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Víctor Manuel caminó desde Toluca, Estado de México, al lado de su hijo para agradecerle al “patrón” por ayudar a su sobrina, una bebé que estuvo a punto de morir.
Caminó ocho horas desde “Toluquita la bella” y llegó a la capital a las 22:00 horas del viernes. Él y su hijo durmieron en la calle y regalaron dulces a los devotos.
Desde las 08:00 horas se formó para poder ingresar a la Iglesia de San Hipólito, y cerca de las 12:00 horas del sábado le faltaba un tramo para ingresar, pues miles de personas ya se postraban sobre las rejas.
“Nos cumplió el patrón, nos sacó adelante una niña que tenemos en la casa, ella estaba a punto de morir… nosotros le prometíamos que si la niña estaba bien, íbamos a venir a regalar dulces. La bebé está bien, gracias a Dios”, expresó.
Víctor es devoto de San Judas Tadeo desde los 10 años por costumbre familiar, característica que muchos feligreses arrastran, pues desde el seno familiar construyeron su fe.
Con un San Judas enorme bajo la espalda, Uriel de Jesús caminó desde Valle de Chalco cerca de ocho horas para llegar por primera vez a la iglesia de San Hipólito.
El rostro de Uriel era de cansancio; su cuerpo lucía encorvado por el peso del santo sobre su espalda. No quería decir mucho, sólo entrar al recinto religioso, bajar a San Judas para descansar.
Su historia no cambia mucho del resto, él lleva 10 años siendo devoto, actualmente tiene 24 años.
Acudió para cumplir su manda pues le pidió recuperar a su primo que se estaba muriendo producto de un choque, y “a mí ya me estaban metiendo a un reclusorio”.
Este sábado, miles de devotos a San Judas Tadeo buscaron ingresar al templo de San Hipólito en la colonia Guerrero, para orar, pedir y demostrar que este santo ha hecho mucho por ellos.
La mayoría de las personas acudían para cumplir con una manda, una promesa y sobre todo, no fallarle a su santo. Aunque también había aquellos que solo por la tradición, se acercaron.
“Nos ayuda mucho”, dijo José Miguel Colín, quien caminó junto con su familia desde Naucalpan, Estado de México.
El devoto expresó que pediría por los damnificados de Acapulco, Guerrero, pues esta tragedia, comentó, nos debe hacer fuertes.
Aquí la devoción da para más y cada uno la cumple a su manera, regalando comida, pulseras, haciendo caminatas largas o simplemente acudir de manera ininterrumpida.
El señor Enrique Bretón vino desde Cancún, Quintana Roo, para encontrarse con su familia y así entregar tamales a los devotos.
Esa es su forma de agradecer a San Judas, pues a ellos les ha cumplido sus peticiones. A raíz de eso, hijas, yernos, y sobrinos, arribaron con vaporeras para entregar alimento caliente.
Pedían que se formaran en una fila para así poder dar un tamal, sin embargo, no faltaba aquel que pidiera de más.
El sol inclemente no amainó las ganas de acudir a festejar a su santo, ese que ha ganado terreno en la religión, sobre todo en la Ciudad de México.
Para otros, como Vanessa Domínguez Romero, venir a celebrar a San Judas les generó mucha alegría, ella se encontraba tumbada sobre el piso de las escalinatas del Metro Hidalgo, al lado de su familia.
Ellos caminaron desde Impulsora, Estado de México, solamente para festejarlo, y ya.