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nacion@eluniversal.com.mx
A 45 días de que los niños regresen a clases, la distribución de los libros de texto gratuitos en todo el país reporta 52% de avance, aseveró el director general de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), Antonio Meza.
En entrevista con EL UNIVERSAL, rechazó que exista una “crisis” en el tema y aseguró que los más de 27 millones de niños mexicanos que estudian en educación básica tendrán sus libros de texto con un máximo de dos semanas de retraso.
En las últimas semanas se ha desatado una polémica con la demora en la producción y distribución de los libros porque la impresión inició con un rezago de cinco meses, se declararon desiertas 13 licitaciones para la elaboración de dichos materiales y se tuvo que descartar a una de las empresas ganadoras por pertenecer a un compadre del presidente Andrés Manuel López Obrador.
¿En qué momento del proceso va la distribución de los libros de texto gratuitos?
—Llevamos alrededor de 100 millones de libros, aproximadamente 52%, que están en los almacenes de los estados y de ahí están partiendo a las escuelas y a las supervisiones escolares de toda la República. Estamos a seis semanas de que inicie el ciclo escolar y llevamos buen ritmo de trabajo.
¿Hay riesgo de que inicie el ciclo escolar sin que todos los libros hayan llegado a su destino?
—No. Se ha hecho una compactación de procesos a partir de que iniciamos, un poco tarde, en marzo de este año. En junio teníamos en producción 100 millones de libros. Puede ser que algunos libros lleguen con un desfase de una o dos semanas, pero será una excepción.
¿Por qué se retrasó cinco meses el proceso?
—No es cualquier cosa elaborar, imprimir y distribuir 176 millones de libros. En años anteriores ha habido veces en que los libros de texto llegan desfasados cuatro o cinco meses, así que tampoco está para rasgarse las vestiduras. ¿Decirle que es una crisis? No lo es, es un ajuste de procesos que tiene que ver con un método nuevo de trabajo del gobierno.
¿Hacienda les recortó dinero para producir los libros de texto?
—No. No tenemos ningún problema financiero con el presupuesto de la Federación asignado para los libros de texto. Tenemos el dinero que requerimos. En lo que va del año hemos generado 400 millones de ahorro respecto al precio del mercado.
¿En qué consisten los ahorros?
—No tenemos ninguna información de recorte por parte de la Secretaría de Hacienda, no tenemos ninguna restricción económica para nuestro trabajo. Hubo una modificación a la Ley de la Administración Pública Federal para centralizar todas las adquisiciones en la Oficialía Mayor de Hacienda. La implementación de los cambios nos llevó tres o cuatro meses y a eso se debe el retraso en el inicio de la producción de los libros. Si los legisladores hubieran leído con detenimiento lo que votaban se hubieran dado cuenta que no era posible asignar una responsabilidad tan grande a una dependencia federal, pero lo hicimos.
¿A qué atribuye que se hayan declarado desiertas 13 licitaciones para elaborar los libros?
—Las licitaciones se declaran desiertas cuando los proveedores no dan el índice de precios adecuado al presupuesto asignado. [Cuando] los proveedores presentan precios muy altos que no son convenientes para la adquisición se declaran desiertas. Con base en eso se buscan proveedores sustitutos que tengan mejores precios que los ofertados en el proceso de licitación.
¿El precio que se ofertó era demasiado bajo?
—No eran los precios aceptables por parte de la Conaliteg y por eso se volvieron a licitar. El parámetro para la estandarización de los precios en el proceso de adquisición tiene como indicador el primer decil inferior al precio del año pasado. Eso fue un parámetro para establecer los criterios de adquisición, pero no hay ningún descuento de presupuesto, es un método de trabajo.
¿La política de austeridad puso en riesgo la producción de los libros de texto?
—No, pero nos obligó a trabajar horas extras. La planta para producir los libros está en Querétaro y produce alrededor de 15% o 20% de todo lo que consume, lo demás hay que ofertarlo con impresores privados. En esta ocasión, aparte de los privados y la comisión, incorporamos a Talleres Gráficos de México, a IEPSA (Impresora y Encuadernadora Progreso) y a más empresas.
¿Nadie les quería aceptar el precio tan bajo?
—No hay capacidad de producción. Si usted alinea a todas las empresas productoras de gráficos, todas juntas no le dan los 100 millones de libros en un mes, por eso hubo necesidad de realizar esfuerzos extraordinarios.
¿En qué etapa va el proyecto para elaborar los libros en formato digital?
—Se buscará reducir el consumo de papel. La idea es que los libros de texto cada día afecten menos la ecología y también que puedan incorporar objetivos digitales. Ambos propósitos se cumplirán este año.
¿Estos contenidos digitales se incorporarán a los libros de texto o los sustituirán?
—Las dos cosas. La Nueva Escuela Mexicana está comprometida con la ecología bajar el consumo de papel y subir el de productos digitales.
¿Para cuándo estarán listos los libros de texto de lo que será la Nueva Escuela Mexicana?
—En septiembre, para el próximo ciclo escolar (2020-2021).