En una década, la representación política en el Congreso de la Unión dio un vuelco, pues la izquierda, que durante años había sido tercera fuerza legislativa, logró en 2018 posicionarse por sí sola como mayoría parlamentaria.
Hace 10 años ni siquiera se vis- lumbraba el surgimiento de Morena. Hoy domina la escena casi de manera absoluta, de modo que con sus aliados en la actual 64 Legislatura ha conseguido ocho reformas constitucionales de diversos grados, algunas de carácter económico y otras políticas.
En cambio, las legislaturas de la Cámara de Diputados que iniciaron en 2009, 2012 y 2015 carecieron de mayorías absolutas para una sola fuerza o sus coaligados.
Entre esos años transcurrieron el último trienio del gobierno del expresidente panista Felipe Calderón y el sexenio del exmandatario priista Enrique Peña Nieto, y en ellos, las cámaras de Diputados y de Senadores tuvieron mayoría priista, pero acotada, por lo que los cambios constitucionales tuvieron que pactarse con la oposición.
En esas legislaturas el Partido de la Revolución Democrática (PRD), considerado el antecesor de Morena, no salió del tercer sitio y Acción Nacional (PAN) fue segunda fuerza.
En cambio, hoy no se entiende el Congreso sin Morena, que con cinco años y medio de vida —siendo el partido más joven— domina por sí solo, con 259 diputados, 51.8% del Palacio Legislativo de San Lázaro y 46.8% del Senado de la República, con 60 representantes.
Pero con sus tres aliados crece. Con los diputados de los partidos del Trabajo (PT), Encuentro Social (PES) y Verde Ecologista de México (PVEM), los morenistas logran un bloque de 332, 66.4% de esa Cámara, que gracias al ausentismo se constituye en mayoría calificada (dos terceras partes de los presentes) para reformar la Constitución.
Además, cuenta con tres de cuatro diputaciones “sin partido”, controla los órganos de gobierno del Congreso: la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de las cámaras de Diputados y de Senadores, aunque la Mesa Directiva sólo en San Lázaro.
En el Senado, los morenistas también crecen hasta 77 senadores (60.1%) gracias a sus tres aliados. En 2018 también desplazaron al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que tenía 55 senadores en la 62 legislatura (2012-2018).
Y la 62 Legislatura el PT, entonces con 17 senadores, dio cabida a los primeros morenistas, por lo que en 2014, fecha en la que ese partido obtuvo su registro, ya tenía diputados y senadores que llegaron al cargo gracias al PRD y PT.
Mayoría artificial
Pero no fueron sólo los votos los que permitieron a Morena la mayoría aplastante de la que goza hoy.
Aunque es innegable la fuerza electoral que alcanzó en 2018, ese partido creció aún más, y artificialmente, en el Poder Legislativo, gracias a dos estrategias.
La primera: postuló a sus militantes como candidatos del PT y PES, sus aliados en la coalición Juntos Haremos Historia, y ya pasada la elección se regresaron a Morena. La segunda fue vía “chapulineo”: legis- ladores de PT, PRD y PVEM se sumaron a su bancada.
El mismo PT desveló el asunto, pues al pelear sus triunfos ante tribunales electorales admitió que 11 diputados que ganaron con su emblema eran militantes de Morena que ese partido le impuso.
Antecedente
Esa estratagema la inventaron el PRI y el PVEM en 2015, con diputados “cachirules” o “sandía” —verdes por fuera, rojos por dentro—, que inflaron la bancada del Revolucionario Institucional.
En 2018, el plan lo aplicó Morena al inicio de Legislatura. Así, de 58 diputados petistas de mayoría, 26 se le fueron a Morena, y de 55 del PES, también se le fueron 28 al partido guinda.
Eso, más “chapulines” que desertaron del PRD y el PVEM, dieron a la bancada morenista 166 curules de mayoría, que sumadas a 93 plurinominales le permiten mayoría simple de 259 diputados, por lo que puede crear o reformar leyes por sí sola.
Así, con esas estrategias esa bancada cuenta con 51.80% de la Cámara de Diputados (y 61.94% con sus cuatro aliados), aunque en la elección de diputados federales tuvo 36.60% de los sufragios, pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) estimó que no hay sobrerrepresentación prohibida por la Constitución.