El ex presidente Luis Echeverría afirma que los integrantes del Consejo Nacional de Huelga estaban armados y que el batallón Olimpia estuvo en Tlatelolco para capturarlos el día 2 de octubre.
En su opinión, debió haberse aceptado la destitución de Luis Cueto , el entonces jefe de la policía capitalina, cuya cabeza exigía el movimiento estudiantil. Y considera que para resolver un problema como el que se enfrentó entonces, el gobierno debió haber actuado “con una gran permeabilidad, escuchando sin impaciencia, en muchos sectores del gobierno, para analizar problemas específicos”.
Y por primera vez comenta los hechos que se derivaron del minuto de silencia en Michoacán , en honor de los caídos en Tlatelolco.
“Sí, aquí causó mucho disgusto y querían cambiar de candidato. Así fue. Pero no, no me afectó. Yo dije pues les va a costar trabajo”.
Luis Echeverría, presidente de México de 1970 a 1976 , no fue sustituido como candidato, pero aquel que lo eligió lo lamentó el resto de sus días. Y Echeverría lo supo.
“Sí, sí, él (Díaz Ordaz) lo dijo muchas veces. Que se estaba rasurando, se veía al espejo y decía: :”¡Pendejo, pendejo, pendejo!”. Echeverría mismo lo cuenta, y se nota que le fluye adrenalina.
Sobre el 10 de junio de 1971, día de memorable represión en su gobierno, asegura que no fue asunto grave. “Es un mito” que haya habido muertos o desaparecidos. Es más, apunta que fueron los estudiantes los que entraron al hospital Rubén Leñero y golpearon en sus camas a “halcones”.
Luis Echeverría asegura que en el 68, el presidente Díaz Ordaz ordenó al Ejército capturar al Comité de Huelga originando así la balacera
En la fotografía, la primera plana de EL UNIVERSAL, en la que Luis Echeverría le contó a esta casa editorial sobre la tarde del 2 de octubre.
-Entonces el presidente sí estaba en la Ciudad de México. ¿Ustedes mantuvieron comunicación a lo largo del día (2 de octubre)?
-En la noche sí, con todo lo que pasaba en Tlatelolco. En la noche sí.
-¿Usted le avisa al Presidente de lo que está pasando en Tlatelolco?
-No, él se entera al mismo tiempo. A mí me avisaron. Yo estaba hablando con Siqueiros y con Angélica tranquilamente, cuando me avisaron. Le avisaron al presidente y a todo el mundo. Un escandalazo. En cinco minutos estaba en la radio, en la televisión.
-¿Quién le avisa a usted?
-¿Quién me habló? Varias llamadas, el jefe de la policía del DF, yo creo. Sí, pero se hizo un reguero de información, en dos minutos estaba en las estaciones de radio, de televisión, en todas partes.
-Si el Presidente se estaba enterando al mismo tiempo que usted, entonces ¿quién fue el que organizó todo lo que pasó?
- La orden fue de él, que fuera el Ejército para capturar al Comité de Huelga con el Batallón Olimpia: ahí surgió la balacera.
-Pero la balacera surge, de acuerdo con muchos testimonios, en el momento en que integrantes del batallón Olimpia empiezan a disparar.
-Dispararon, con diferencia de segundos, de arriba y de abajo, del lado derecho y del lado izquierdo, porque le dieron un balazo al comandante de la fuerza militar, por la espalda, un tiro que salió de algún edificio. Los muchachos del Comité de Huelga dijeron que había sido el batallón Olimpia; pero era su jefe… es que los muchachos llevaban armas también, siempre las llevaron. Hubo balazos cruzados. Así fue realmente.
-¿Rechaza las versiones de que el batallón Olimpia es el que realmente inicia el tiroteo?
-Totalmente, totalmente.
-¿Hay evidencias?
