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Nueva York.— Un gran cartón negro y 11 fotografías fueron suficientes para que Jesús Zambada García creara el esquema de cómo era el Cártel de Sinaloa en 1992, y colocar arriba de todo a los cinco grandes nombres de La Federación: Ismael El Mayo Zambada, Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos; Juan José Esparragoza, El Azul; Ignacio Nacho Coronel, y Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

El organigrama presidió el tercer día de juicio contra Guzmán Loera, segundo consecutivo en el que El Rey testificaba contra quien fuera su compa y líder de cártel: alrededor de cuatro horas plagadas de historias de sobornos, fugas, asesinatos, narcotráfico y complots que durante décadas catapultaron a su organización criminal.

El menor de los Zambada también relató la “felicidad” del cártel tras la primera fuga exitosa de El Chapo y las ganas de “empezar a trabajar en el negocio” de la importación de cocaína colombiana.

O el bautizo de uno de los hijos de Barbarino, “uno de los pistoleros más temidos y famosos que tuvo El Chapo, en el que el padre que ofició la ceremonia estaba “un poco nervioso” por la presencia de Guzmán, quien tras su fuga estaba “en las noticias todo el tiempo”.

Zambada García, vestido con uniforme azul de presidiario, confesó tener un acuerdo de cooperación con el gobierno, con el que consiguió llevar a su familia a Estados Unidos “por su seguridad” y que “no vayan a sufrir un atentado”. Afirmó haber preparado con el gobierno de EU su presencia en la corte para testificar contra El Chapo.

A media jornada, con Nueva York en plena nevada, El Rey tuvo frío y se le proporcionó un abrigo. A escasos metros, flanqueado por sus abogados, El Chapo, vestido de traje y corbata azul con camisa blanca, no despegó la mirada de El Rey, escrutando cada palabra. Cuando Zambada fue retirado para devolverlo a la cárcel, el intercambio de miradas fue breve, pero eléctrico.

En la segunda fila del público, Emma Coronel —traje negro, blusa blanca, gafas de montura gruesa— siguió la sesión distraída, sin ningún gesto especial ni cuando se citó a Ignacio Nacho Coronel, su tío y ex líder del Cártel de Sinaloa. Es más, en momentos, como si estuviera aburrida, se dedicó a jugar con su cabello y las manos.

Mientras, desde el estrado, El Rey seguía relatando detalles de sus días como miembro del cártel. Por ejemplo, cómo buscó las coordenadas donde debía aterrizar el helicóptero que puso a salvo a El Chapo de operaciones militares.

Un “rescate” al que fue con su mujer Patty, que durante la jornada pareció inseparable a su marido en cualquier operación.

En la audiencia explicó el origen de su alias: “Me lo gané cuando nací. Mi padre me puso de nombre Jesús, y dijo que había nacido El Rey. Y ya siempre me llamaron así”.

Un “problema técnico” en la corte federal hizo suspender su testimonio una hora antes de lo previsto. Como despedida, hasta el próximo lunes, El Chapo mandó un pequeño saludo a Emma Coronel, quien, sola en el banco de la familia, esbozó una pequeña sonrisa y un ligero movimiento con la mano.

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