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“Todas hemos recibido cuidados, y para hablar de esto hay que empezar por reconocerlo”.
Margarita Garfias.
Por: Alejandra Haas
Hace ya varios años, en una reunión gubernamental, un funcionario mostraba unas gráficas de frecuencia de delitos cometidos en ciertos municipios violentos del país. Para medirlo, el dato que se incorporaba era las llamadas a las fiscalías. 15 por robo en vía pública, 7 por robo de automóviles. Cuando terminó su exposición, le pregunté al funcionario si no había llamadas registradas por violencia doméstica. Me dijo que sí, pero que eran tantas (unas 400 en el mismo periodo) que no las agregaba porque “me distorsionan la gráfica”.
Ponerse los lentes de la perspectiva de género es como solemos referirnos al esfuerzo de mirar con un filtro que las diferencias en el ejercicio de los derechos de hombres y mujeres no se deben al azar sino a sus roles asignados socialmente y al diseño de instituciones y prácticas que derivan de ello. Pero pienso que se trata más de quitarse la venda que de ponerse unos lentes, porque se trata de ver lo obvio: que si el dato distorsiona la gráfica, la solución no es quitar el dato, sino de atender el problema que es de una magnitud inmensa y que por lo tanto requiere de toda la atención del Estado y la sociedad.
Así ocurrió con los cuidados después de la pandemia. Lo obvio y dicho reiteradamente es que las mujeres tienen cargas de cuidados superiores a los hombres y que el Estado y el mercado (y los propios hombres) se benefician de ello mientras que las mujeres cargan con el peso de la falta de tiempo y la culpabilización. Pero tuvo que haber una pandemia de por medio -y la suspensión de 18 meses de las escuelas- para que algunas personas se quitaran la venda y vieran cuánto descansa en los hombros de las mujeres.
Sin embargo, esa toma de conciencia no ha logrado concretarse en la construcción de soluciones a este gran problema. Con algunas excepciones, el Estado y la sociedad siguen operando bajo la lógica de que los cuidados son atribución exclusiva de las mujeres y todo lo demás es una “ayuda”.
Por eso fue tan relevante la reunión que convocamos la semana pasada con representantes de más de veinte entidades federativas, algunos municipios, instituciones federales (del ejecutivo, legislativo y judicial) y organismos internacionales, así como organizaciones sociales y personas de la academia. En la sede de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social se sentía una ola de cambio, una inteligencia compartida respecto de donde tenemos que ir y qué tenemos que hacer.
“Lo personal es político” se dijo una y otra vez, ante la certeza de que los cuidados son centrales al sostenimiento de la vida y que por lo tanto exigen políticas y financiamiento sostenibles, acompañados de una transformación cultural profunda. No se trata de cuestionar el afecto ni de desmembrar las relaciones familiares. Se trata de reclamar el derecho a decidir cuidar y cómo hacerlo, de hombres y mujeres por igual, y se trata de que el Estado mire el cuidado como un derecho pero también como un elemento estratégico y central del bien común. Una sociedad donde el cuidado es repartido y de calidad es una sociedad mejor preparada para todo: el desarrollo económico, la cohesión social, la paz y la prosperidad.
Se trata de asumir que el estado de bienestar es un estado cuidador, que ofrece servicios universales y de calidad para asegurar derechos. Se trata de reconocer que Mexico es vasto y diverso y que por lo tanto necesita sistemas de cuidados que respondan a esas diversidades.
Algunos ejemplos latinoamericanos -Colombia, Uruguay y Costa Rica- nos ayudaron a pensar cómo hacerlo y qué elementos se tienen que tomar en cuenta, mientras que las legisladoras federales y locales que asistieron relataron los procesos que hasta la fecha han avanzado aunque no culminado. Las representantes de organizaciones y las académicas nos recordaron que estamos hablando de personas cuidadas y cuidadoras, con todas las intersecciones y complejidades que eso significa.
El llamado que emanó de las presentaciones y de las conversaciones que tuvimos en esos dos días fue a la construcción colectiva de sistemas de cuidados en los tres niveles de gobierno, con una mirada feminista y de derechos humanos, que equilibre las cargas, destruya prejuicios y libere el preciado tiempo de quienes actualmente cuidan a la vez que asegure cuidados de calidad para quienes los requieren.
Una verdadera revolución.
-o-
El 18 y 19 de mayo se llevó a cabo el evento “El futuro de los cuidados en México”, convocado por Oxfam México, la Fundación Frederich Ebert, en Centro Espinosa Yglesias, el Instituto Nacional de las Mujeres, Onumujeres, la Alianza Global por los Cuidados y la Conferencia Interamericana de seguridad social. Gracias a todas las personas que lo hicieron posible y a quienes asistieron.
Directora Ejecutiva de Oxfam Mexico