La política de protección de este sexenio estuvo marcada por la improvisación y la falta de experiencia de los dos titulares del ramo a nivel federal que estuvieron al frente del Sistema Nacional de Protección Civil, así como una tendencia a desaparecer mecanismos de mitigación y de presupuesto para encarar los desastres naturales o los causados por acciones humanas.
Este gobierno, que cierra con el impacto negativo y trágico del huracán John que pegó esta semana las costas de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, optó por perfiles de operadores políticos, uno de ellos financiero de Morena, David León, captado recibiendo sobres con dinero, y la actual Laura Velázquez, licenciada en Historia del Arte, sin ninguna experiencia en esta área estratégica para salvar vidas.
De acuerdo con expertos, la inexperiencia y la falta de conocimientos en la materia derivaron en tragedias, al no prevenir, ni mitigar, ni mucho menos avisar a la población sobre la peligrosidad de fenómenos como fue el caso del huracán Otis, ni tampoco en el caso de la mina de El Pinabete, en Coahuila.
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La desaparición del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que desde 1999 fue un mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal por desastres naturales, así como a los damnificados, y que fue calificado por López Obrador como “un barril sin fondo”, no fue lo más grave en materia de protección civil.
El extitular de Protección Civil de la UNAM, investigador y profesor de la Facultad de Ingeniería, Alberto Rodríguez, dijo en entrevista que los gobiernos, incluido el actual, no han entendido muy bien, para qué sirve el Sistema Nacional de Protección Civil, porque se ha utilizado más para administrar las tragedias, repartir despensas y enseres, que para disminuir la cantidad de las catástrofes y muertes.
Indicó que dicho sistema se creó para tratar de reducir la frecuencia y los daños que provocan, que no exista pérdida de vidas humanas, heridos, que no interrumpan las actividades esenciales de la sociedad y su desarrollo económico, es decir está diseñado para reducir tanto los fenómenos, los daños y mejorar las condiciones de los asentamientos humanos.
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Sin embargo, comentó que “en los últimos años lo que ha hecho el Sistema Nacional de Protección Civil es administrar las emergencias, no evitar las tragedias y la gravedad de los daños, sino simplemente tratar de atender las situaciones de emergencia, una vez que ya se presentan”.
Desafortunadamente, dijo, en ocasiones ni siquiera se tuvo la capacidad del sistema para atender adecuadamente las emergencias, como fue el caso del huracán Otis en octubre de 2023, que no se alertó a la población, no desalojaron, no se hizo un trabajo de prevención en zonas de riesgo y ni siquiera se atendió a tiempo la emergencia, ni a los damnificados.
El especialista, quien cuenta con cursos y reconocimientos internacionales, recordó que a siete años de los sismos de 2017, aún hay edificios dañados e incluso algunos del gobierno que son emblemáticos y que pueden derivar en una tragedia, como el de la Lotería Nacional. “El sistema nunca se ocupó de este trabajo y prevención”, apuntó.
“El sistema no ha funcionado bien y me parece porque no hemos entendido bien para qué sirve el sistema y ahí yo veo dos problemas: Uno que no hemos preparado cuadros y eso es un problema, que no solo incumbe a la parte de protección civil, sino que le toca a toda la parte de la administración pública, entonces vemos a personas que no tienen el perfil ocupando puestos en los que no saben y llegan a aprender”.
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Cuestionado sobre los perfiles de David León, comunicólogo de profesión, la exdelegada, licenciada en Historia del Arte, quien aparecía en las mañaneras con casco y chaleco para reportar la tragedia de la mina el Pinabete, donde fallecieron 10 mineros, dijo: “Desafortunadamente son vistos como premios a políticos y no como un cargo estratégico para salvar vidas”.
“Creo que en el Sistema Nacional de Protección Civil hay como un deseo de hacer algo, más allá de administrar emergencias, hay simulacro, hay mecanismos de alertamiento temprano, pero en el caso de los huracanes también a veces hay fallas en estas alertas o que son insuficientes, si no, no habríamos tenido lo que tuvimos con Otis”, apuntó.
Expuso que en el caso de los huracanes hay un momento en el que hay que tomar decisiones, tomando en cuenta los monitoreos nacionales e internacionales, sobre trayectorias, velocidad, hora en qué tocarán tierra, la gravedad, pero desafortunadamente muchos políticos habilitados en esos cargos, prefieren no provocar pánico, alarma en la población y no emiten las alertas y es cuando ocurren las tragedias y fallecimientos.
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Alberto Rodríguez, consultor de diversas empresas, agregó que cuando ocurrió el huracán Otis ni siquiera se autorizó a los hoteles y empresas operar con el personal especializado en protección civil, en primeros auxilios, para evitar la tragedia y tampoco en las labores de rescate y ayuda a la población.
“Yo no vi a nadie más que al Ejército ya en labores de rescate y reparto de despensas, refrigeradores y colchones. Es parte de la falta de perfiles idóneos para protección civil a nivel federal, estatal y municipal. Se nombra a los titulares como premios políticos y no por su perfil o capacidad”, agregó.
Indicó que parte de “administrar la tragedia” es la labor del Ejército repartiendo comida, despensas, agua y enseres. “No sé si sea una estrategia, no tengo elementos para afirmarlo, pero parece, después de un desastre con esos apoyos a nombre de un gobierno, de un político. En Acapulco, paradójicamente y a pesar de lo ocurrido, volvió a ganar en las últimas elecciones el partido gobernante”.
Sobre la desaparición del Fonden, decretada por el presidente López Obrador, consideró que muchos gobernadores y alcaldes habían encontrado la manera de tener dinero extra después de un desastre natural, y no cambio mucho la manera de prevenir las tragedias.