-Muchas opiniones contradictorias: de los partes militares que se publicaron al día siguiente, de los miembros del Comité de Huelga, de los periodistas que estaban presentes, pero sí hubo fuego cruzado, como no. No iba el Ejército a disparar nada más porque sí.
-Hubo una agresión, pero el problema es quién la inició…
-El primer tiro fue al comandante militar, eso sí. Después se generalizó. Claro que el poder de fuego del Ejército es muy… (inaudible). Pero en estos casos, y siempre ha pasado en la historia así, se desatan las pasiones y los temores y las angustias, se abre un infierno.
-El general García Barragán le mandó una carta a Corona del Rosal poco después de que éste dio una entrevista a la revista “Siempre”, en la que daba un relato de lo que había pasado en 2 de octubre. En la carta dice: “Por lo que veo, por tus declaraciones, me doy cuenta que todavía no crees oportuno contar la verdadera historia de lo que pasó el 2 de octubre..”.
-¿Le dice García Barragán a Corona? No la vi, ¿cuándo se publicó?
-Es una carta que rescata “Proceso” tiempo después: es una carta que nunca fue desmentida.
-¿Una carta del secretario de la Defensa al jefe del Departamento, que estaba la copia en la Defensa y el original en el departamento? Entonces ¿cómo se publicó?
-No sé, no sé coma obtiene la revista, pero nunca fue desmentida y se señala en ella que hasta el momento no se ha dicho la verdadera historia.
- ¿Lo dice el general García Barragán, ya es secretario de la Defensa?
-Ya ex secretario de la Defensa
-¿Al general Corona que publicó un libro autobiográfico…? Probablemente.
-Entonces todavía no sabemos cuál es la verdadera historia.
-La verdadera historia es que el presidente ordenó que fuera el Ejército. El presidente lo ordena, simplificando las cosas. Y que ahí comenzó la balacera, porque hubo un balazo al comandante militar que estaba ahí. Simplemente. No se iban a mover tanques sin orden presidencial. Así fue… desgraciadamente así.
-Se habla de que desde dos días antes, el ejército había organizado la instalación de francotiradores…
-Los miembros del Comité de Huelga así lo declararon después. Porque hubo fuego cruzado. Y los propios muchachos del Comité de Huelga no controlaban a otros muchachos que iban con pistolas. Lo publicó “Milenio” también, hace 15 días, armas que llevaban los jóvenes, pero claro en competencia con el Ejército no significaba mucho. Así es.
-¿Se justificaba la rebeldía de los muchachos en ese momento?
-Yo me lo explico perfectamente, pero muchos se excedieron llegaron a provocar al presidente de la República, a que bajara de Palacio a dialogar con 50 mil, todo fue contra el presiente, todo, todo fue… todas las manifestaciones fueron contra él.
Yo le voy a dar la copia de la historia que hizo el presidente en el informe del 68 y de 69, con pelos y señales. Así es. Yo pude ser candidato porque las circunstancias me colocaron al margen y me fui a toda la República y me fui a universidades y escuelas técnicas y no tuve ningún problema. El único que hubo fue en Michoacán, porque yo quise entrar a la Universidad a discutir. Es el único en toda mi campaña. No tuve problema con sectores campesinos, obreros y militares. No tuve problema, ningún incidente.
- Es en Michoacán precisamente, si no mal recuerdo donde usted rinde un homenaje a los muertos…
- Claro, sí, sí.
- … del 2 de octubre de 1968.
- Sí, y aquí causó mucho disgusto y querían cambiar de candidato. Así fue.
- Entonces usted sí resintió ese cambio en el parecer del Presidente…
- Sí
- ¿Le dijo algo?
- No, pero trascendió, sí se supo que a Martínez Domínguez le dijeron que no se moviera, que se acuartelara. Y fue una discusión en altas esferas políticas. Yo estaba de gira, en Zamora, en Jiquilpan, en Jalisco. Pero sí me llegaron muchas versiones de que quería cambiar de candidato, porque un muchacho, en ese mitin que se produjo con motivo de mi visita a la Universidad, gritó: “¡Un minuto de silencio por los muertos de Tlatelolco!”, y yo dije “sí, un minuto de silencio por los estudiantes y los soldados muertos”. Entonces, trascendió mucho en México lo que yo dije.
