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nurit.martinez@eluniversal.com.mx
Tranquila, sin rencores y como cuando estaba en la cumbre del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), con la antesala de su casa llena de personas o grupos que esperaban para visitarla, consultarla e informarle cómo avanzaba su estrategia, haciendo política, así es como Elba Esther Gordillo Morales pasó los últimos días de prisión domiciliaria en su penthouse de Galileo, en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México, en Polanco.
El martes 7 de agosto a las 23:30 horas, Gordillo Morales recibió en su domicilio la notificación del Primer Tribunal Unitario sobre su inmediata libertad. Su familia estuvo ahí para escucharla.
Quienes la visitaron en los últimos días cuentan a EL UNIVERSAL que después de tener restricciones por parte de la PGR para que alguien que no fuera de su familia la pudiera visitar, la situación cambio después de la queja interpuesta ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En la última semana, entre quienes pasaron por ese lugar para conversar sobre la disputa que se vive al interior del SNTE, estuvieron sus hombres de confianza y enlaces con la estructura que operó durante el proceso electoral del pasado 1 de julio.
Entre ellos Tomas Vázquez Vigil, quien fuera secretario general de esa organización entre 1998 y el año 2000; Moisés Jiménez Sánchez, coordinador Nacional de Estructura y Redes Políticas Sociales de Morena; así como Ricardo Aguilar Gordillo, coordinador de las Redes Magisteriales Progresistas en Chiapas; y Alberto Hernández Meneses, ex secretario general de la sección 36, en el Estado de México, lugar donde fincó su trayectoria Gordillo Morales.
El propósito era presentar un diagnóstico sobre la condición del sindicato magisterial y definir la ruta jurídica que en adelante seguirían.
Con sus adversarios políticos fue cuidadosa. Elige cada una de sus palabras, “está tranquila”, ella misma asegura que “no hay rencores”.
Describen que las conversaciones se prolongaban porque estaban salpicadas de anécdotas sobre la estrategia sindical o partidista, pero también había espacio para relajarse, para bromear.
“Nos vemos pronto, pero aquí, no me vayas a cambiar el lugar”, llegó a lanzar la maestra a sus visitantes.
La vida cotidiana transcurría con un poco de ejercicio, por las mañanas, un desayuno ligero a base de frutos rojos. Luego distribuía su tiempo entre leer periódicos, escuchar radio y ver televisión para estar enterada del acontecer político del país en medio del proceso de transición y la designación de funcionarios en el gabinete que encabezará el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Su familia, que lidera su hija Maricruz Montelongo, sus nietos y hasta su bisnieta, ocuparon también parte del tiempo de atención de la ex dirigente en la última semana.
Como ocurrió en los últimos años, Gordillo Morales abría espacio en sus días para la meditación en su práctica del budismo tibetano, tal como lo ratificó en la visita que hiciera el Dalai Lama ante la dirigencia del SNTE, el 11 de septiembre de 2011.
Desde entonces es frecuente verla vestida en túnicas o atuendos blancos, en apego al budismo; es por eso que en su primer mensaje, tras mil 622 días de prisión, dijo que antes de reaparecer en la vida política se tomará un plazo para analizar su liberación. Elba Esther está en momento de reflexión.