Sólo 7% de los niños recibe durante sus primeros tres años de vida y 38 de cada 100 en México no cursaron preescolar antes de comenzar la primaria, revela el estudio Aprender parejo: hacia la construcción de una agenda educativa 2024-2030.

“Entre más pronto se inicie el recorrido educativo de niñas y niños, más oportunidades tenemos de reducir las brechas de desigualdad”, destaca el documento elaborado por la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey y México Evalúa. Señala que pocas personas en el país saben que la educación durante la primera infancia, ya sea dentro o fuera de una escuela, es decisiva para desarrollar habilidades durante toda la vida.

“Constatamos la existencia de distintos y temores que es necesario sortear antes de que las familias consideren comenzar la trayectoria de sus hijas e hijos desde la educación inicial.

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“Esta es un área que necesita ser considerada. Y es que muchas mamás y papás desconocen la importancia de la atención educativa en los primeros tres años de vida. Para ellos, es necesario desplegar políticas de difusión y concientización.

“En estas políticas se requiere de una participación amplia de instancias de gobierno. No puede dejarse como hasta ahora, y limitadamente, solo al sector Salud porque ha mostrado ser insuficiente. Tampoco se trata de solamente tener brigadistas visitando casas, como hace limitadamente el Consejo Nacional de Fomento Educativo, sino concertar una estrategia que incluya a todos los órdenes de gobierno, sociedad civil y medios de comunicación”, considera Daniel Hernández, profesor investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey.

Considera urgente que la sociedad reconozca e impulse las acciones de educación temprana, pues la evidencia indica que favorece la comprensión cuando se empieza a leer, el pensamiento analítico y, por el lado socioemocional, el desarrollo de rasgos de carácter para aprender y para ser mejores ciudadanos.

El académico asegura que un niño o una niña que no tenga atención en sus primeros tres años de vida, “tendrá un desarrollo cognitivo más lento que otros infantes, lo que puede reflejarse en menor vocabulario, agilidad de lectura y comprensión de lectura en los primeros años de primaria, lo que se acumula en rezagos de aprendizaje a lo largo de la trayectoria educativa”.

Según el Pacto por la Primera Infancia, que integran a alrededor de 500 ONG, entre la gestación y los primeros cinco años de vida ocurre el periodo más crítico de las personas porque se desarrolla la arquitectura cerebral y los sistemas metabólicos más importantes del cuerpo.

“Nuestra capacidad de aprender, resolver problemas, planear, esperar, regularnos, empatizar e incluso amar dependerán de lo que nos ocurra en esta etapa de la vida. La probabilidad de sufrir enfermedades crónicas, incurrir en adicciones, conductas antisociales o de riesgo, cometer delitos o actos violentos también incrementa o disminuye según lo que se viva en nuestros primeros años”, destaca.

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Marco Fernández, coordinador del estudio, puntualiza que no recibir atención educativa en los primeros tres años de vida pone a la persona en desventaja, pues a esa edad comienza el desarrollo del lenguaje y la socialización.

Lo preocupante, resalta, es que estos beneficios “son desconocidos allá afuera entre la mayoría de la gente. Hay que tomarse en serio el poder estudiar, el poder tener servicios educativos desde temprana edad. La gente normalmente dice: ‘¡Ay, pero si están muy chiquitos! No importa’. Eso es clásico”.

Agrega que el problema también radica en que aun cuando el Estado ya reconoció la importancia de empezar desde temprano a brindar servicios educativos, “no hay espacios ni personal capacitado suficientes para atender ese tipo de opciones educativas. Y correríamos el peligro de que se vuelvan sólo guarderías.

“Generalmente, en el tema de la educación inicial, o también denominada primera infancia, muchas veces se pone el énfasis en la cuestión de cuidados, de salud, pero no se observa que es una cuestión integral, que si esto no está acompañado de la parte educativa, los beneficios se limitan.

“Por eso sí se tiene uno que tomar en serio la parte educativa, pero obviamente hay un montón de retos presupuestales, de formación y capacitación de personal suficiente para poder hacer esto una realidad. Pero de algún lado tenemos que empezar porque sí existe un problema serio de cobertura de este tipo de servicios en la mayoría de los niños y niñas de este país”, aduce.

Para Paulina Amozurrutia Navarro, fundadora y coordinadora nacional del organismo civil Educación con Rumbo (ECR) hay desconocimiento hasta del manejo de los términos. Argumentar que no debería ser una estimulación temprana, sino educación inicial.

“Así lo deberíamos de ver porque en los primeros años de vida se generan todas las habilidades blandas indispensables para la educación formal”, menciona.

“Un grave problema de nuestra educación en el país es que no vemos en muchas ocasiones desde casa la necesidad de generación de estas habilidades y por ende no mandamos a los niños a la escuela. Y por otro lado, no hay el espacio para que el grueso poblacional de los niños puedan tener esta educación”.

Desde su perspectiva, “es necesaria la implementación de una estrategia centrada en la primera infancia, en la que se pueda generar una red de estancias y escuelas que permitan que entren con un piso parejo para todos”.

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