- ¿Cambió el trato del Presidente hacia usted a partir de ese momento?
- No hubo mucho trato en la campaña. Yo andaba de gira en todas partes. Pero sí, ese incidente provocó aquí… bueno, los enemigos que uno tiene en su propio partido, los candidatos, había otros que se habían quedado en la banca y dijeron: Si se cambia candidato, a lo mejor me toca”. Así son las cosas. En la gira, ese mismo día, me comentaron a mí a las tres horas; “se dice en México que va a haber cambio de candidato”. Yo dije, bueno, si me cambian a mí, les va a dar mucho trabajo.
- ¿Y las fuentes eran fidedignas?
- Sí, políticos que hablaron de aquí a la gira, periodistas que recogían rumores, un grillero. A mí me lo dijeron ese día en la noche. Estábamos en Jiquilpan. “Que quieren cambiar de candidato”. Bueno, les va a dar mucho trabajo, dije. No, si ser candidato a presidente es una cosa muy complicada. Yo tuve dos días de descanso, auténticamente, en seis años de presidente. Dos, un día en Los Pinos, y otro en Cuernavaca. Pero todos los demás...
- Después se hizo como algo del dominio público que el presidente Díaz Ordaz todos los días, cuando se veía al espejo decía que había sido un error… (haberlo elegido a usted).
- Sí, él lo dijo muchas veces. Que se estaba rasurando, se veía al espejo y decía: “¡Pendejo, pendejo, pendejo!”. Y lo contaba a mucha gente. Este muchacho Pagés hermano de la directora de “Siempre”, antes de que se pelearan estuvo escribiendo en esa revista y escribió sobre eso. Que se lo había declarado en una entrevista el licenciado Díaz Ordaz. Fíjate que cosas tan contrastadas, ¿no? (respira profundo). Yo salí, el día que tomé posesión, me acompañó el licenciado Díaz Ordaz hasta el despacho del Palacio, se despidió y nunca volví a hablar con él en 10 años.
-¿Ese lapso comprende hasta que murió?
-Nunca, ni una palabra, nunca quise hablar con él.
-¿Qué era lo que pasaba por la cabeza de usted cuando se enteraba de que querían cambiar de candidato, que habían visto mal esto?
-Pues así es la vida. Cuando uno se lanza a estas cosas le puede costar hasta la vida, No solamente una postulación.
-¿Sólo fueron rumores en ese momento o hubo alguna acción específica?
-Al presidente del PRI le dijeron que se acuartelara, que no se moviera, que no se fuera de la ciudad de México, porque podía haber un cambio. En el Fondo a mí no me preocupó porque yo había provocado el incidente y sabía de qué se trataba. Porque además era una entrega total para servir auténticamente. Si me releva, pues lo lamento mucho, qué voy a hacer. Pero no ocurrió, no me afectó psicológicamente.
-¿No hubo posteriores acciones del gobierno de Díaz Ordaz para molestarlo, para obstaculizarlo?
-Ninguna, ninguna, al contrario, Martínez Domínguez era muy gente de él y me hizo una excelente campaña. Yo nunca había sido su precandidato y él mismo había sido mencionado para ser candidato y no me veían mi edad ni antecedentes; no había sido diputado ni senador ni gobernador.
Uno es ser humano y no puede tomar esas cosas así nada más, no se puede sólo decir “bueno, este hombre está medio loco”.
-¿Qué es lo que se generó en usted respeto de Díaz Ordaz?
-Hacer un cambio de política nacional e internacional a fondo, de 180 grados. El tenía mucho temor de los países socialistas, la Unión Soviética, China y Cuba. El primer año fui a la URSS y acabé en Cuba.
