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Culiacán.— La capital de Sinaloa amaneció con los vestigios de una guerra: cuerpos tirados en avenidas, vehículos incinerados, una semiparalización de las actividades comerciales, bancarias, de servicios públicos y privados. El ambiente tenso no mejoró con los rayos del sol, aquí el miedo se enraizó en la tierra.
Por primera vez en la historia de esta ciudad, adaptada a una violencia que data de hace más de seis décadas —debido a la pugna por el control de los cultivos ilícitos y su comercialización— sus habitantes asumieron prácticamente un toque de queda, se resguardan en sus hogares.
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Una sensación de inseguridad invadió a la población por los hechos registrados la tarde del jueves pasado, derivados del frustrado intento por capturar a Ovidio Guzmán López, hijo del segundo matrimonio de Joaquín El Chapo Guzmán.
La jornada de violencia se vivió en sus calles: fueron bloqueos con vehículos despojados e incendiados; continuos enfrentamientos entre grupos armados; hombres con rostros cubiertos, quienes silenciaron con sus armas a la ciudad, a pesar de la presencia de fuerzas federales y elementos de la Policía Estatal.
Tras los daños, las clases y los servicios que presta el gobierno del Estado se cancelaron. Las sucursales bancarias cerraron sus puertas, al igual que grandes centros comerciales y pequeños abarrotes. El silencio también se hizo en algunos expendios de gasolina, que cerraron sus cortinas sin ningún aviso, ante el temor de que la violencia volviera a aparecer en las calles de Culiacán.
Calles tapizadas de muerte. A media mañana, personal de Tránsito, con grúas y plataformas, inició el retiro de decenas de vehículos de todos tamaños que fueron colocados como barricadas e incendiados por grupos armados que se enfrentaron a los cuerpos de la policía y el Ejército.
Sobre la avenida Enrique Sánchez Alonso, en el Desarrollo Tres Ríos —muy cerca de donde un convoy del Ejército y la Guardia Nacional penetró a una vivienda y retuvo de forma momentánea al hijo de Joaquín Guzmán Loera—, aún se encontraban cuerpos tirados.
La zona donde se ubican los restaurantes, bares y discotecas de moda en Culiacán fue acordonada por el Ejército, la Marina y la Policía, en protección de los peritos forenses de Fiscalía General del Estado, quienes iniciaron los trabajos de recolección de cuerpos.
Casi a la entrada de un negocio de lavado de autos se apreciaban los cuerpos de tres jóvenes, estaban junto a una camioneta color blanco, doble rodada, la cual fue impactada por una unidad del Ejército que porta la matrícula 0808302, con una lona del Plan DN-111
En las cercanías de un restaurante, a cien metros del autolavado, en el mismo carril de Sánchez Alonso, fueron ubicados dos cuerpos más, uno de ellos portaba un chaleco. Muy cerca, un arma de fuego permanecía como evidencia de muerte.
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Los peritos en Criminalística descubrieron en la cajuela de un vehículo abandonado el cuerpo de un joven, quien fue identificado por una mujer que dijo ser su madre, como José Guadalupe “N”.
“Yo no tengo pacto con nadie”, fue la respuesta que dio el gobernador del estado, Quirino Ordaz Coppel, al término de la reunión del gabinete de seguridad, al establecer que de forma paulatina se reanudaría el servicio del transporte urbano en la ciudad.
Afirmó que con el apoyo de la Federación se asumió el control de la seguridad en la capital del estado, en espera del arribo de refuerzos militares para evitar posibles brotes de violencia como los que se vivieron.