En 2020, Luisa Velázquez Herrera inició un proceso para adoptar; sin embargo, en el camino se dio cuenta de que el de la Ciudad de México califica como idóneas a aquellas familias donde hay un padre presente. Al ser lesbiana y no tener deseos de casarse, la y negaron la adopción.

“La trabajadora social me puso como idónea porque era solvente, y el dictamen de sicología me evaluó como no idónea y me dijeron que no podía adoptar por dos razones: una es que idealizaba la maternidad, y otra es porque soy lesbiana que no se quiere casar. Así está escrito en el dictamen, que al no quererme casar, yo creo que con un hombre, implicaba un riesgo para cualquier niño, niña, adolescente que está buscando un hogar”, cuenta.

A los pocos años se embarazó en una clínica de reproducción y tuvo a una niña que vive y juega libremente con su familia: una madre de 37 años que se dedica a dar talleres de perspectiva de género y pedagogía feminista. Sin embargo, el deseo de Luisa de adoptar sigue vigente.

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“Me da mucha culpa, cuando pides información para adoptar te dicen que puede ser un niño o niña de ocho años, y si repito el proceso en unos años, eso quiere decir que en este momento la niña ya existe y está en la institución y no está con nosotras en el parque. Cuando la veamos, habrá pasado muchos años sin nosotras, eso me genera mucha responsabilidad, es muy duro”, dice entre lágrimas.

Refiere que el DIF hace una revisión en temas sicométricos, económicos, laborales, legales, pero no pregunta qué tipo de crianza darán los adoptantes, cómo son emocionalmente o cuál es su potencial como madre.

Luisa pidió el currículum vía transparencia de la trabajadora que la calificó como no apta: era recién egresada y sin experiencia.

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“Su experiencia era como reclutadora en el ámbito de las empresas. Dijo que ponía en riesgo a niño o niña porque idealizaba la maternidad, porque yo hablaba muy bonito del tema, ¿cómo voy a hablar mal de la maternidad si quiero adoptar?, ¿qué tiene de malo hacerlo? Si no quiero ser mamá, ¿por qué adoptaría? El deseo de ser madre es fundamental”, expresa.

Encuentra que las personas con adopciones concluidas son aquellas parejas heterosexuales o de dos hombres para “promover la diversidad y llenar la agenda política”, mientras que el porcentaje de madres lesbianas es mínimo y más cuando son solteras.

Por otro lado, expresar que desea ser madre es considerado una alerta porque, según las autoridades, es egoísmo.

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“El DIF busca que los niños, niñas y adolescentes tengan una restitución de derechos a través de un hogar, pero ese hogar tiene que apegarse a las ideas morales de lo que es la familia, y esa familia es papá, mamá y lo nuevo es papá-papá; hay mucho estigma sobre la mamá soltera”, menciona.

“Yo me imaginaba que íbamos a comer juntas, que íbamos a ir de vacaciones, a la escuela, al bosque. Yo me imaginé todo y cuando te dicen no, te das cuenta, primero, que no había ninguna niña que te esperaba, eso es muy duro, y segundo, que no puedes hacer nada. Conocí casos de mujeres en las reuniones que llevaban hasta siete, ocho años intentando el proceso”, acusa.

Cuando le leyeron el dictamen, Luisa reclamó y dijo que era discriminación por su orientación sexual. La jefa de la sicóloga pidió leerlo de nuevo, es decir, desconocía lo que sus compañeras habían determinado, por lo que reconoció que estaba mal escrito y le dieron la razón.

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“Íbamos a hacer un proceso de denuncia, pero la verdad es que una queda muy desgastada emocionalmente. Cuando te rechazan hay como una paradoja y rara, porque todo el tiempo te dicen: ‘Piensa en un niño que te necesita’, pero luego dicen: ‘No te necesita, están bien cuidados por la casa hogar’”, concluye Luisa.

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