Ni las granizadas, las heladas fuera de tiempo ni las inundaciones que este año han azotado a la Ciudad de México detuvieron a Noel Pérez, quien ya está listo para distribuir la flor de cempasúchil que produce en Xochimilco.
En una chinampa en el paraje de San Sebastián, pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, donde las flores color naranja sobresalen en las macetas, el agricultor de 55 años cuenta cómo las adversidades climatológicas han sido sus enemigas durante casi todo el año.
“Es una tradición, un cultivo artesanal. Todo se elabora a mano, nunca tenemos una planta igual o una cosecha igual año tras año”, recalca con orgullo.
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Refiere que los productores siempre enfrentan diferentes problemas que tratan de solucionar para sacar la mejor calidad que se pueda.
“Muchas veces tenemos problemas en la producción, como el agua, las inundaciones, granizadas y heladas antes de tiempo, nos afecta mucho el clima”, expone Pérez a tres meses de haber comenzado su cultivo de cempasúchil.
Orgulloso de pertenecer a la tercera generación de una familia campesina, asegura que a diferencia de otros productores de plantas ornamentales, no está peleado con la tecnología y también lamenta la contaminación del agua que llega a las parcelas y que impacta sus cultivos, pues provoca mermas.
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“Hay que ir adaptándose a la tecnología. Obviamente, sirve de mucho; por ejemplo, para controlar e identificar plagas (…) El principal problema es el agua. La calidad del agua que llega a los canales es muy mala. Como ahorita Xochimilco se ha estado inundando a cada rato, hay muchas descargas que llegan contaminadas hasta aquí”, dice.
El clima y la calidad del agua no son los únicos obstáculos para el chinampero, ya que la producción exponencial de la flor de cempasúchil en estados aledaños a la capital lo hace buscar estrategias para competir en el mercado.
“La competencia de otros estados que ya producen cempasúchil, que también es de buena calidad, es otro reto. Ante eso, se les compite con el precio, bajándonos un peso, siempre tratando de sacar la mejor calidad que se pueda”, refiere.
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“Nosotros estamos en un lugar muy privilegiado, como lo es la Ciudad de México. No batallamos como los productores de Tlaxcala o Puebla, por ejemplo; nosotros no batallamos para llevar el producto a la Central de Abasto y eso es una ventaja, definitivamente”, asevera el hombre, que este año produjo 60 mil plantas de cempasúchil de bola y otras 35 mil de clemolitos, que son variedades más pequeñas de la tradicional flor.
Don Noel, quien durante el año cultiva al menos 17 especies de plantas de ornato, cuenta que los pétalos que en el proceso no llegan a la etapa de distribución ya no son desperdicio.
“No los tiramos, sino que le estamos dando una transformación a la flor de cempasúchil; mi exesposa se dedica a hacer jabones y aceites con la flor; mi esposa es originaria de la sierra norte de Puebla y la tradición en su pueblo es hacer rebozos, chales y más artesanías; entonces, ellos ocupan la flor para hacer pigmentos y así se le aprovecha al máximo”, comparte.