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Nueva York.— El testimonio de Dámaso López Núñez, El Licenciado, era esperado en el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán Loera, que este martes entró en el día 32 de juicio con el relato de varios asesinatos, torturas, intentos de soborno y cargamentos de droga de quien fuera mano derecha del capo.

López Núñez, sentenciado a cadena perpetua tras declararse culpable de narcotráfico en Estados Unidos hace un par de meses, entró en la sala de la Corte Federal de Brooklyn, en Nueva York, y lo primero que hizo fue ponerse la mano en el pecho mirando a Guzmán, señal de estima hacia quien fue su jefe y, antes que nada, familiar (El Licenciado es padrino de una de las gemelas de El Chapo).

López Núñez describió, uno por uno —a medida que pedía la fiscalía— todos los asesinatos y órdenes de ejecución que mandó El Chapo. Desde un policía de La Paz (Baja California Sur) por petición de una alcaldesa del PRI, de la cual no se dio el nombre, y que pidió que se “disfrazara” como una venganza “de un cholo” —por lo que pidió no usar rifles—, hasta el asesinato de su primo Juan Guzmán Rocha, Juancho, por mentirle; pasando por su rival Rodolfo Carrillo Fuentes o los sicarios de los Beltrán Leyva, en plena guerra entre cárteles; el baño de sangre que relató El Licenciado fue brutal.

Siempre refiriéndose a El Chapo como “mi compadre”, López Núñez también relató los tratos de favores que le dio cuando él era funcionario en la cárcel de Puente Grande y Guzmán estaba preso: le permitió incluso que entrara una de sus esposas, Griselda, cuando en el registro su esposa era otra, Alejandrina. A cambio de éste y otros favores recibió al menos 10 mil dólares y una casa.

El lugarteniente de El Chapo dijo también que el plan de fuga de 2001, el del famoso carrito de lavandería, se produjo de forma “espontánea” cuando Guzmán se enteró que había una orden de extradición en su contra.

El Licenciado, tras el inicio de la investigación por corrupción en el penal, tuvo que dimitir de su puesto y, tras no encontrar trabajo, se encomendó a escalar en el narcotráfico de la mano de Guzmán. “Trabajaba con mi compadre en su empresa de narcotráfico, el Cártel de Sinaloa”, confesó.

Empezó a relatar cómo coordinaba envíos de cocaína desde Colombia y dio más detalles sobre los sobornos: un tal Javi se encargaba de pagar 100 mil dólares mensuales a sus informantes, mientras otro de los trabajadores del cártel, Roberto, tenía en nómina a autoridades y funcionarios federales por 1 millón de dólares al mes.

Además, los mensajes interceptados por las autoridades de Estados Unidos entre El Licenciado y El Chapo mostraron el trabajo para elaborar cocaína sintética. Por otra parte, el gobierno presentó videos en los que se ve a Guzmán interrogando a rivales.

De hecho, dijo, Guzmán se coordinaba con la Policía Federal para atacar a sus rivales, alegando que quería que las autoridades “hicieran su trabajo”, acabando con los sicarios del bando contrario.

El inicio de declaración de El Licenciado opacó la sensación de la jornada: la vestimenta a juego entre Guzmán y su esposa, Emma Coronel, en una muestra de unidad y compenetración justo el día que terminaba de declarar una de las amantes del capo, la ex diputada Lucero Guadalupe Sánchez López, quien la semana pasada se derrumbó al recordar la historia de amor entre ella y El Chapo.

La unión de chaqueta de terciopelo burdeos, camisa blanca y pantalón negro sólo se pudo entender como un mensaje claro al estrado: los esposos están unidos. Incluso los abogados del sinaloense parecieron sorprenderse de la coincidencia: según Coronel nada estuvo previsto y la casualidad se produjo por la “comunicación telepática” entre esposos.

Está previsto que El Licenciado termine su declaración este miércoles, durante la que probablemente se le preguntará por la fuga de El Chapo de 2015 y su conocimiento sobre el asesinato del periodista Javier Valdez.

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