“Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, asegura el presidente Andrés Manuel López Obrador mientras fija la mirada en una de las estampas religiosas que sacó de su billetera y siempre lleva consigo. Son sus guardaespaldas contra el coronavirus, argumenta.
—¿Es el Sagrado Corazón?, —se le pregunta al mandatario en su conferencia mañanera.
—Ya ustedes averígüenlo. Aquí está otro. Miren, es que me dan; son mis guardaespaldas”, presume la víspera de la entrada de la segunda fase por el Covid-19.
“Esto es muy común en la gente y tengo otras cosas porque no sólo es catolicismo, también religión evangélica y libres pensadores que me dan de todo y lo guardo, porque no está demás”, dice.
“Detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo, pero no hay ni siquiera enemigos, son adversarios, yo no tengo enemigos, ni quiero tenerlos”, repite el mandatario para luego presumir a sus otros guardaespaldas.
De su cartera sacó un billete de dos dólares que le regaló un migrante, comenta. El presidente López Obrador también busca un trébol de cuatro hojas que le regaló el señor del restaurante de mariscos El Porvenir, en Tampico, Tamaulipas.
“Es muy importante [el restaurante] porque está enfrente del panteón y hay un letrero. Siempre lo traigo, pero ahorita no lo encuentro”, lamenta.
Desde la campaña en 2018 y ya como Presidente de México, López Obrador siempre lleva consigo en su cartera sus amuletos.
Ayer por tercer día consecutivo la única medida sanitaria para entrar al Salón Tesorería es la aplicación de gel antibaterial; los reporteros, camarógrafos y fotógrafos trabajan codo a codo, la sana distancia no existe. No obstante, se pudo constatar que periodistas y trabajadores de Palacio Nacional evitan saludarse de mano.
El Mandatario federal continúa su día con normalidad, incluso al celebrar el 82 Aniversario de la Expropiación Petrolera en la sede de la empresa en la Ciudad de México, ignoró las recomendaciones de sanidad como no saludar de beso y de mano para evitar el contagio del coronavirus.
López Obrador saluda de beso a las secretarias de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y de Energía, Rocío Nahle; así como a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
En tanto que al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, y al director Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, los saluda sólo de mano.
En contraste, el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, extiende el puño derecho a la secretaria Nahle García y a Sheinbaum Pardo para evitar el saludo de beso y mano, quienes, con una sonrisa, le responden de igual manera.
Al despedirse, el Presidente besa en la mejilla a la jefa de Gobierno y reparte apretones de manos a Lázaro Cárdenas Batel y a Durazo Montaño, así como al secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, y al director de Pemex.
Al acto asistieron 800 personas, entre invitados y empleados, pero sólo se repartió gel antibacterial en la entrada.
El pasado 28 de febrero el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, recomendó al Titular del Ejecutivo federal que ante la presencia del Covid-19 era preferible no dar besos y abrazos en sus actos públicos ni en sus giras por la República , pero el Presidente no ha hecho caso.