Mientras el gobierno fomenta la instalación de (microchips), la crisis hídrica que azota al país plantea dudas sobre la viabilidad del plan.

La escasez de agua derivada del acaparamiento por las actividades agrícolas, industriales e inmobiliarias y la sequía provocada por la crisis climática suscitan inquietud, debido a que la producción de microchips demanda grandes volúmenes del líquido.

Al 15 de julio, prácticamente todo el país sufría algún grado de sequía, y en el norte varias zonas experimentaron estiaje de anormal a severo, de acuerdo con el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

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El gobierno pretende que las empresas se instalen en el sur y sureste del país, en un intento por atraer inversión y generar trabajo en esas zonas, como en el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que conectará Oaxaca con Veracruz, pero un obstáculo radica en la logística para el traslado de los productos hacia el mercado estadounidense y la falta de trabajadores capacitados.

Casos recientes muestran las dificultades de esos procesos. La estadounidense Tesla, que fabrica autos eléctricos, eligió Nuevo León para la construcción de su fábrica, a pesar de los deseos del presidente Andrés Manuel López Obrador de que lo hiciera en el sur. El planteamiento del Mandatario federal era la falta de agua en el norte.

Además, tras un proceso de protesta social, la cervecera estadounidense Constellation Brands cambió la sede de su fábrica de Mexicali, Baja California, a Veracruz debido a la falta del recurso y su mayor disposición en el sureste.

En esencia, los microprocesadores están elaborados de silicio, contienen pequeños gramajes de aluminio, cobre y tantalio, y necesitan de grandes volúmenes de agua para su limpieza y así evitar su contaminación, según datos de las empresas. El proceso redunda en la generación de agua contaminada que requiere de tratamiento.

Los microprocesadores, de los que hay varios tipos, manejan la información dentro de la mayoría de las computadoras y dan instrucciones para su funcionamiento. Algunos almacenan datos, otros convierten señales análogas y digitales, mientras que los más avanzados operan en automóviles y misiles.

Fuente: Conagua
Fuente: Conagua

Úrsula Oswald, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), plantea una revisión integral de los permisos y usos hídricos. En el norte “tenemos un problema, porque tenemos mano de obra y no hay agua y donde hay agua [en el sur] hay rezago educativo”, analiza.

Uno de los proyectos más ambiciosos de este gobierno es el Plan Sonora que promueve la fabricación de microprocesadores, la construcción de plantas de energía solar, licuefacción de gas y el ensamble de automóviles eléctricos, pero el estado fronterizo tiene severos problemas de agua, tanto así que hace unos años tuvieron que construir el Acueducto Independencia, que moviliza líquido del sur del estado a la capital, Hermosillo. La infraestructura generó un problema social porque los yaquis acusaron despojo de agua.

“La característica fundamental del plan es que está diseñado con el objetivo de ser replicado en otros estados del país, particularmente en las entidades fronterizas”, explicó a principios de este año el gobernador Alfonso Durazo Montaño durante la presentación del plan.

Alta demanda de líquido

Como lo demuestran casos en otros países, la producción de microprocesadores requiere de mucha agua. La fabricación de las piezas también demanda altas cantidades de energía debido a la operación de filtros y bombas y el proceso se vuelve más rápido y barato si se usa agua de calidad desde el inicio.

La planta de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (TSMC), una de las mayores fabricantes de los dispositivos en esa isla asiática, utilizó 63 mil millones de litros en 2019, equivalentes a 222 días de uso en esa nación, lo que ocasionó roces con los agricultores, como reportó The New York Times en abril de ese año.

Sergio Müller, promotor del uso adecuado del agua e integrante de la organización Caminantes del Desierto, cuestiona la planeación de estos proyectos.

“Hay una incongruencia al respecto porque el Presidente ha dicho que va a prohibir industrias que requieren mucha agua, pero por logística tiene más sentido que se instalen cerca de la frontera. En Sonora, el estrés hídrico en la cuenca del río San Pedro va a aumentar y eso no lo hace sostenible a largo plazo”, critica el activista, cuya organización trabaja por la protección de áreas naturales protegidas en Sonora.

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En su criterio, las iniciativas carecen de lógica porque su sostenibilidad es muy cuestionable.

