Para Rubén Zamarripa, hombre homosexual de 75 años de edad, y para Korina Corona, mujer trans de 61, “es muy complicado ser adulto mayor LGBT”, y por eso crearon , un refugio para las futuras generaciones de la diversidad.

Ansiedad, depresión, soledad, enfermedades, tristeza, rechazo, olvido, entre "otras cosas", dicen que es lo que enfrentan las vejeces de la diversidad sexual.

Conscientes del cambio generacional y del avance de los derechos para las personas de las poblaciones en la capital del país, Rubén y Korina recuerdan las persecuciones del gobierno en el pasado, las racias, los asesinatos, las violaciones, los señalamientos de sus familias, estar en el clóset y la discriminación de la sociedad.

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"Tuvo que haber mucha sangre (para llevar a cabo la marcha de la CDMX). Cuando a mí me tocó era llegar al Monumento a la Revolución, salías y sabías que tenías las fuerzas de choque, los famosos granaderos, esperaban la mínima provocación para gasearnos, que era con lo que empezaban", cuenta Korina a, al recordar la época de "El Negro " Durazo en el entonces Distrito Federal.

"Era peligroso, levantaban a mis compañeros ahí en Zona Rosa y te llevaba la racia. A los chicos siempre les fue mejor, por el simple hecho de que vivimos en un sistema tan machista, en una heteronorma. Los policías como veían que eras hombre, aunque fueras gay, te trataban como hombre, 'para quitarte lo puto, tú eres cabrón'", relata.

Muchas de sus amigas y compañeras trans trabajadoras sexuales ya no salieron de Tlaxcoaque, lugar que se usaba para torturar en la Guerra Sucia de México. Korina jamás supo de ellas.

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"Nos violaban, nos llevaban a un cuarto apestoso, horrible, y ya después de que nos habían golpeado, nos violaban sexualmente. Esa doble moral: Me detienes por ser quien soy, pero por otro lado me abusas", recuerda. También comparte cómo con un palo les golpeaban en las plantas de los pies o como las electrocutaban mientras se escuchaban los gritos.

"Después tú oías como estos personajes desalmados decían 'no aguantó'", señala.

Para la activista trans, las juventudes de la diversidad ahora son "están súper revolucionadas". "A esta edad, les insta a "seguir gritando" para que se respeten sus derechos porque "no debe haber retrocesos".

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Rubén recuerda cómo a los hombres homosexuales de su época los detenían también, a veces golpeados, a veces no. Reconoce que no luchó bastante, pero sí contribuyó a qua cambiaran los tiempos.

"Yo iba a la marcha esporádicamente, sentía pena que me fueran a ver, porque yo no me definí homosexual en la familia; nunca me cuestionó mi madre, absolutamente nadie. Entonces yo la lleve bien porque había casos en que los corrían", dice.

El sueño de Rubén es que haya un espacio como Pintando Arcoíris, para que las personas puedan llegar y sentirse en familia. Dónde puedan ayudar, como a él que en 2019 pasó por "una depresión tremenda".

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kicp

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