-Un asunto pendiente. Un personaje importante, el general Castañeda.
-Una gente de primera categoría. La seguridad del presidente depende el Estado Mayor Presidencial, de tal manera que el jefe del Estado Mayor y los oficiales que lo rodean están continuamente alrededor del presidente, muy cerca, a unos metros, recibiendo información de todo lo que ocurre en el país.
-Pero me decían que el general Castañeda es el que ocupa el lugar del general José Hernández Toledo cuando cae herido en la Plaza de las Tres Culturas…
-No absolutamente no, anda por su lado.
- Porque con ese antecedente…
- Se publicó hace poco en Milenio la lista del batallón Olimpia
- No, en el batallón Olimpia, en las fuerzas que llevaba el general Hernández Toledo, ¿no estaba él en Tlatelolco el 2 de octubre?
- No, no
- ¿No era el segundo de a bordo de Hernández Toledo?
- No, absolutamente no. El estaba dedicado a la educación. Que yo sepa, no.
- Ahora pasemos a su sexenio. Usted me decía la otra vez que una de las primeras cosas que usted hace es abrir las puertas de las cárceles a los jóvenes que fueron detenidos por el conflicto estudiantil.
- A las tres semanas de haber tomado yo posesión, de casi 400 salieron a sus casas 350 con mecanismos legales. Los otros, poco tiempo después. Estuvieron en la Navidad y Año nuevo en sus casas.
- Pero al año siguiente de su toma de posesión vuelve a haber problemas con los muchachos que se solidarizan con el conflicto en Nuevo León y vuelve a haber heridos, muertos, desaparecidos el 10 de junio de 1971
- El 10 de junio se organizó una manifestación cerca del Casco de Santo Tomás. Entonces el DDF envió a los “Halcones” con instrucciones, eran muchachos policías y para evitar que hubiera provocadores y comenzaran a romper vidrieras de negocios y a quemar camiones. Los “Halcones” llegaron con unos palos de tipo japonés como de 2 metros y medio. Entonces se trenzaron con estudiantes y se pegaron recíprocamente y no hubo muertos. Eso es un mito. Hubo heridos.
- Pero los “Halcones” fueron a perseguir a los muchachos hasta el Rubén Leñero, para seguirlos golpeando…
- Los muchachos a los “Halcones”.
- No, los “Halcones”…
- No, no, los muchachos a los “Halcones”. Los que se refugiaron heridos en el Rubén Leñero fueron “Halcones”. Y una noche, compañeros suyos fueron a sacarlos.
- Heberto Castillo platicaba alguna vez que lo había llamado el secretario de Gobernación…
- Moya Palencia.
- … Moya Palencia, y que le había mostrado las fotografías de lo que había pasado ahí, en las que se veía a los “Halcones” golpeando a los muchachos…
- Se golpearon recíprocamente.
-… En las camas del Rubén Leñero.
- Se golpearon recíprocamente y entraron con cierta violencia “Halcones” a rescatar a sus compañeros heridos. Así fue. No hubo muertos. Una trifulca. Entonces yo destituí al jefe del DDF, que había sido el jefe de mi campaña y al jefe de la policía, que conocía hacía mucho tiempo.
- ¿Quién organiza a los “Halcones”, cómo se crea el grupo?
- ¿Con Corona del Rosal?
- Sí, porque comenzaron a explotar bombas en la ciudad de México y habían tirado una torre de corriente eléctrica por la carretera de Pachuca, entonces pensaron en crear al grupo – yo todavía no estaba en la administración – y pensaron que era útil hacerlo. Eso fue, no fue otra cosa. No los crearon para que combatieran una manifestación dos años después. Andaban de civiles por el Viaducto y por el Periférico.
-Estaban bajo el mando de quien.
