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La Glorieta de Insurgentes, que alguna vez fue un ícono del desarrollo cosmopolita y de vanguardia de la Ciudad de México, hoy está convertida en un nodo de inseguridad e inmundicia.
La construcción erigida en 1969 como parte de las obras de la Línea 1 del Metro, y que desde entonces es un referente sociocultural, se encuentra en el abandono: pintas, basura, mobiliario inservible y espacios públicos tomados imperan en el lugar en el que convergen las avenidas Insurgentes y Chapultepec y en donde desembocan las calles Génova y Jalapa.
En la mayoría de sus accesos hay montones de basura que, parece, ya son parte de los túneles que apestan a orines y en donde varios locales vacíos hacen más tétrico el tránsito.
“A partir de 2018 surge un abandono en el mantenimiento de esta plaza, se empiezan a fundir las luminarias, ya no existen los contactos USB de los parasoles, las fuentes dejan de dar uso en esta glorieta que es un hito de la Ciudad de México (…) se está convirtiendo en un vacío, no es que sea un residuo urbano, realmente es un nodo, y un nodo genera conflicto”, explicó a El Gran Diario de México, Esaúl Hernández, arquitecto de la Facultad de Arquitectura (FA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), especialista en espacio público y movilidad urbana.
A plena luz del día prevalecen personas en situación de calle que deambulan y andan al garete: algunos inhalan solvente, mientras tanto otros sacan de bolsas negras de plástico ropa, zapatos, trastos y una infinidad de menesteres que dejan en el piso y complican el paso del peatón que sale hacia la sede de la Fiscalía General de la República.
Del otro extremo, inmediatamente a espaldas del edificio de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México y debajo de una de las salidas de la estación Glorieta de los Insurgentes del Metrobús, más de una decena de casas de campaña improvisadas con lonas y maderos, harapos colgados de mecates y varias personas fumando marihuana yacen en una de las salidas hacia la calle Génova en donde, cabe destacar, algunos sujetos —que se apropiaron del espacio público— hacen guardia para prohibir el paso a personas que no son parte de su comuna.
Los que caminan regularmente por la Glorieta de los Insurgentes se sienten inseguros, pese a que hay rondines de elementos de la Policía Auxiliar (PA) y de la Policía Bancaria e Industrial (PBI).
“Hace dos semanas venía caminando con mi pareja, cuando un tipo que traía un cuchillo se nos acercó y de no ser que me quité, me hubiera atravesado con el cuchillo; le dijimos a un policía, pero lo que nos comentó fue que no nos metiéramos en esa zona, porque ya hay mucha gente quedándose ahí, invadiendo, que mejor evitáramos pasar por aquí.
Es ilógico”, contó Verónica Vergara, empleada de la zona que a diario camina por la Glorieta de Insurgentes, construcción que tuvo su última intervención significativa en 2017.
Para Esaúl Hernández es urgente que haya una estrategia para que “el espacio pueda tener una mejor percepción de seguridad, porque se encuentra muy baja, nadie quiere pasar por aquí, mucho menos en las noches cuando las luminarias están apagadas, es bastante inseguro y hasta peligroso, en cierto punto”.
En efecto, por las noches, el clima de inseguridad aumenta, incluso, según testimonios de algunos comerciantes, se llevan a cabo actividades de narcomenudeo, por lo que quienes transitan por la emblemática Glorieta de Insurgentes, que desde hace décadas es un referente de la capital, alzan la voz para rescatar la zona.