El caso de Andrés Mendoza Celis, conocido como El Caníbal de Atizapán y quien durante 31 años asesinó a decenas o cientos de mujeres, es emblemático porque refleja la impunidad del sistema de justicia en el país, la negligencia y corrupción de los ministerios públicos y fiscalías, y también cómo vecinos prefirieron voltear a otro lado frente a las evidencias de crímenes cometidos por el mayor feminicida serial de México y, quizás, del mundo.
El libro El Caníbal de Atizapán, escrito por el periodista y abogado Javier Tejado Dondé, literalmente desentierra el caso más terrible de un feminicida que construyó su vivienda con huesos de víctimas, mujeres jóvenes, madres solteras, de escasos recursos, a quienes engañaba como presidente de la colonia Lomas de San Miguel, en dicho municipio; las llevaba a su casa con la promesa de apoyos sociales y, finalmente, las violaba, descuartizaba y se las comía.
Lejos de la nota roja que alientan las fiscalías con boletines, filtraciones y falsas hipótesis, y de revictimizar a familiares y víctimas, el autor dijo en entrevista con EL UNIVERSAL que incursionó en el llamado true crime, género de no ficción que se enfoca en la investigación y narración de crímenes reales, casi de forma accidental, después de que un amigo, funcionario del municipio de Atizapán de Zaragoza, le comentó el caso de Andrés Mendoza, de 76 años de edad, y su última víctima, Reyna González Amador, de 34 años, quien desapareció el 14 de mayo de 2021.
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“El libro, producto del trabajo de una decena de personas, periodistas e investigadores, muestra la historia, el modus operandi de El Caníbal de Atizapán, el mayor feminicida de México y quizá del mundo; busca ser un llamado de alerta para autoridades, para la sociedad, para las mujeres, para evitar que se repitan este tipo de atrocidades, para no abandonar a las víctimas, para que no exista más impunidad”, agregó Tejado Dondé.
“Queremos contar la historia completa a partir de un caso, porque si bien en su momento el documental cimbró muchas conciencias y se cambiaron varias leyes, (...) el feminicidio y la violencia se mantienen muy elevados en el país, la idea es seguir empujando en la visibilidad de estos terribles casos, mostrar cómo actúan estos depredadores y que las mujeres estén alertas”, indicó.
Comentó que la obra refleja de manera cruda cómo operaba El Caníbal de Atizapán, cómo logró actuar con tanta impunidad por 31 años... con cargos políticos, escudado en apoyos sociales, con el silencio de vecinos.
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“Decidimos contar la historia, hacerlo cronológicamente, realizar la investigación: entrevistas con familiares de las víctimas, bomberos, policías, con el propio criminal; revisar expedientes en fiscalías; hasta comprar en el mercado negro evidencias que deberían estar resguardadas por las autoridades, como un álbum fotográfico donde El Caníbal tenía las fotos, nombres, detalles y hasta fecha en que asesinó a cada una de las mujeres”, precisó.
El periodista y columnista de EL UNIVERSAL describió: “Fuimos viviendo la investigación del caso, bajamos cada vez más un piso en el infierno viendo videograbaciones que realizó el propio feminicida de sus crímenes. No incluimos todo el material por respeto a las familias de ellas, pero también por la crudeza de las mismas”.
Subrayó que el dinero que se recaude de este libro, publicado por Editorial Grijalbo, se destinará completamente a la Fundación Origen, de apoyo a mujeres.
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Expuso que la investigación, el reportaje, evidencia cómo el esposo de Reyna González Amador, el comandante de Tlalnepantla Bruno Portillo, logró en 24 horas dar con el paradero de su esposa asesinada y detener a El Caníbal, lo que no habían logrado policías, ministerios públicos ni fiscalías en 31 años.
El libro —que bien puede ser un manual universitario de enseñanza periodística sobre cómo se deben reportear los terribles casos de feminicidios y asesinos seriales— también muestra cómo sólo tres de las víctimas lograron una justicia incipiente al decretarse cárcel vitalicia contra el criminal que usaba una máscara, como el personaje de ficción de la película El Silencio de los Inocentes, Hannibal Lecter.
También expone la forma en que el resto de las evidencias, que involucran a medio centenar más de mujeres asesinadas, ya no fueron investigadas por la Fiscalía del Estado de México, que decidió ya no indagar en otras dos casas del criminal donde también había evidencia de sus atrocidades.
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“Ya la fiscalía tenía suficientes huesos y no sabía qué hacer con ellos”, expuso Tejado Dónde, quien reconoce que fue una “justicia incipiente, ni siquiera a medias, para las víctimas, porque sólo unos cuántos casos se investigaron. El resto de las evidencias de unas 50 mujeres más quedaron archivadas en la fiscalía mexiquense, mientras igual número de familiares las siguen buscando. Ni siquiera la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas de la Secretaría de Gobernación solicitó los expedientes”.
Recordó que el equipo de colaboradores, que no cobraron un peso, al estar en contacto con evidencias como el álbum con fotos de las víctimas “sentíamos que tocamos al Diablo”, el miedo, la mala vibra que provocan las imágenes, las descripciones del asesino serial.
Temas como el canibalismo y el perfil sicológico de Andrés Mendoza Celis —oriundo de Oaxaca, quien aprendió el oficio de carnicero y actualmente purga tres condenas de cadena perpetua en el Centro de Reinserción Social de Tenango del Valle— son expuestos por Tejado Dondé con un enfoque de respeto a las víctimas, sin caer en la nota roja o en el amarillismo.
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Autor de columnas y artículos en materia de telecomunicaciones y negocios, Tejado Dondé bajó al infierno del true crime para exponer cómo en una colonia de 20 mil habitantes El Caníbal se escondió por tres décadas y afinó sus métodos criminales, apoyado por presidentes municipales que le dieron el cargo de gestor para repartir apoyos sociales, para convertirse en el mayor feminicida del país y del mundo.
“No encontramos en nuestras investigaciones un caso parecido a nivel mundial e incluso el FBI en sus instalaciones de Virginia, Estados Unidos, utiliza los videos que grabó El Caníbal para estudiar el perfil sicológico de cómo actúan los asesinos seriales, los sicópatas”, mencionó el periodista.
“Fue un caso que se trató de esconder por parte de las autoridades, que afortunadamente derivó en una serie de reformas —la Ley Reyna—, aprobadas por unanimidad en el Congreso y que buscan proteger a las mujeres con una fiscalía incapaz, que revictimiza, pero también (...) al final un juez dio un veredicto impecable que sentenció y ordenó profundizar las investigaciones, y que el Ministerio Público incumplió.
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