El poblado de la Ciénega de Zimatlán, Oaxaca, vio los primeros años de vida del escritor Eufracio Reyes Arellanes, quien tiene más de 25 años de trayectoria literaria y al menos mil 400 cuentos escritos.
A bordo de una combi que circula por la avenida 3030, en el municipio de Ecatepec de Morelos, en el Estado de México, recuerda pasajes su infancia. Una época que vivió con las carencias y dificultades de la pobreza extrema; empezó a trabajar desde los cinco años deshojando maíz en el campo y su familia no tenía cómo costear un cuaderno para que fuera a la escuela.
Recuerda la confusión y la tristeza de ver que sus amigos podían tener huaraches nuevos mientras él caminaba descalzo.
Lee también: Con programa "Año Nuevo, Libro Nuevo", buscan fomentar la lectura en niños y niñas de la CDMX
Pasaba sus ratos tirándole a las aves con su resortera; esa era una de las pocas oportunidades que tenía para comer algo de carne. Su puntería era tan buena que sus amigos temían apostar sus canicas con él.
También llegan a su memoria los días cuando llovía con fuerza y el campo se tornaba aún más verde. Cuenta que era en esos días cuando comía mejor. Desde esa edad, dice, “tenía la necesidad de comunicarle al mundo lo que es vivir en la pobreza”.
Eufracio Reyes Arellanes dejó el pueblo de la Ciénega de Zimatlán a la edad de nueve años sin avisarle nada a sus padres y llegó a la ciudad de Oaxaca de Juárez.
Su familia lo daba por muerto hasta que regresó a visitarlos casi una década después. Pero su vuelta a la Ciénega no fue más que otra parada en su viaje.
Después de abrazar a sus familiares y hacerles saber que estaba bien, se volvió a marchar. Caminó por numerosos lugares y se desempeñó en diversos oficios hasta llegar al municipio de Ecatepec, en la periferia de la Ciudad de México.
Reyes Arellanes comenzó a escribir a los 30 años, acercándose a editores y periodistas, y se dio cuenta de que si quería comunicarse por medio de las letras, tendría que leer en abundancia.
Lee también: "Anéantir": todo un misterio el nuevo libro de Michel Houellebecq
Eufracio da un brinco para bajar de la combi que lo deja en la esquina del mercado Villa de las Flores, en Coacalco, Estado de México. Se acerca a saludar a la Virgen de Guadalupe. Junta sus manos y le pide ayuda para su día. Sus vecinos de puesto lo reciben con alegría y lo ayudan a acomodarse en su lugar.
En su plática recuerda y puede acudir a una página específica de alguno de sus cuentos para ilustrar sus relatos.
Lee también: La Filij es insustituible, afirman expertos del libro y la lectura
Eufracio ofrece sus libros de lunes a viernes de las 11 a 16 horas en el Mercado de Villa de las Flores. Comparte sus pensamientos en la página de Facebook Cuentos y más cuentos.