Apenas contesta el teléfono, Walter Rupprecht rompe en llanto: el día de ayer, tras una serie de omisiones médicas en hospitales de México y Suiza , su hija Ana Lucía perdió la batalla contra la leucemia que padecía desde hace más de un año.

Walter y Ana Lucía volaron a Europa el pasado 28 de enero, en medio de una ola de protestas por el desabasto de medicamentos para atender el cáncer. Con el dinero contado, la familia de la menor apostó por llevarla al Hospital de Niños de la ciudad de Zurich, donde, según los afectados, los doctores tampoco le suministraron medicinas en dosis suficientes y omitieron algunos procedimientos clave para el tratamiento.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Walter comparte que el lunes le entregarán las cenizas de su pequeña y espera volver a México la próxima semana.

“Voy a hacer que valga la pena todo este sufrimiento que tuvo mi hija, nadie se lo merece, que ningún niño y niña crezca con esquemas incompletos, que esto derive en recaídas y después la única solución sea un transplante de médula para que sus probabilidades de poder vivir sean muy bajas”, dice.

Recuerda que su pesadilla inició el 14 de junio, cuando tuvo una recaída, entró en paro y estuvo muerta por cinco minutos. Los médicos intervinieron y lograron salvarla, aunque con muchos daños en sus órganos, por lo que debió ser conectada a una máquina que sustituyó las funciones de su corazón, riñones y pulmones.

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La menor se mantuvo así por 10 días, periodo en el que hubo complicaciones de sangrado, coágulos e infecciones. Ante esta situación, sus padres decidieron desconectarla.

“Nosotros hicimos todo lo que pudimos por mi bebé, pero no fue suficiente y ahora no está con nosotros y eso me mata”, solloza Walter.

La familia de Ana Lucía asegura que, previo a su recaída del 14 de junio, los doctores del Hospital de Niños no le hicieron cuatro quimioterapias intratecales, no hubo un aspirado de médula, no le hicieron un examen de toxicología, no le proporcionaron suficientes medicinas y adquirió una neutropenia severa, pero fue enviada a su casa sin ser atendida.

Walter también trató de explicar cuáles fueron los medicamentos que su hija dejó de recibir en el Hospital 20 de Noviembre de la Ciudad de México, aunque los médicos no le hicieron caso y sólo hasta que Ana Lucía estuvo grave le suministraron filgrastim.

“Ella no tenía por qué haber venido a Suiza, si ella hubiera tenido todo el medicamento en México, felices nos hubiéramos quedado ahí, fueron meses muy complicados aquí, al menos ahora mi hija ya dejó de sufrir y eso es lo importante”, se lamenta Walter.

Durante la conversación telefónica, este hombre insiste en que el sufrimiento de su hija no será en vano. Quiere volver al país para visibilizar las consecuencias del desabasto de medicinas y así evitar la muerte de más personas.

“Fueron meses los que estuvimos denunciando todo este desabasto de medicamentos, esta necesidades del sistema de salud, que necesita inversión en los hospitales, en las áreas de hematología pediátrica porque las camas, el personal no es suficiente”

A nivel personal, Walter y su esposa Rosalba Contreras deberán empezar su vida de cero, sin su hija y sin todas las cosas que vendieron para pagar el tratamiento de Ana Lucía mientras estuvo en México, así como para financiar el viaje a Europa.

“Tendremos que aprender a vivir con este dolor, olvidar jamás porque ella era el amor de mi vida”, concluye Walter.

maot/hm

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