Más Información
De colores y distintos tamaños, Comisión del INE aprueba boletas para elección judicial; falta voto del Consejo General
En plena Navidad, asesinan a Francisco Bañuelos, subsecretario de ganadería en Zacatecas; Fiscalía investiga los hechos
Vía Facebook citan a familia para venderles un auto en oferta; banda roba y dispara a matar al padre
Llega Navidad para choferes y repartidores; publican en el DOF decreto para derecho a seguro médico, indemnización y utilidades
Esto es lo que sabemos sobre la huelga de trabajadores de Starbucks en EU; estas son las condiciones por las que luchan
A falta de autoridad, vecinos y migrantes se organizaron para que el campamento improvisado en el parque ubicado bajo el Distribuidor Vial Heberto Castillo, tenga las condiciones dignas por el bien de todos.
En este espacio, a unos pasos de la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente (TAPO), acampan unas 60 familias provenientes de Sudamérica y Centroamérica, en lo que era una área común para los vecinos de la calle Liga de Carreteros, pero ahora se convirtió en albergue para los migrantes que ellos mismos administran.
Con un letrero donde se lee “sobrepoblado”, un grupo de venezolanos, colombianos, peruanos, hondureños y haitianos, entre otros, mantienen el orden en la entrada y salida en la puerta del enrejado que ahora es su refugio mientras están de paso en nuestro país.
Los vecinos de la colonia Moctezuma cuentan que cuando comenzaron a llegar los migrantes se sintieron “invadidos”, pero al escuchar las historias de cada uno de ellos, comenzaron a solidarizarse porque “todos somos humanos”, por eso buscaron mantener acuerdos.
“Somos mexicanos que ayudamos al migrante, porque no podemos maltratar a la gente en esa posición, porque durante muchos años al mexicano en el norte le pasó. Todos tienen un primo, un vecino, un amigo que cuenta lo que les hacen allá [en Estados Unidos]”, asegura David Jacobo, vecino de la zona.
Parte de los acuerdos que tomaron los vecinos en conjunto con los migrantes fue establecer vigilancia en la puerta de acceso para que no entre más gente y se evite la sobrepoblación, la recolección diaria de la basura, respetar áreas verdes, y mantener orden e higiene.
Adentro se ha formado una comunidad que se apoya, porque el sueño de todos es el mismo, buscan llegar a la frontera norte de manera legal y mientras esperan su cita con la aplicación CBP One viven al día.
Hace ocho meses que Joan salió de Venezuela, en su paso por México encontró este refugio para su esposa y su hijo, donde ha improvisado una barbería. Invirtió en una máquina de rasurar y cobra “barato” a su comunidad; por corte de cabello a los adultos pide 40 pesos y por los niños 30.