“Estas nuevas industrias tecnológicas demandan recursos y obras, como trenes y carreteras, y conllevan pérdidas de biodiversidad. Son un montón de impactos”, señala.

Desde 2022, los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México fomentan la relocalización de empresas (nearshoring) para atender el mercado estadounidense y construir una cadena de aprovisionamiento más accesible, ante las dificultades registradas en la pandemia por la falta de microcircuitos.

Los tres países acordaron en enero pasado, durante la Cumbre de Líderes de América del Norte, un mapeo de oportunidades de instalación de fábricas para romper la dependencia de China, origen de una porción importante de los microchips. Seis empresas dominan el mercado mundial.

Apetito por México

En junio llegó a México una misión de 20 empresas, tres asociaciones y un centro de investigación de los sectores eléctrico, microchips y tarjetas de circuitos impresos (PCB, en inglés) de Taiwán para analizar oportunidades de inversión. El grupo, entre los que se contaban representantes de las compañías Foxconn, Unimicron, Invetec y Pegatron, visitó los estados de Chihuahua, Hidalgo y Puebla.

Foxconn es el mayor fabricante de componentes electrónicos a nivel mundial y produce dispositivos como iPhone, iPad, PlayStation y las cámaras GoPro.

Pero dichas entidades presentan problemas hídricos, como tantas otros en el país.

Chihuahua posee 61 acuíferos, de los cuales 42 padecen déficit, lo que significa que la extracción supera a la recarga, según datos de Conagua. Entre ellos figuran los de Conejos-Médanos, Samalayuca y Valle de Juárez, que proveen de líquido a Ciudad Juárez, sede de muchas maquilas de exportación.

Al 30 de junio, Conagua reportó que las presas Las Lajas, El Tintero y Abraham González, en Chihuahua, y Tenango y La Soledad, en Puebla, estaban por debajo de la mitad de su capacidad.

Hidalgo cuenta con 21 acuíferos, de los cuales tres exhiben déficit, entre ellos los de Tepeji del Río y Tulancingo (sede de recintos industriales). Mientras, Puebla, donde operan varias armadoras automotrices, cuenta con seis acuíferos y uno presenta déficit.

Una opción puede ser el uso de agua tratada, pero no resuelve el fondo del problema de la provisión del recurso y la traba persiste en la competencia del consumo industrial frente a otras necesidades. El agua tratada puede destinarse a riego agrícola, jardinería, usos domésticos e industriales y ayuda a la recarga de los acuíferos.

En 2021, en México funcionaban 2 mil 872 plantas para el reuso del agua, con una capacidad instalada de 198 mil 603 litros por segundo (l/s) y un caudal tratado de 145 mil 341 litros por segundo; apenas 0.5% por encima del nivel de 2020, según estadísticas de Conagua.

Chihuahua es el tercer estado con mayor cantidad de purificadoras (195), detrás de Sinaloa (311) y Durango (241), ya que su tamaño y naturaleza semidesértica dificultan el traslado de agua y por lo que se necesita una solución local para el abastecimiento del recurso.

Una falla generalizada consiste en su funcionamiento por debajo de la capacidad instalada. En Ciudad Juárez operan siete limpiadoras, de las que sólo tres funcionan adecuadamente, según la Conagua.

Además, Hidalgo posee 73, de las que Tepeji hospeda 13 y ocho trabajan a volumen total. Tulancingo sólo alberga una, que funciona por debajo de su capacidad.

Finalmente, Puebla aloja 149 plantas, en su mayoría pequeñas y que operan a toda capacidad.

Oswald sugiere la elaboración de planes subregionales maestros para manejar el proceso del agua.

“Hay que tomar en cuenta el recurso, el balance hídrico, el impacto en la salud humana, animal y vegetal”, enfatiza. Por su parte, Müller propone el análisis del uso final.

“Se debe apostar por las soluciones basadas en la naturaleza, la conservación del agua y los espacios que la generan, pero el país está muy rezagado. La prioridad es el consumo humano, pero debe subir de nivel la conservación natural para que retribuya el consumo. Si la industria acapara toda el agua, ¿qué deja para otros sectores?”, cuestiona.

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