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En la explotación sistemática de la migración forzada, diversos actores obtienen el máximo beneficio de las personas migrantes mediante una dinámica económica circular que mercantiliza este fenómeno social, expuso la investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ariadna Estévez López.
"Aunque se dice que a estos seres humanos se les considera desechables, en el caso de la migración, como evento colectivo, no es así, sino parte de una gran industria", dijo.
Al participar en el conversatorio "Palabras en tránsito: Una hemerografía sobre el fenómeno migratorio en México", enfatizó que la migración, como fenómeno masivo, es explotada al máximo aprovechando la clandestinidad que crean las leyes prohibicionistas de este movimiento humano.
La restricción, abundó, ocasiona que se vuelva un mercado en el que las personas serán forzadas, no tienen opción de compra de productos, adquieren desde documentos hasta hospedaje.
Dijo que se estructura de forma similar a la industria turística: se les vende todo tipo de bienes y servicios, legales e ilegales.
A decir de la experta es circular, porque, por ejemplo, obtienen documentación para trasladarse dentro de México, llegan a Estados Unidos de América (EUA) donde los deportan, regresan a Tapachula o Guatemala y vuelven a entrar.
Además, sufren explotación en los cruces fronterizos, en particular de Guatemala y México, en este último caso Chiapas, afirmó la especialista en la Sala Interactiva del recinto de la HNM.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Maritza Ceicedo Riascos, explicó un estudio de la década de 1980 realizado en EUA en el que se encontró que pese a que la población hispana tenía peores condiciones socioeconómicas de vida, presentaba algunos indicadores en salud mejor que los de la comunidad blanca, y similares a los afroamericanos.
Uno de ellos es la salud mental. Se sigue constatando que los inmigrantes mexicanos y otros latinoamericanos tienen superiores niveles que la gente blanca estadounidense, relató.
En otro ámbito, Caicedo Riascos recordó que en 2024 había 332 millones de personas viviendo en el vecino país del norte, de ellas 8.5 por ciento eran inmigrantes de América Latina y del Caribe. En la Unión Americana vivían 12.5 millones de connacionales.
Además, 26.5 millones de mexicoamericanos, es decir, que nacieron en Estados Unidos de América y se definen de origen mexicano. Esa comunidad tiene gran impacto en los rubros económico, demográfico y social, precisó.
Ahí está la preocupación de la nueva administración. Las proyecciones apuntan a que en 2065 los blancos serán minoría en Estados Unidos. “Estamos viendo que la población latinoamericana, y particularmente la mexicana, está haciendo un aporte enorme a esa sociedad”. De esta última, son básicamente jóvenes con fuerza laboral y las mujeres muestran altos índices de fecundidad, subrayó.
Sin embargo, sus condiciones laborales son precarias, pues los afecta su escasa escolaridad y condiciones raciales, así que realizan empleos de servicio como cuidados, domésticos o ayudantes en restaurantes. Padecen desigualdad y viven por debajo del nivel de pobreza, ya que un inmigrante mexicano gana 59 por ciento del salario anual de un blanco, refirió.
dft