En Coatzacoalcos, Veracruz, Ricardo Anaya, candidato del Frente por México a la Presidencia de la República, notó algo extraño en su convoy. Había un vehículo que no dejaba de seguirlos y no era de los suyos. Cuando se detuvieron para investigar qué ocurría, el personaje de la fotografía no tuvo empacho en identificarse como “agente del Cisen”, es decir, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, que aplica marcación cercana a los aspirantes a la grande. El escándalo en las redes estalló y Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación, tomó cartas en el asunto al anunciar que el subdelegado del Cisen en Veracruz y los elementos involucrados en el caso fueron separados de sus cargos por no reportar el incidente con Anaya, cuyo equipo, que lo negó, aparentemente sabía que tiene “escolta” del organismo de inteligencia. Bueno, ¿pues qué le falló el zapatófono a nuestro Maxwell Smart tropical? ¿O es que los malosos de Caos bloquearon sus llamadas? Es cierto que las autoridades deben garantizar la seguridad de los candidatos, pero ¡hay formas! y no nos referimos al viejo truco de los 007 nativos de hacerse pasar por “reporteros” de algún desconocido medio de comunicación. Lo peor de este sainete de campaña es que todavía no aparece en escena la contraparte de la Agente 96, la eficiente y bella Barbara Feldon del original.

El Foco. En escena, súper agente 86 del CISEN
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