- De algún jefe policíaco. Entonces los heredó el DDF con Alfonso Martínez Domínguez, y luego los mandaron ahí; hubo una trifulca un poco seria, la gente estaba espantada por lo del 68, y a los tres días o cuatro yo destituí al jefe del DDF.
- ¿Usted leyó aquella versión que le da Martínez Domínguez a Heberto Castillo de aquella tarde?
- Martínez Domínguez la ha repetido; que estaban…
- Que estaba con usted en Los Pinos…
- Pues sí, iba tres o cuatro veces a la semana; lo demás ya es imaginación. Entonces agrégale ahí, lo peor, que había muchachos heridos en el Rubén Leñero y que de ahí me llamaron por teléfono “que hay un grupo de heridos”, “¿Ah, sí? Sáquenlos y quémenlos”.
El problema es que Martínez Domínguez fue precandidato a la presidencia, un excelente, muy activo jefe de mi campaña, no lo nombré secretario de Gobernación, él no me veía a mi capacidad política cuando yo era secretario de Gobernación y él me organizó bien mi campaña… con mucho sentimiento los destituí. Para mí fue la sanción al tumulto, por su falta de previsión, porque yo había hecho una campaña muy larga, muy esforzada, sin un día de descanso, y así fue, y no me parecía que esa falta de precaución y de tacto no estuviera en armonía con el esfuerzo que estábamos haciendo y con la renovación que habíamos hecho. Eso fue.
- El dice que fue un ardid para sacarlo de la jugada política. Que usted lo organizó todo…
- Sí, como era candidato presidencial con cinco años y medio de anticipación… Qué ardid ni qué ardid. A muchos no les gustó que yo fuera candidato. Yo era el más joven y el que no había sido ni diputado ni gobernador y me puse a trabajar.
- ¿Pero fue falta de previsión de su parte o fue también mala fe de Martínez Domínguez al mandar a los “Halcones”?
- No, para eso estaban, para evitar más desórdenes y atentados; lo que no previeron bien fue que creo que les dijeron que fueran desarmados, que no llevaran pistolas ni fusiles, pero sí llevaron… tiene un nombre japonés…
- ¿Toletes?
- No, una cosa que usan los japoneses para pegar. Eso fue, y los estudiantes se los quitaron y se pegaron.
- ¿Qué interpretación le da el hecho de que a pesar de lo que había pasado, López Portillo lo hace gobernador?
- Porque no había sido, digamos, una cosa demasiado seria. Era un político muy hábil.
- Pero fue grave lo que pasó el 10 de junio…
- No mucho, se exageró mucho. Absolutamente.
- Lo premiaron a pesar de haber cometido una muy grave falta. ¿Por qué lo premian?
- En realidad no fue muy grave. Fue un error, falta de previsión, era un político muy hábil, muy laborioso. Había comenzado con un trabajo muy modesto en el DDF y había ascendido hasta presidente del PRI. Luego pensó que podía ser también candidato, Pero a mí me tocó.
- ¿Cómo debió haberse enfrentado el problema de la inconformidad estudiantil?
- En el desarrollo estabilizados, que era una política económica muy restrictiva, en beneficio de los empresarios, con la idea de acumular capital para crear fuentes de trabajo, había una gran pobreza en las universidades, solicitudes de nuevos centros de educación. Ciertamente, en nuestro partido se fueron eternizando gentes de épocas pasadas y había una muy explicable inquietud. No era y no ocurrió, que encabezaran una revolución como se manifestaba, que atrajera a campesinos y obreros, o que influenciara mucho a la población.
Lo de Tlatelolco fue el 2 de octubre, y los juegos olímpicos, con una gran fiesta, el 12 de octubre. Y ya se acabó, eso es realmente lo que pasó.
- Pero lo que pasó el 2 de octubre que desactivó totalmente el movimiento ¿fue la mejor manera de enfrentar el movimiento?
- No creo, yo hice un llamado al diálogo, yo no intervine, el comandante supremo del Ejército es el presidente. Está en un periódico que se llama EL UNIVERSAL y en “Reforma”.
