Cinco de cada 10 niñas, niños y adolescentes de entre cero y 14 años de edad han sido sometidos a por lo menos a una forma de castigo en sus hogares, asegura el (UNICEF), que agrega que durante 2022, uno de cada dos adolescentes vivieron actos violentos como golpes, patadas y puñetazos.

“La violencia contra niños, niñas y adolescentes muchas veces encuentra formas tan simples como un manotazo, una nalgada o un grito y se justifica como una acción normal de disciplina, pero no lo es; cada una de estas manifestaciones tiene un impacto negativo en el desarrollo y la autoestima”, menciona la Unicef.

Dice que en México, seis de cada 10 niños, niñas y adolescentes sufren métodos de disciplina violentos por parte de sus padres, madres, cuidadores o maestros.

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“La violencia en todas sus formas y manifestaciones es inaceptable. El impacto que tiene la violencia en un niño o niña es irreversible, ya que socava su desarrollo emocional, sicológico y cognitivo”, precisa.

Menciona que la violencia en la primera infancia, de cero hasta los cinco años de edad, suele ser a manos de padres o cuidadores como método de disciplina.

“Esto puede afectar el desarrollo del cerebro y del sistema inmunológico, causando problemas de salud que, en casos extremos, pueden provocar muerte prematura”, menciona la UNICEF.

De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), las niñas y mujeres adolescentes son más afectadas al violar sus derechos: en 2021 representaban 81.5% de las víctimas de violencia familiar y no familiar.

En su reporte Violencia contra infancia y adolescencia en México, destaca que el Estado de México fue la entidad en la que más niñas, niños y adolescentes se atendieron en hospitales por violencia familiar o no familiar durante 2021. Este fue también el estado en el que se registraron más casos de violencia familiar en la misma población. La segunda entidad en la que se registraron más víctimas de violencia familiar o no familiar el mismo año fue Guanajuato.

El coordinador regional de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, Juan Martín Pérez García, asegura que los golpes o gritos por parte de padres y madres de familia o de tutores están incorporados a la crianza tradicional.

“En muchas familias mexicanas se considera y se justifica que utilizar la violencia es una manera amorosa de correctivo, aunque la evidencia científica evidencia que las agresiones físicas no sólo dejan huellas corporales, sino que afectan la salud mental de niñas, niños y adolescentes”, dice.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia destaca que en México son pocos los datos nacionales que permiten abordar con amplitud las acciones de la violencia en el hogar.

“La carencia de datos o de un registro estadístico sobre este fenómeno aumenta las posibilidades de que niñas, niños y adolescentes sufran actos violentos de forma recurrente, y reduce las probabilidades de que sus derechos sean garantizados, protegidos o restituidos”, destaca.

De acuerdo con Save the Children, de los 34 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa el primer lugar en violencia o maltrato físico infantil.

“Desafortunadamente en México vivimos una cultura patriarcal y de machismo. Por ello, las niñas, niños y adolescentes viven procesos que no deberían de vivir porque no hemos entendido que la violencia se empieza a gestar en los hogares. Y aún hay dichos, como la letra con sangre entra, una nalgada bien puesta, corrige tal cosa”, dice Jesús Villalobos, quien dirige la organización civil Utopía.

Para Villalobos, educar a un infante con golpes “es insertar en su ADN que la solución a los problemas, a las dificultades que se presentan día a día es a través de la violencia”.

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