En el marco del próximo 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, la Iglesia católica sostuvo que la caminata de cada peregrino hacia la Basílica de Guadalupe representa un acto de esperanza que resiste al desencanto social.
“En las peregrinaciones vemos a familias que buscan consuelo, jóvenes que claman por un futuro distinto, migrantes que piden protección y víctimas que anhelan justicia”, dijo.
A través de su editorial Desde la Fe, indicó que en un país marcado por la polarización, el miedo y la violencia, “la imagen de esos peregrinos nos recuerda que México todavía sabe caminar unido”.
“Cada 12 de diciembre, millones de personas caminan hacia la Basílica de Guadalupe. Lo hacen con cansancio, con promesas, con silencios que pesan y con esperanzas que sostienen”.
En ese sentido, destacó que cuando México necesita puentes y no muros, diálogo y no confrontación, “Guadalupe vuelve a recordarnos que somos un mismo pueblo, llamado a reconstruir la confianza y a vencer la indiferencia. Su mensaje escucha, acoge, protege y acompaña”.
Por ello, pidió unirse en oración a la Virgen de Guadalupe, “agradeciendo su presencia entre nosotros y pidiendo que bendiga a todos los peregrinos, y nos haga instrumentos de unidad, paz y esperanza para México”.
Además, resaltó que la Virgen de Guadalupe ha sido, por casi cinco siglos, un punto de encuentro cuando las divisiones parecen irreparables.
Añadió que el acontecimiento guadalupano marcó profundamente el rumbo del Evangelio en el nuevo mundo, transformó la historia de la fe en América, y abrió un camino de reconciliación entre pueblos que se miraban con desconfianza, “porque bajo su manto, todos encontraron un hogar común”, señaló
“Su figura [de la Virgen de Guadalupe] une culturas, lenguas y sensibilidades porque habla la lengua del corazón. Por eso, incluso quienes no se consideran cercanos a la Iglesia encuentran en ella un símbolo de identidad, dignidad y cercanía humana”, expresó.
Asimismo, recordó las palabras del Papa Francisco en su homilía en la Basílica de Guadalupe en 2016, quien manifestó que “en aquel amanecer de diciembre de 1531, Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras”.
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