Todos tienen un lugar en la mesa del comedor comunitario Manos Amigues, un proyecto encabezado por Brent Alberghini que busca ayudar a personas en situación vulnerable, pero que también trabaja para fomentar la inclusión hacia la comunidad LGBTTTIQ+.
El espacio que abrió sus puertas en la colonia Guerrero, en la Ciudad de Méxio, en julio del año pasado, inició como un plan de entrega de despensas y apoyo alimentario durante los primeros meses de la crisis sanitaria por Covid-19 en México.
“Con la pandemia, vi una necesidad fuerte en México”, cuenta Brent, quien es originario de Estados Unidos, pero vive en nuestro país desde hace 14 años.
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“La vi en EU también, pero allá daban apoyo a la gente cada semana y aquí el gobierno mexicano no ayudó en nada a las personas. Entonces, desde mi departamento lancé un banco de alimentos que se llamaba Burritos, no bombas”.
A partir de donaciones y gracias a la organización Americas Unite, de la cual es fundador, Brent logró repartir despensas en la Ciudad de México a casi 13 personas cada semana durante más de un año. Pero para que la ayuda pudiera llegar más lejos, hubo que crecer.
Los vecinos de la calle Pedro Moreno saben que el primer plato se sirve a la una y, aun así, desde horas antes hacen fila afuera del comedor para poder comprar una sopa con arroz, frijoles, tortillas, guisado, agua y postre por tan sólo 11 pesos, servicio del que se benefician cerca de 200 personas de lunes a viernes.
Abrir y mantener Manos Amigues ha sido una labor colaborativa y de voluntariado, pensada en unir a las personas a través de la comida.
“Todos tenemos que comer y es una necesidad que podemos separar de nuestra identidad, género, religión y clase social”, asegura Brent.
“Manos Amigues es como una versión de manos amigas, que son manos que apoyan, pero la versión sin género, para que se acerquen todas las personas”, comenta el activista.
Actualmente, el gobierno de la Ciudad de México subsidia los alimentos y Americas Unite cubre la renta del local.
“La gente está feliz de tener un programa de comida de calidad a ese precio. Esto está dando mucho impacto en la comunidad. Hay muchos viejitos que vienen, servimos comida a personas con discapacidad, y aunque es un espacio LGBT, nuestras puertas están abiertas a todas, todos y todes.
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“Este es un espacio seguro para comer, lejos de los problemas que enfrentan en otros lugares, las personas transgénero más que nadie. Realmente es difícil estar en una sociedad sin violencia contra elles”.
Brent ha llevado su proyecto comunitario un paso más allá, pues, asegura, la comida nutre y sacia al cuerpo, pero también hace falta alimentar al alma.
Por ello, el espacio que creó ha fungido también como un sitiopara impartir clases de baile, montar exposiciones, proyectar películas, documentales y realizar shows de artistas en vivo.
“Se hacen conexiones muy interesantes aquí porque vienen muchas personas que no son de la comunidad, pero ven que está presente y quieren participar, entonces ven que tenemos más en común de lo que tenemos de diferencia”, narra.