- ¿Cómo debió haberse resuelto ese problema?
- Creando muchas comisiones que hablaran de aspectos netamente escolares, la situación de los transportes, impresión barata de textos…
- Pero los muchachos no estaban pidiendo eso, pedían la renuncia del director de la policía. ¿Debió haberse aceptado la destitución de Cueto?
- Yo creo que sí, sobre la marcha. Ahora, el triunfo de la Revolución Cubana influyó en muchos jóvenes, la personalidad extraordinaria de Fidel Castro, la confluencia aquí en México, porque se encontró con él, el “Che” Guevara, otra personalidad extraordinaria, para ser ídolos de la juventud. Cómo no. Como pasó con el “subcomandante Marcos”, su ideal ha sido el “Che” Guevara.
- Lo que yo le pregunto es cómo debió haberse resuelto esa…
- Con una gran permeabilidad, escuchando, sin impaciencia, en muchos sectores del gobierno, para analizar problemas específicos, todo eso se va acumulando y hace un estado de ánimo. Luego dijeron que leían a escritores subversivos. No, un problema vital de poder estudiar, progresar en la sociedad, aspirar aunque fuera en forma modesta a cargos públicos. Dejó de hablarse de la Revolución Mexicana que es nuestra revolución. Estaban impresionados en la guerra fría unos con la Unión Soviética, otros con la Revolución Cubana y por sus héroes. Yo les dije en Morelia no hay que pedir héroes ajenos, son personajes extraordinarios, que van a pasar en grande a la historia Fidel y el “Che”, muy merecidamente, pero otra cosa es que al espacio de tiempo nuestro se les trate de incorporar para tratar de imitar lo que ellos hicieron. Ellos estaban en lo suyo. Nosotros hemos tenido otra tradición.
- Usted dice que no fue muy grave lo que pasó el 10 de junio…
- No, no.
- ...Sin embargo, es una de las manchas de su gobierno.
- Sí, pero después de eso ya no tuve ningún problema y pude salir al extranjero. Sí, será siempre eso absolutamente. Si cada gobierno tuviera que ver con todos los incidentes que dependen de autoridades inferiores… Cómo el presidente va a querer eso (lo que pasó).
- Una pregunta que yo he escuchado alrededor de esto es que el licenciado Echeverría, como secretario de Gobernación en 1968, dice que toda la responsabilidad es del presidente…
- Él manejó el Ejército, él manejó el Ejército y yo no intervine mucho. Es la verdad. Y el Ejército lo maneja el presidente, y el Ejército está ahora en Chiapas por órdenes del presidente. Y el Ejército ha combatido guerrillas y mantiene la seguridad del país. Entonces yo creo que se dejó crecer el asunto y no hubo permeabilidad. Yo creo.
- Bueno, en el 68, el secretario de Gobernación dice que la responsabilidad es del presidente…
- En el manejo del Ejército, ciento por ciento.
- … en el 71, el presidente dice que la responsabilidad es de otra persona, del jefe del DDF.
- Sí, los que manejaron un cuerpo seudopoliciaco que fueron los “Halcones”. El presidente no puede estar pendiente de una serie de detalles, pues, claro que estaba yo en el pináculo que tiene que ver con todo, pero no, no es posible, físicamente.
- ¿Por qué nunca se dio a conocer el resultado de la investigación del 10 de junio?
- Clarísimamente. Clarísimamente fue con la renuncia del jefe del Departamento y del jefe de la policía.
- Pero cuando se anuncia la renuncia de ellos…
- Se dijo por qué.
-… se dijo que se iba a hacer una investigación a fondo.
- No, se dijo por qué, claramente. A mí me preguntó la prensa si era la sanción y dije: “Sí, es la sanción, era mi responsabilidad”. Claro que los sancionados no me lo dispensan y pueden inventar 20 cosas. No.
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