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La candidata Del Moral lanza múltiples cifras y datos, recita estadísticas que suenan convincentes y busca transmitir seguridad con la entonación de su voz. La candidata mira a la cámara de forma incisiva y pone en práctica posturas bien ensayadas. Suelta un ataque y luego otra cifra, jab y recto. Desempeño extasiante para el lector promedio de The Wall Street Journal.
Al calor de los primeros rounds, algunos comentaristas destacaron la actitud de Alejandra del Moral y la atención de Delfina Gómez a su guion. Sin embargo, las encuestas y sondeos que se publicaron a lo largo de esta semana dan cuenta de cómo percibieron los mexiquenses el desempeño de las candidatas en el primer debate entre las aspirantes a gobernar el Estado de México.
Primero, y a pesar de la presentación entrenada, la realidad es que Alejandra del Moral se encuentra atada en el tipo de discusiones en las que se puede involucrar, lo que le impide hablar de los temas centrales, desde sus causas. En términos de pobreza y carencias, cómo omitir los rezagos de los que son corresponsables los gobiernos siempre priistas, incluyendo el actual, del que Del Moral formó parte.
En términos de violencia de género, donde el Estado de México destaca por ser la entidad con más feminicidios, Alejandra del Moral se limitó a señalar que varios de los municipios con alerta de género están gobernados por MORENA. Sin embargo, lo cierto es que cuando se emitió la alerta, en 2015, varios de estos municipios eran de hecho gobernados por el PRI, como Chimalhuacán, Ecatepec o Ixtapaluca, o por el PRD, como Netzahualcóyotl y Valle de Chalco.
Un segundo aspecto a resaltar es que la candidata Del Moral no logró transmitir durante el debate el mensaje diferenciador que la oposición aliancista desearía. Es más, la principal propuesta de política pública de la Alianza es justamente un programa de transferencias no condicionadas, la extensión del Salario Rosa, similar a los que implementa ya la 4T y lo cual fue incluso señalado por la moderadora y omitido por la candidata Del Moral.
Finalmente, el tan esperado momento de tocar el tema de las finanzas municipales de Texcoco cuando Delfina Gómez fue la alcaldesa pasó como una más de las combinaciones que se quedaron cortas de Alejandra del Moral. En cambio, Gómez pudo recordarle a Del Moral el hecho innegable de que se postula por el partido más repudiado y por el que la gran mayoría del electorado no está dispuesto a votar.
Casi siempre que termina un debate, los comentaristas concluyen que estos ejercicios son poco atractivos, que los formatos son acartonados y que los candidatos se concentran demasiado en sus guiones. Pero es que en realidad los debates son para ellos, para el denominado círculo rojo. Para el grueso de la población, pocas veces los debates cambian la opinión.
Lo que sí es cierto, es que lo que se espera de los candidatos en los debates va cambiando con el tiempo. Quizás una candidata preparada con cifras y con un buen peinado hubiera destacado allá por 2010, cuando el estilo de Peña Nieto o Trudeau eran recibidos como signo de una juventud lista para asumir el relevo generacional. En esta ocasión la gente valoró otra cosa, como la sencillez de Delfina Gómez, más cercana a lo que el ciudadano común percibe en su vida diaria.
A pesar de que la campaña de Del Moral había puesto gran parte de sus esperanzas en los debates, al grado de proponer cinco de estos encuentros, el knock-out nunca llegó. El primer debate entre las candidatas a gobernar el Estado de México dejó las cosas básicamente como encontraban al inicio. Y así, las tarjetas fueron para Delfina.