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alberto.morales@eluniversal.com.mx
Jacqueline Peschard, presidenta del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, advierte que de cara a los comicios de 2018 hay varios riesgos, por ejemplo, que se dé un proceso muy cerrado y eso detone una fuerte confrontación política e incluso violencia.
“Mi preocupación es que no sólo sea una elección de confrontación entre distintas candidaturas, sino que pueda ser demasiado negativa, con guerra sucia y violencia”, dice.
Asegura que ese escenario también generará un problema de fragmentación de las fuerzas políticas y de las candidaturas. Indica que es difícil que el ganador obtenga una votación importante y espera dificultades para armar una mayoría en el Congreso.
Declara que entramos a una jornada con un sistema de procuración de justicia que está totalmente trunco, sin procurador y sin titular en la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE). Afirma que en 2018 el combate a la corrupción será un tema que gravitará en todas las campañas.
Advierte que todas las encuestas dicen que los menos confiables son los partidos: “¿Será una lucha para ver quiénes son menos corruptos o harán planteamientos o propuestas concretas de cómo enfrentar el problema? No quiere decir que la elección será de los independientes porque tampoco sabemos cuántos y quiénes se van registrar, pero hay una desconfianza en la gestión de la política”, señala.
“A los partidos les será difícil convertirse en abanderados contra la corrupción, por la falta de confianza que hay en ellos”, indica.
En un su cubículo de la Unidad de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), examina el panorama desde su experiencia en materia electoral, pero también como experta en transparencia y rendición de cuentas, por ello critica que se hizo un compromiso político para un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) que no sólo persiguiera e investigara las redes de ese problema, sino que armara fortalezas y mecanismos institucionales de colaboración, pero hay obstáculos y formas de bloquear al sistema.
Peschard Mariscal es doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de Michoacán y maestra en Ciencia Política por la UNAM. Fue consejera electoral ciudadana del entonces IFE, que encabezó José Woldenberg, y comisionada presidenta de ese organismo, hoy Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai).
¿Cómo ve al país de cara al proceso electoral 2018?
—Está metido en una problemática muy complicada, se hizo un compromiso político para un Sistema Nacional Anticorrupción que no sólo persiguiera a la redes, sino para que se armaran fortalezas institucionales y mecanismos de colaboración para lograr ese propósito y ha habido obstáculos y formas de bloquear el desarrollo del proceso.
¿Qué obstáculos?
—No se cumplieron con los nombramientos [como el del fiscal y los magistrados anticorrupción]. Falta un mecanismo abierto. Nos enfrentamos a resistencias de las entidades públicas, no sólo del poder gubernamental, sino de todos para cumplir en los compromisos de avanzar en el sistema, estamos a cuatro meses de que el sistema debería estar concluido. Lo que vemos es que no ha habido clara decisión de las autoridades federales y estatales.
¿El combate a la corrupción será una bandera de los partidos en el próximo proceso?
—La corrupción es un tema que va a estar gravitando alrededor de todas las elecciones de 2018 y de la elección madre, que es la presidencial, pero si atendemos lo que dicen las encuestas los que se identifican como los que son los menos confiables son los partidos políticos, ¿será una lucha entre partidos para ver quién aparece como menos corrupto o por ver quién tiene un planteamiento o propuesta de controlar y enfrentar el problema de manera más eficaz?, porque la población no confía en nadie.
¿Los comicios van a ser de los independientes?
—Tampoco sabemos si hay confianza en ellos y cuántos serán. Hay una desconfianza con la gestión de la política. Estoy segura de que el tema de la corrupción va a estar gravitando y la sociedad civil va a querer que los distintos candidatos se pronuncien sobre los compromisos que van a asumir en el combate en este ilícito, también creo que convertirse en abanderados en el combate a la corrupción les va a ser un poco difícil por esta falta de confianza.
¿Algunos piensan que los independientes son una bocanada de aire fresco a la política?
