Hace media hora que investida como ministra, abrazada, felicitada, besada, elogiada, , una persona de gran sensibilidad femenina, hija y madre, da sus primeros pasos como mujer de gran poder aumentado.

Con su elección, ella es la tercera ministra en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ya salió del salón de sesiones. La siguen sus escoltas, unos fornidos con audífono al oído, que dan seña de la estratégica posición que ocupó durante un año, al frente del Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Habla con quien la saluda. Su voz, su expresión, su talante están inalterados, pese a que ha rendido protesta como ministra con sobrado margen (94 de 122 votos), y cumple un sueño: llegar a la Corte.


—Tenemos ministra de lujo —le dicen a su paso.

—Eso dígamelo en 15 años —responde atenta, cordial, franca.

—Felicidades —insisten quienes se acercan a ella en el patio del Senado de la República.

—Eso dígamelo en 15 años, por el trabajo bien hecho —responde esta mujer que puede tocar las cuerdas del sentimiento, pero que tiene el ego blindado, a prueba de elogios de cualquier calibre.

—¿Por qué en 15 años?

—Es cuando termino mi periodo—, dice.

Asegura que sabe resistir presiones de poderosos, sean políticos, económicos, delincuenciales.

Allá, en el salón de sesiones, en la Mesa Directiva, ha recibido la constancia que certifica su elección como ministra, en un acto sin protestas; con parabienes políticos que la legitiman, sin descalificaciones, con el reconocimiento unánime a su trayectoria, al igual que a sus compañeras de terna, Diana Álvarez Maury y Ana Laura Magaloni Kerpel.

La senadora Claudia Edith Anaya Mota (PRI), al valorar esta terna de altos perfiles, ha dicho que “ayer [en la Comisión de Justicia] fue un gran día para el Senado mexicano; fue un gran día para las mujeres y, sin duda, fue un gran día para la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.

Por su conducto, la bancada priista respalda la terna: “Quiero hablar de la independencia de las candidatas —subraya Anaya Mota—; me parece que tienen la suficiente solvencia moral para respetar la autonomía de la Corte. Expresaron una solvencia ética profesional para garantizar autonomía política y de los poderes económicos”.

Martí Batres (Morena) ha señalado que las tres “son muy buenas aspirantes, excelentes; son tres mujeres de muy alto nivel, y quien de ellas se quede en la Corte representará un digno papel”.


Damián Zepeda Vidales (PAN) ha expresado la voz discordante y destaca que elegir esta vez una ministra constituye el nombramiento más importante que expide el Senado, y él encuentra conflicto de intereses en la subsecretaria Álvarez Maury y en la ahora extitular del SAT, Ríos-Farjat.

De hecho, en la mañana han corrido versiones de que la elegida de Morena es la jefa del SAT, como en efecto aseguró el presidente de la Comisión de Hacienda, Alejandro Armenta, la víspera, cuando le dijo a la Comisión de Justicia: “Me alienta que ella va a ganar”.

El regiomontano Alejandro García Sepúlveda, compañero de doctorado de Ríos-Farjat, allá en la sultana del norte y que se habla de tú con doña Margarita, ha resaltado los perfiles de Álvarez, Magaloni y Ríos-Farjat.

En virtud de que no habían votado, con una mayoría calificada a favor de la poderosa recaudadora de impuestos, García Sepúlveda ha pedido que quien ganara el cargo de ministra resuelva siempre “sin mano negra, conforme a Derecho. No más y no menos”.

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