murió tenía 48 años, era secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI), diputado plurinominal electo para la 56 Legislatura e incluso coordinaba la bancada del tricolor en San Lázaro.
Es descrito como un gran político de su época, visionario, ideólogo y estratega.
No era parte del grupo que rodeaba en 1993 al designado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.
Ruiz Massieu tenía otro grupo político, integrado por Carlos Salinas de Gortari, Manuel Camacho Solís —con quienes conformó la Asociación Política y Profesión Revolucionaria cuando estudiaban en la UNAM—, Jorge Carpizo y Diego Valadés, entre otros.
El sinaloense ha contado ya la historia y cada que la recuerda dice que sigue incrédulo de lo que ocurrió. En aquel momento él era cercano a Luis Donaldo Colosio y propuso ser el enlace para buscar al grupo de Camacho Solís. A su decir, Colosio Murrieta le sugirió enfocarse en José Francisco Ruiz Massieu.
“Él era director del Infonavit. Me recibió y le dí el saludo de Colosio. Le dije que era necesario tener unidad, le propuse ser orador en un desayuno que se tendría con exgobernadores y que bien podría soltar la frase: ‘Manuel Camacho es mi hermano, pero Luis Donaldo Colosio es mi candidato’, y aceptó”, rememora.
Sin embargo, la petición no sería gratis, apunta, pues Ruiz Massieu entonces pidió a cambio ser secretario general del PRI, diputado plurinominal y coordinador de la bancada tricolor para la 56 Legislatura. Sus peticiones fueron aceptadas por el candidato presidencial.
El asesinato. El 27 de septiembre de 1994, José Francisco Ruiz Massieu se reunió con 32 diputados, que serían los coordinadores de los legisladores de su respectivo estado. El encuentro se dio en el University Club de la Ciudad de México.
“Al terminar la comida nos dijo que sabía que cada uno quería hablar con él, pero que en ese lugar no se podía, así que nos invitó a caminar con él hasta el Monumento a la Revolución y ahí nos regaló una vuelta a cada uno para hablar”, relata Galindo Quiñones.
Su conclusión es que, incluso, el asesino pudo aprovechar esa caminata para cometer el homicidio, ello a partir de que se supo que los pasos del guerrerense se vigilaron.
“Cuando platicó conmigo, me dijo: ‘Te pido que no solicites presidir ninguna comisión. Tú y yo pediremos licencia el último día de noviembre, voy a ser el titular de Gobernación el 1 de diciembre y tú, uno de mis subsecretarios’”, detalla.
Al día siguiente, a las 7:30 horas tuvo su primer encuentro en el Hotel Casablanca, al lado de las oficinas del Frente Nacional de Organizaciones Ciudadanas (FNOC).
Fue con diputados del sector obrero y se eligió a José Ramírez, exgobernador de Durango, como su coordinador. De esa reunión salió a las 9:30 horas.
“Voy al Instituto Federal Electoral, donde habrá un debate entre Porfirio Muñoz Ledo y Jorge Carpizo. Quiero terciar y está bueno el cartel”, diría Ruiz Massieu a quienes conformarían parte de la bancada priista en la 56 Legislatura.
Heriberto Galindo, quien está dedicado a escribir sus memorias, cuenta que el secretario general priista lo invitó al debate al sur de la capital del país.
Indica que Ruiz Massieu encendió el auto, jaló la palanca de velocidades hasta drive y dobló hacia la derecha sobre la calle Lafragua para salir hacia Paseo de la Reforma.
“El tipo que disparó estaba recargado en el muro del estacionamiento que aún existe. Nosotros estábamos arriba del auto y en marcha, cuando el agresor avanza, de un periódico saca el arma —una tipo Uzi— y dispara. Sólo recuerdo que escuché el tronido del vidrio, no el del balazo. Percibo que Ruiz Ma- ssieu dice: ‘Chin’, volteo y chocamos contra un taxi del Hotel Casablanca, ahí se acercaron los diputados que recién se habían reunido con él”.
Al guerrerense le dispararon a las 9:32 horas, la ambulancia de la Cruz Roja llegó 13 minutos después y se dirigió al Hospital Español, donde luego se oficializó su muerte.
Tras esos momentos, Galindo Quiñones dice que volvió a nacer, pues si al asesino no se le hubiese encasquillado el arma, seguramente a él le habría tocado alguna de las balas de esa ráfaga.