—El ideal sería que así como a los aspirantes de un partido se les exige solidez, también se le debería exigir a los independientes, no sólo porque van sin partido, a ellos se les debe exigir lo mismo, cuáles son sus programas y cómo van a trabajar.
Son una bocanada de aire fresco, es sumar la oferta política, pero en esa ampliación hay una fragmentación, me gustaría que fueran pocos independientes, pero muy sólidos.
¿Esta falta de confianza en la política no le preocupa de cara a 2018?
—Me preocupa, más allá de lo electoral. La sociedad no está empeñada en un fortalecimiento institucional. En el Latinobarómetro uno encuentra que la gente está pertrechada en defender espacios casi familiares frente al repudio y hartazgo de las instituciones públicas, los políticos y la política.
No hay interlocución para que la sociedad diga: ‘¿Cómo fortalezco las instituciones?’, y no que diga: ‘¿Cómo me defiendo sola de un mar de corrupción, de falta de funcionamiento de las instituciones y de un Estado de derecho muy débil?’”.
¿Qué tipo de campañas habrá el próximo año?
—Serán muy competidas. Pensábamos que había un candidato con una enorme ventaja, pero ahora vemos que era porque era el único partido con abanderado, hoy hay mucho debate, hay posibilidad de que una vez que estén los otros aspirantes de las fuerzas políticas y los independientes, que haya mucho mayor confrontación.
El problema que veo es una fragmentación de las fuerzas políticas y de las candidaturas, que difícilmente se pueda sacar a un candidato con una votación importante, que no nos quedemos con un jefe del Ejecutivo con 25% de la votación y con dificultades para armar una mayoría en el Congreso.
Mi preocupación es que no sólo sea de confrontación, sino que pueda ser demasiado negativa, de guerra sucia y hasta de violencia.
Ese escenario, ¿nos llevaría a un retroceso democrático?
—La violencia siempre implica un reto para las instituciones, lo importante sería ver cómo los distintos candidatos y las fuerzas políticas enfrentan esto.
Las elecciones de entrada son confrontación; sin embargo, debería ser dentro de las normas pacíficas, porque son un instrumento de renovación institucional, pero veo tan enconada la lucha política que tengo temor que los propios
líderes de los organismo no puedan controlar lo que desatan en
estos términos.
¿Urge el fiscal y el titular de la FEPADE para la contienda?
—El que es clave es el titular de la FEPADE, es clave, no con el proceso electoral, sino con la investigación de los delitos electorales. Lo ideal sería que antes de diciembre esté el nombramiento.
¿La falta de estos personajes influirá en el electorado?
—Influyen junto con otras cosas, el tema del fiscal importa en el ánimo, porque es una figura clave que tiene que ver con la persecución de delitos y la procuración de justicia. El sistema judicial está trunco. Hay un encargado de la oficina y debería ser un trabajo institucional, más allá de la persona que lo dirige, pero sabemos que quien está al frente es importante porque asume todas las riendas.
El desánimo de la gente en el plano político es mucho más amplio.
¿Qué papel debe asumir la sociedad en la próxima elección?
—Lo primero que debe asumir es la necesidad de ejercer un voto informado, lo primero es no dejar en un segundo nivel el sufragio, ni despreciarlo, porque debe ser una manera de la exigencia social y en este país mucho de lo que nos falta es una mayor exigencia social. Tenemos mucho repudio, enojo y desaprobación, pero cambiar esa desaprobación por algo más altivo. Tenemos el voto y para ello se necesita información no sólo de los candidatos, sino de sus propuestas.
¿Hace falta mayor exigencia de la ciudadanía?
—De cara a 2018 eso es algo que la ciudadanía no debería dejarlo en segundo término, porque eso puede unir distintas exigencias como mayor transparencia y rendición de cuentas. Aparecen candidatos que necesitamos saber si no tienen antecedentes o han sido objeto de una investigación.