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Al fin, buenas noticias en la agitada arena global. No es bueno celebrar antes de tiempo y menos sobre cualquier cosa que involucre a este par, pero el anuncio realizado por el líder norcoreano Kim Jong-un, quien indicó que abandonará sus pruebas balísticas y nucleares, sí es digno de un aplauso, teniendo en cuenta cómo nos atemorizó el riesgo de un conflicto con Estados Unidos en la península asiática. Recordemos que Donald Trump no bajaba de “hombre cohete”, “maniático” y “loco” al heredero de la dinastía comunista de Pyongyang, el “último lugar de la Tierra a donde me gustaría ir”, mientras que el joven Kim no vaciló en llamarle “senil trastornado mentalmente”, “canalla” y “gánster”. También se lucieron presumiendo sus botones atómicos —“el mío es mucho más grande y poderoso que el suyo y además funciona”—, recalcó Trump y ahora... la diplomacia parece estar dando frutos. Primero vino la sorpresa de que ambos dirigentes podrían reunirse en la neutral Mongolia, lejos de indiscretos; luego se reveló que Mike Pompeo, mandamás de la CIA, tuvo un encuentro secreto con Kim, que allanaría el camino a la cumbre. ¿Ya ven cómo sí funciona el diálogo? ¡Hablando se entiende la gente! ¿Será que Trump sí tiene dotes negociadoras? Ya lo veremos, porque su lista de pendientes es muy, pero muy larga.
