La familia Gallardo Volante sigue en pie de lucha hasta encontrar a Guadalupe Pamela, desaparecida en 2017. A pesar de la lluvia, su hermano Esteban y su madre María del Carmen escarban, desmontan hojarascas y se hincan ante la tierra con la esperanza de hallar pistas que las guíen a la joven.
“Ya vamos a cumplir ocho años de la desaparición de Pame y no nada más estoy cansada, sino triste, pero seguiremos trabajando, siempre lo hacemos por amor y por una fe de encontrarlos. Ese es el amor que nosotros siempre hemos marcado en todas nuestras búsquedas. Mis hijos no tienen vida, ahorita uno de mis hijos se va a trabajar, el otro no trabajó, su papá ayer estuvo en búsqueda, tenemos que seguir arropando”, dice en entrevista la madre de Pamela.
Con una temperatura de 8 grados, lluvia que parecía no tener fin y poca disposición por parte de las autoridades, María y Esteban se separaron para abarcar los polígonos necesarios y así lograr una localización exitosa. En medio de Lomas de Tepemecatl, en la alcaldía Tlalpan, la familia lanzó una convocatoria para llevar a cabo una jornada más durante la tercera semana de julio, a pesar del temporal.
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“Nosotros, como el Comité Familiar de Pame, pedimos venir porque sino no, nunca harían búsquedas. Con el gabinete que nos pusieron, están optando porque sean [búsquedas] generalizadas y no se puede dentro del marco de la ley quitar la responsabilidad de la búsqueda independiente de Pame. Vemos falta de coordinación, necesitamos líderes en las dependencias”, agrega.
Desde las 9:00 horas de ayer, solidarios y familiares comenzaron la jornada con optimismo en un terreno irregular, lleno de monte, ramas y pinos que rodean lo que es un lugar clave en el caso de Gallardo Volante, quien desapareció el 5 de noviembre de 2017 en el Ajusco, a pocos kilómetros de los perímetros delimitados por las autoridades.
“Los servidores públicos sí nos siguen fallando, porque se dividen, nosotros traemos a gente de la sociedad civil para que sean nuestros ojos y nuestros oídos (...) Hoy tuvimos que ir a auxiliar a Zorros porque no tienen una buena camioneta, se van atrasando siempre las búsquedas, y en tiempos de lluvia en el Ajusco es pesadísimo”, lamenta.
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Con la presencia de una decena de elementos de la Guardia Nacional, los solidarios se desplegaron entre colinas interminables, barrancas y el rastro de lo que antes era un río y ahora está lleno de basura. Por su parte, la madre de Pamela asistió con autoridades a otro punto de interés, donde encontraron restos de fauna —analizados por antropólogos forenses— y algunos zapatos.
“Las autoridades nunca han valorado a la buscadora de terreno porque salir a campo es una cosa y los que están en gabinete, es otra. Sin las familias no puede haber búsquedas, porque a ellos no se les puede confiar como servidores públicos, Fiscalía General, Fiscalía de Desaparecidos y todos, tienen que estar las familias porque si no, no hacen búsqueda”, afirma María.
Al llamar a la sociedad a unirse en jornadas como esta, Carmen se dice frustrada por el actuar de los servidores públicos, pues elementos de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corena) y de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) llegaron tarde. Personal de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, bomberos y policías de Investigación se dividieron además y no trabajaron en equipo, lo que entorpeció la actividad y organización de la brigada.
Al mediodía, la lluvia se intensificó y decidieron continuar, pues la familia asegura que es difícil regresar a esa zona del Ajusco. Eso no desanimó a los participantes, algunos se pusieron impermeables y otros más continuaron ignorando la lluvia y frío que amenazaba con terminar la búsqueda de un tesoro.
—Está pesadito, ¿no?—, dijo un elemento de la Guardia Nacional completamente inmóvil en lo que iba de la jornada.
—Sí, es que tiene su chiste buscar—, contestó Esteban, mientras desmontaba terreno y alborotaba la maleza para llegar hasta la raíz.
Para él, buscar a Pamela es una actividad frecuente, esta es la quinta vez que asiste a la zona en específico. La primera fue el 21 de noviembre del 2017, 16 días después de la desaparición; en aquella ocasión desconocían los procesos para desapariciones, de hecho, la Comisión Local de Búsqueda ni siquiera existía. “Presionamos para hacer la búsqueda porque no estaba tipificada por desaparición, sino como ‘ausente’ y ‘extraviada’, entonces no era un delito como tal. Lo que hicimos fue venir a preguntar, tocar puertas, hacer difusión, pegar pesquisas. Recuerdo haber venido unas ocho a 10 veces. Por la dinámica del terreno no hemos podido venir constantemente porque es complicado”, dice.
Esteban añade que es fuerte y complicado emocionalmente regresar, porque revive toda la incertidumbre y ansiedad que sintió al saber que su hermana no volvió a casa: “La conocí muy alegre, dispuesta, activa, proactiva, siempre le gustó trabajar. La recuerdo con mucho carácter, con mucha fuerza, no se dejaba de nadie, tampoco era provocadora y eso me gustaba, no permitía que nadie cruzara ciertos límites (...) y eso la hacía digna”.