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La estigmatización verbal que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador contra los medios de comunicación y académicos que lo critican es tóxica y se convierte en odio entre sus seguidores, afirmó el escritor e historiador Héctor Aguilar Camín.
En entrevista con EL UNIVERSAL, explicó que para no tener contrapesos, por pequeños que sean, actualmente el Presidente está en su fase de avasallar a los medios, comportamiento que, en su momento, tuvo contra los poderes Legislativo y el Judicial.
En días recientes López Obrador exhortó al también director de la revista Nexos, sancionada por la Secretaría de la Función Pública (SFP), a dar clases y vivir con su sueldo de forma austera, fraterna y solidaria luego de criticar que durante las administraciones anteriores la revista obtenía mucho dinero por publicidad oficial. Enfatizó en que el Presidente de México miente sobre lo que ha dicho de él.
“El Presidente confunde libertad de expresión con libertad de atacar y estigmatizar desde el poder (...) Su ejercicio de la libertad así entendida inhibe y oprime la libertad de expresión de otros”, refirió.
¿La libertad de expresión en México está garantizada?
—No. Nunca ha estado. Siempre está en riesgo. Se garantiza ejerciéndola y alzando la voz cuando crece la presión sobre ella, como en estos días.
¿Los dichos del Presidente son ataques a la libertad de expresión o ejerce su derecho a quejarse o criticar a quien opina diferente a él?
—El Presidente confunde libertad de expresión con libertad de atacar y estigmatizar desde el poder. Son dos cosas muy distintas. Lo que él llama su derecho de réplica, no tiene derecho de réplica.
Es la palabra impuesta por el Presidente a los medios y a los mexicanos desde el poder mayor que hay en la República. Su ejercicio de la libertad así entendida inhibe y oprime la libertad de expresión de otros. Calla a muchos, vuelve obsecuentes a otros, crea un ambiente de incertidumbre y temor para todos.
En un país como México, donde las agresiones a periodistas son comunes, calificativos como “pasquines”, “medios neoliberales” y “conservadores” que utiliza el Presidente para referirse a los medios de comunicación en general, ¿incrementan el riesgo para los periodistas?
—El discurso descalificador del Presidente aumenta los riesgos para los periodistas, que de por sí están bajo fuego. También pone en riesgo a los que descalifica en las mañaneras. La palabra presidencial alecciona, tira línea, para bien y para mal. Es una palabra potente, más en labios de López Obrador. Por eso debe usarse con moderación. El desprecio presidencial a los periodistas y a los medios críticos autoriza o legítima el desprecio de otros. Hubo ya la amenaza de volar un diario si se seguía metiendo con el Presidente.
¿Cómo pueden defenderse los medios de comunicación, periodistas y académicos de estos ataques?
—Haciendo su trabajo con rigor y siendo solidarios en la temporada de huracanes.
En recientes días el Presidente lo mencionó a usted entre sus críticas. ¿Qué opinión le merece lo que dijo el Jefe del Ejecutivo federal?
—Respecto de mis condiciones personales, creo que deforma y miente a sabiendas. Él sabe bien cómo vivo, cómo he vivido. Tenemos amigos comunes que han sido mis amigos de toda la vida y saben quién soy. Sus juicios son pura política. Necesita adversarios y los va construyendo al pasar para alimentar su narrativa.
Está ahora en su fase de avasallar a los medios. Antes lo hizo y lo sigue haciendo, con el Poder Legislativo, con el Judicial, con los gobiernos estatales, con los empresarios, con los órganos autónomos.
Su meta es no tener contrapesos, por pequeños que sean. Me crucé en su campo visual y me utilizó para su discurso contra los medios. Mañana se cruzará otro.
¿La sanción de SFP a Nexos es una forma de utilizar las instituciones para reprimir la libertad de expresión?
—Es una sanción administrativa sin fundamento. Pero Nexos va a responder a eso en el campo legal, no en los medios.
Si el Presidente continúa acusando a los académicos, como lo ha hecho, ¿llegará un punto en el que ellos se conviertan en el nuevo foco de agresiones o en dónde los deja parados esos dichos del Mandatario federal?
—Esto es muy importante. Si lo que leemos en las redes sociales pro AMLO cruzara a la calle, sería muy grave, habría muchas agresiones físicas.
Sería muy grave también que se cumpliera el deseo expreso del director del Fondo de Cultura: quedarnos quietecitos en nuestra esquina o salir del país.
La estigmatización verbal del Presidente se vuelve odio en alguna de su gente.
Su discurso tiene un efecto tóxico, enardece los ánimos de seguidores y también adversarios. Polariza el ambiente, radicaliza a querientes y malquerientes.
¿Considera que los medios de comunicación deben temer por las posibles represalias que tome la administración actual cuando se critica al Jefe del Ejecutivo?
—Creo que ya las temen. El temor, o al menos la cautela, están presentes en todas partes, hasta en los medios afines al gobierno. Como siempre, algunos están menos intimidados y son menos cautelosos que otros, pero el rasero es: temor y cautela.
No hace falta cerrar periódicos y matar periodistas para callar a la prensa, para inhibir la libertad de expresión. A veces el amago es más efectivo que el golpe.
¿Se ha autocensurado para no comentar o publicar algo que pudiera “molestar” al Presidente de México?
—Este es un gobierno tan errático que uno podría criticarlo a tope todos los días varias veces al día, pero la crítica machacona, monotemática, pierde filo, y yo no tengo una campaña contra el Presidente. Mi tema obsesivo como escritor político no es el Presidente, sino el país.
No me preocupa el Presidente, sino los resultados de su gobierno, y no me preocupa cómo le va al gobierno sino al país. No me he autocensurado en decir lo que creo que es mejor para el país.
¿El desplegado de los 650 tuvo algún efecto en el Presidente, amén de descalificar?
—No lo sé. Creo que recibió el mensaje central: que está perdiendo o ha perdido la adhesión de una parte clave de la inteligencia mexicana. También el apoyo de una parte de las clases medias que votaron por él. Pienso en los reclamos de las mujeres, de los padres de niños con cáncer, de las víctimas de la violencia.
Lo que el Presidente hace frente a estos reclamos no es tender puentes, sino doblar la apuesta. Convirtió el desplegado en un acto conspirativo de la oposición y produjo su propio desplegado para darse de topes con el otro.
Recibió el desplegado como un ataque y lo usó para adelantar su narrativa de polarización, su narrativa de “con nosotros o contra nosotros”.
¿Cuál sería la actitud que debe tomar la sociedad, los líderes sociales y políticos frente a los ataques cotidianos del Presidente?
—No lo sé. Creo que los ataques cotidianos del Presidente deben ser rechazados como lo que son: una forma de abuso de poder. Y habría que estar atentos también a los puentes que quiera tender, porque este nivel de polarización no es sostenible para ningún gobierno salido de una democracia, que gobierna en una democracia.