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Hace cinco meses María Teresa Martínez, quien es madre soltera de seis hijos y enfermera, decidió regresar del retiro en cuanto comprendió la gravedad que se vislumbraba con la llegada del coronavirus a nuestro país. No lo dudó y pidió integrarse como voluntaria para volver a dar sus servicios.
“Para mí, como madre, es frustrante no poder estar con mis hijos, pero es más importante, en estos momentos, poder estar con mis pacientes. Realizo todas las medidas. Tiene mucho que no los puedo abrazar, pero sí trato de convivir con ellos todos los días”, comenta la capitana segunda del Ejército y enfermera en retiro.
Desde que fueron reconvertidos los dormitorios del 81 Batallón Militar de Infantería en un Hospital Covid, María junto con otros 179 profesionales de la salud, se encarga de atender a todo aquel paciente que llega con síntomas del virus que ha puesto en jaque al sistema de salud de varios países.
“El personal de salud —mis compañeros— está cansado. Nos hemos agotado y es muy complicado estar ahí adentro [en el área de terapia intensiva].
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“A veces es muy difícil ver a un paciente que llega apenas hablándonos, pidiéndonos auxilio. Es muy complicado verlo partir, porque pone toda la confianza en nosotros”, platica María mientras retira de su cuerpo el arsenal que la protege de su lucha diaria.
Hoy se va tranquila, cuenta. Nadie murió durante su turno y ha comenzado a mostrar mejoría uno de los dos pacientes que se encuentran intubados.
“Son momentos muy difíciles... A veces nos preguntan: ‘¿Voy a despertar o no?’, y en ocasiones sí llegamos a prometer: ‘No te preocupes. Yo te espero cuando despiertes’. Es muy bonito cuando ellos regresan, pero es muy triste cuando no lo hacen”, manifiesta María Teresa, quien por un momento parece perderse al recordar estos sucesos.
La cifra de enfermos que son intubados en el área de terapia intensiva de este hospital y logran recuperarse no es nada alentadora: el promedio es que sólo tres de cada 10 pacientes que necesitan respiración asistida se reponen a pesar del intenso trabajo y seguimiento que se les da.
“Durante todo este tiempo hemos recibido a 37 pacientes; nueve de ellos han pasado a hospitalización y a dos los tuvimos que trasladar a un centro de tercer nivel. Lamentablemente es una enfermedad compleja: entre 28% y 30% de los pacientes que ingresan a esta unidad han logrado pasar al área de hospitalización por mejoría; sin embargo, hay otros que no”, comenta el mayor médico cirujano José Luis López, quien está a cargo del equipo en el que labora Teresa.
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Para José Luis la situación de ser del personal de salud durante la pandemia no ha sido nada sencilla, sobre todo porque lleva cinco meses sin ver a su familia. Desde que inició la crisis, sólo se comunica con ellos por teléfono. No obstante, se siente tranquilo, porque en cada oportunidad que tienen le recuerdan su orgullo.
“Llegué aquí el viernes, y estoy muy agradecida con Dios y con el personal médico. Yo jamás pensé llegar a esto, yo me dije: ‘A mí no me va a pasar, estoy sana’, pero lamentablemente la enfermedad no respeta”, dice Yolanda al borde de las lágrimas y mientras se aleja del hospital Covid para ver a sus familiares.
El hospital se encuentra en las instalaciones del 81 Batallón de Infantería y Escuela Militar de Infantería (en la salida de la carretera México-Cuernavaca).