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A un año de jubilarse, el profesor Pedro Ramírez Vázquez, recuerda que siempre quiso ser maestro.
Para él, lo más importante es mostrarles a sus alumnos la telesecundaria Benito Juárez en Naucalpan, Estado de México, que hay mucho mundo lejos de la polvareda, los asaltos, y la falta de servicios a las que se enfrentan todos los días.
Para él, en 38 años de carrera, sus alumnos han sido su principal impulso.
"Los alumnos son todo. Uno está equivocado si cree que les va a enseñar. Está uno aprendiendo de ellos todos los días. Lo más importante es eso. Lo que hacemos es para ellos. Si yo me júbilo, no me voy a llevar una banca o el pizarrón. Todo es para ellos", dijo.
En su salón de clases, de paredes verdes, muestra orgulloso la biblioteca escolar y las obras con las cuales sus alumnos han aprendido a amar la lectura:
“La revolucioncita mexicana”, de RIUS; “Drácula”, de Bram Stoker; y “El perfume”, de Patrick Süskind, con esta última lectura no está muy contento porque piensa que no es acorde a la edad de sus alumnos, pero reconoce que, “vieron la película y les gustó mucho el libro. Lo que sea, con tal de que lean”.
Entre sus grandes tristezas, lo que les pasa a sus alumnos. Hoy, por ejemplo, toma un folder azul, lo abre y cuidadosamente saca una hoja que pone sobre su escritorio: es la alerta ámber para localizar a Moisés, uno de sus estudiantes de tercer grado de secundaria. El adolescente, de 14 años de edad, estuvo desaparecido durante dos semanas; sus padres lo encontraron y luego lo internaron en una "granja" para tratar las adicciones.
"Mi muchacho se sentaba ahí. Tremendo, pero es buen muchacho", y señala el pupitre más cercano a su escritorio.
“Es sólo una muestra, no tendríamos que hacer apología. Ojalá que todos tuvieran la posibilidad de tener un lugar a dónde dirigirse cuando enfrentan problemas.
Nuestra escuela intenta dar eso. En muchos casos no sólo en este uno se siente impotente, quisiera hacer uno más”.
El maestro Pedro está a un año de jubilarse. Con tristeza, cuenta que la inseguridad y la delincuencia se han apoderado del entorno donde se encuentra su telesecundaria: la Benito Juárez, en la comunidad de El Molinito, en Naucalpan, Estado de México.
Jóvenes pobres, provenientes de familias monoparentales, a muchos los asaltan de camino a clases, les quitan los pocos bienes que tienen: su mochila, unos tenis bonitos, también las drogas se han convertido en un riesgo.
"La inseguridad sigue campeando como Pedro por su casa. Todo eso no se ve en los programas de gobierno, ni en los medios. No se sabe a todo lo que nos encontramos como maestros. Lo que más nos preocupa es que aprendan pero por la tarde no hay quien los atienda", platica.
“La violencia impacta sobremanera, tiene uno que venir con el Jesús en la boca, de pensar que me pueden asaltar cuando llego a la escuela o regreso a la casa. Aparte de la presión propia de preparar las clases, dar la clase, revisar tareas, calificar, mantener la disciplina entre los muchachos. Aparte de eso, es tener la pesadumbre de saber si podré llegar a mi casa el día de la quincena, o si nos van a asaltar y podremos cumplir nuestras obligaciones con la familia”.
Entre sus grandes alegrías, platica, está cuando alguno de sus estudiantes regrese y le cuente que terminó su carrera, que entró a la universidad o alguna preparatoria de la UNAM, su alma máter. Cuenta orgulloso que ha formado profesionistas, arquitectos, abogados e ingenieros pero, sobretodo, ciudadanos y buenas personas.
“Solo el hecho de que te vengan a saludar, bienvenido seas. Las cosas más sencillas son lo que más conmueve y debería conmover”, cuenta.
“Con que existan profesionistas que egresan de esas generaciones de alumnos, nosotros como maestros estamos bien pagados. Aunque para decirle, el ser profesionista tampoco lo es todo. Aspiramos a que el muchacho sea solidario, sea honesto, intenté trabajar y sea responsable. Si nosotros contribuimos en algo a que sean buenos ciudadanos, estamos bien pagados”, dice.