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En las elecciones del pasado 4 de junio en el Estado de México el triunfo de Morena significó la derrota del “Reino de Atlacomulco” y la llegada del “clan de Texcoco”; este último con graves antecedentes de deshonestidad en el ejercicio del gobierno municipal. Sin embargo, lo notable fue la baja participación de los electores: 51 por ciento de la lista nominal.
Ambas situaciones confirman que de 2019 para acá estamos viviendo en el México de las contradicciones. ¿Por qué? Porque sorprende que Morena haya vuelto a ganar siendo que las políticas públicas del gobierno federal, sus acciones y dichos son contradictorios e incoherentes; lo que se replica en los estados gobernados por morenistas. También, porque gran parte de la ciudadanía, pese a tener los elementos a la vista, no ha caído en cuenta ni reflexionado sobre ello y no ejerce su derecho al voto para evitar que el país continúe cayendo en esta espiral que lo lleva a la debacle económica, social y política.
Recapitulando, los resultados registrados hasta ahora son muestra de lo anterior y, en esta ocasión, citaré sólo algunos:
Se pregonó que el presidente viviría con austeridad y beneficiaría a los pobres, pero vive en un palacio y su gobierno se ha quedado “corto” en la creación y mejora de empleos, aumentando la pobreza y provocando la migración de miles de mexicanos que, junto con los que lo hicieron con anterioridad, envían remesas para apoyar a sus familias y permitir en gran medida que el país se sostenga.
Se afirmó se crecería en promedio 4.0 por ciento al año y hoy el promedio es de 1.2. Se dijo que no se endeudaría más al país y a abril de este año la deuda aumentó 3.3 billones (SHCP).
Se hizo el compromiso de disminuir los homicidios, y al cierre del primer trimestre de 2023 hay en promedio 83 asesinatos diarios y más de 151 mil en lo que va de la administración, siendo estados gobernados por mujeres de Morena de los más violentos (SSPC).
Se ofreció un sistema de salud como el de Dinamarca, y hoy se tiene desabasto en medicinas, decesos de niños con cáncer por falta de tratamiento, 15 millones de recetas sin surtir, más de 800 mil muertes por la pandemia, y un IMSS Bienestar que sólo opera en Nayarit sin el menor resultado.
Se comprometió a respetar la legalidad para la inversión, pero se ignoran negociaciones, se cancelan proyectos y se expropia bajo procedimientos legales dudosos (TMEC, Constellation Brands, compra de Banamex, tramo ferroviario a Grupo México).
Se prometió defensa y respeto a los derechos de las mujeres, pero se agrede a grupos feministas y a la ministra presidente de la Suprema Corte.
Se dijo “no derribar un solo árbol” en la construcción del Tren Maya, y se ha generado un ecocidio irreversible.
Como mexicana y diputada federal te invito a analizar lo que he señalado para que, llegado nuevamente el momento, hagamos del voto nuestro instrumento para frenar este desastre que tiene su base en la incongruencia en la forma de gobernar.
Recordemos que no ejercer el voto o hacerlo de manera errónea es el primer error, lo demás son consecuencias.
Si la agenda del país lo permite, en el siguiente artículo ahondaré en este tema.