A unas semanas de que concluya la gestión de al frente de la (CNDH), organismos civiles y especialistas aseguran que esta institución se encuentra debilitada por la evidente militancia morenista de la ombudsperson que ha actuado con sumisión al partido hegemónico y no como contrapeso. Por ello, se pronuncian en contra de que sea reelegida para un segundo periodo.

“Existe un debilitamiento en torno al ejercicio de la facultad que tiene la CNDH de presentar acciones de inconstitucionalidad y aquí en particular lo que llama la atención es cómo la comisión se limitó a interponer acciones de inconstitucionalidad frente a algunas reformas impulsadas por el gobierno del expresidente Andrés López Obrador que son abiertamente contrarias a los derechos humanos y en las cuales decidió no actuar, [en] concreto las reformas de adscribir la Guardia Nacional a la Sedena y la reforma al Poder Judicial”, señala Eduardo Guerrero, abogado del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh).

Piedra Ibarra tomó protesta como presidenta de la comisión el 12 de noviembre de 2019 y su gestión, a decir de expertos y ONG, ha estado marcada por conflictos internos, falta de pronunciamientos sobre casos como la militarización del país, abusos contra migrantes, desabasto de medicamentos, carencia de insumos para el tratamiento de niños con cáncer y el aumento de la violencia de género, entre otros.

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Dice Guerrero que en los casi cinco años que ha estado al frente de la CNDH, Piedra Ibarra se ha dedicado a desacreditar a medios de comunicación, periodistas, organismos internacionales, así como a organizaciones de la sociedad civil, y externa su preocupación de que el Senado la reelija o a otro personaje afín a la Cuarta Transformación.

“La institución quedó a la deriva, y de continuar en manos de otra persona simpatizante del gobierno se corre el riesgo de que la CNDH termine completamente desmantelada o completamente disfuncional de lo que tendría que ser su labor.

“Aquí habría que recordar que a nivel internacional existen parámetros que regulan cómo debería de funcionar una institución nacional de derechos humanos y hacen mucho hincapié en que tiene que cumplir con los criterios de independencia, de autonomía y, en ese sentido, continuar con una presidenta que carece de esta autonomía, que carece de legitimidad desde su nombramiento, pues sería contravenir estos estándares internacionales y sería seguir materializando el debilitamiento que ya hemos observado”, sostiene.

El abogado del Centro Prodh asegura que durante la gestión de Piedra Ibarra se ha agudizado la crisis de derechos humanos en el país por la ausencia de una CNDH sólida y capaz de hacerle frente a esos retos. “La CNDH respalda una estrategia de seguridad militarizada que contraviene el cumplimiento de obligaciones internacionales de México. Y como sabemos, esto deriva en muchas violaciones. Lo vimos recientemente en Chiapas con las ejecuciones extrajudiciales, lo hemos visto con la opacidad de las Fuerzas Armadas”, menciona.

Guadalupe Ramos, coordinadora nacional del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem), refiere que el papel de omisión y complacencia que ha jugado Piedra Ibarra la hace cómplice de las violaciones a los derechos humanos.

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“Ha tenido un papel que es indigno totalmente, no es acorde a los tiempos que vivimos en el país. La de Rosario Piedra ha sido una gestión desastrosa, ominosa, vergonzosa, todos esos calificativos que nos llevan a pensar que es muy desafortunado. Porque finalmente hemos trabajado mucho para contar con un andamiaje institucional tanto de las estructuras, las instituciones defensoras de los derechos humanos como de las normas.

“Es decir, un andamiaje jurídico y un andamiaje institucional, y la sociedad mexicana... nosotros no nos merecemos esa institución que tenemos ahora”, comenta.

Señala Ramos que es tiempo de que el Senado tome la decisión de designar al relevo de Piedra Ibarra, pensando en la sociedad y bajo la premisa de que México necesita otras instituciones defensoras de los derechos humanos que, de manera efectiva, sean contrapeso del Estado. “Hay diversas situaciones en el país, como la situación de los migrantes, las violencias que viven en su paso por el país, el contexto de violencia generalizada que vivimos, entre otras, en las que la comisión está muy calladita, complaciente y nadando de muertito”, indica.

Patricia Olamendi, integrante de la red Nosotras Tenemos Otros Datos, señala que “es muy lamentable que una mujer, siendo hija de una luchadora por los derechos humanos, llegara a la comisión sin ningún conocimiento en materia de derechos humanos”.

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Resalta que con la llegada de Piedra Ibarra a la CNDH, creada en junio de 1990, la institución se convirtió en una oficina más de gobierno con poco conocimiento y capacidad de apoyar efectivamente denuncias de violaciones a derechos humanos en el país.

“Ha sido poco estudiosa de la materia. Incluso, llegó a defender deudores alimentarios”, comenta.

Desde su perspectiva, el nombramiento de un o una nueva ombudsperson debe obligar a los legisladores del Senado a reflexionar sobre la existencia de la CNDH.

“La misma Rosario Piedra ha planteado que la CNDH ya no sirve, que debería cerrarse. Creo que valdría la pena una reflexión seria de qué se quiere con un organismo de esta naturaleza.

“¿Qué se quiere? ¿Qué se espera? Y si realmente no se quiere ni se espera nada, tomar una decisión al respecto antes de volver a convocar o a ratificar a la señora Rosario Piedra”, dice.

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Para Luis de la Barreda, expresidente de la Comisión de Derechos Humanos del desaparecido Distrito Federal, el trabajo de la ombusdperson ha servido de apoyo incondicional al gobierno.

“La comisión nacional calló ante los ataques contra el INE, calló ante la reforma judicial, que es una reforma que termina con la independencia del Poder Judicial, calló ante los nuevos libros de texto para educación básica que se realizaron con errores garrafales y con un mensaje sectario de odio”, opina.

Resalta que durante su gestión, Piedra Ibarra no ha cumplido con el deber de combatir los abusos de poder. “La CNDH ya es una institución indigna de llevar el nombre de Comisión [Nacional] de Derechos Humanos, una institución indigna de heredar el legado del doctor Jorge Carpizo y de tantos otros presidentes que realmente cumplieron con la función de combatir los abusos de poder”, comenta De la Barreda Solórzano.

“Rosario Piedra ha despedido a un porcentaje altísimo del personal, entonces es una institución que ha perdido su profesionalismo, que ha perdido su autonomía y que ha servido como apoyadora incondicional del gobierno federal, aun en sus peores abusos”, enfatiza.

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