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carina.garcia@eluniversal.com.mx
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) llega este 5 de mayo al 30 aniversario de su fundación con nostalgia y la esperanza de reconstruirse en un nuevo partido político.
Si cumple su plan, el próximo año desaparecerá como PRD y su registro dará paso a otra fuerza política distinta que compita en 2021.
Pero, por ahora, su dirigencia niega ir en picada, “en lugar de irse hacia abajo estamos estabilizando el barco y estamos logrando subir”, asegura Ángel Ávila Romero, integrante de la Dirección Nacional Extraordinaria (DNE) del PRD.
Con los resultados electorales del 2 de junio próximo en seis entidades, afirma, iniciará su “recuperación” y como “ninguna elección se repite, a ningún partido puedes darlo por muerto”.
En cambio, para quienes han estudiado a ese partido desde la academia, muy difícilmente podrá salir, así sea como un nuevo partido, de la marginalidad electoral, y está en duda la conservación de su registro.
Treintañero en crisis. La realidad del PRD es que de ser la segunda fuerza electoral en 2006, tras las elecciones de 2018 cayó al cuarto sitio; de haber gobernado 11 entidades, hoy sólo tiene Michoacán.
De ser el contrapeso en el Congreso de la Unión hace trece años, hoy, con 11 diputados y cinco senadores, necesita alianzas legislativas para hacerse escuchar.
Por eso, tras la debacle, ese partido emprendió su recomposición: sacó de sus filas a más 200 mil perredistas que en julio pasado fueron candidatos o representantes de casilla de otros partidos; fueron críticos de la alianza electoral PRD-PAN en 2018, o bien se opusieron a la ruta para convertir al sol azteca en otro partido.
Paralelamente reformó su estatuto, creó una DNE para conducir el relanzamiento del PRD y el 9 de abril pasado puso a disposición de partidos y organizaciones su registro partidista para crear una nueva fuerza política, invitación que estará abierta hasta diciembre.
Por todo eso, “a estas alturas es muy difícil saber qué quedó del PRD, lo que se aprecia desde fuera es que volvió a ser una izquierda testimonial, de declaraciones, del recuerdo”, asegura Silvia Gómez Tagle, profesora-investigadora del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México y quien durante años militó en el PRD.
“No sé si pierda el registro, pero lo que podemos afirmar es que está condenado a ser un partido menor, aliancista, pequeño como el PT, como el PVEM, y su futuro electoral dependerá de alianzas”, afirma la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Esperanza Palma Cabrera.
Por el contrario, la dirigencia perredista ve un escenario optimista basado en que ganará algunos cargos en las seis elecciones locales de este año, y ese será el primer paso para levantarse.
Ávila Romero, expresidente del PRD e integrante de la DNE, confía además en que pronto habrá decepción ciudadana con Morena y entonces voltearán hacia el PRD.
¿Rumbo a la extinción? Tras las elecciones del 2 de julio de 2018, el PRD no sólo se convirtió en la cuarta fuerza política, sino que perdió el registro en ocho entidades, entre ellas Tamaulipas, Aguascalientes, Colima, Nuevo León, Sonora y Chihuahua.
Con ello, se redujo en 100 millones de pesos su financiamiento público anual a nivel federal y perdió prerrogativas locales.
A fines de 2018 logró pagar gran parte de sus sanciones, pero aún arrastra multas por 27 millones de pesos, más deudas y multas de los comités estatales, donde perdió el registro, dice el responsable de Finanzas del PRD, Manuel Cifuentes.
Aun así, afirma que la situación financiera “está muy bien”, pero se analiza la posible contratación de un crédito de 30 millones de pesos para blindar las campañas perredistas de 2019.
Son estos comicios locales los que según Ávila Romero darán al PRD un nuevo aire. En Baja California “las circunstancias son favorables, en Aguascalientes y Tamaulipas, donde perdimos el registro, vamos a recuperarlo. En Quintana Roo vamos a mantener la votación y los tres diputados, y en Puebla va a mantener 3.5% de 2018”, afirma.
Contrario a este optimismo, Palma Contreras sostiene que los resultados electorales no cambiarán sólo por competir: “Lo que le ha ocurrido al PRD en términos electorales es por su culpa, porque no supo gobernar, realmente se ha convertido en un partido marginal y que carga con desprestigio”.
Pero aún es pronto para saber si su crisis es terminal o no, “creo que es muy probable, pero tenemos que esperar una nueva elección federal para verlo”.
Lo que es un hecho, agrega, es que “en términos electorales se ha convertido en un partido irrelevante y no va a repuntar, porque no va a poder enfrentar a Morena. Además, competir solo en una elección sería suicida, por eso creo que está irremediablemente atado al PAN”, indica Palma.
La recomposición. Para Gómez Tagle el problema más grave del PRD no es el electoral, sino el ideológico, pues desde 2012 dio muestras de haber “perdido la brújula” al respaldar las reformas del expresidente Enrique Peña Nieto, lo que llevó al PRD a la ruptura y la salida de sus personajes más connotados.
El PRD “fue un gran proyecto”, de modo que sí es una pérdida para la democracia. “Quizá tenga posibilidades si logran recuperar una visión ideológica más clara de izquierda”, dice.
Para Palma Contreras, la situación que vive el PRD es lamentable, pues “fue el partido de izquierda de la transición a la democracia y lo perdimos”.
Por eso, ve en encontrar nuevas luchas la posibilidad de recomponer al PRD: “Sí ha tenido —a diferencia de Morena— un programa de izquierda progresista, vanguardista”.
Ávila Romero reconoce que el PRD debe tener nuevas banderas y por eso parte de su relanzamiento consistirá en adoptar nuevas causas: la defensa de los recursos naturales, y el impulso de la ciencia y tecnología, por ejemplo.