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El haitiano Didi cruzó todo Sudamérica durante un mes, sobrevivió a una caminata de una semana en la Selva del Darién, en Panamá y ahora con una navaja, unas tijeras y un banco es uno de la decena de peluqueros de paisaje en la Plaza Juárez , en el centro de Tapachula.
“Llegué hace un mes con mi familia desde Brasil donde trabajaba colocando pisos de cerámica. Aún no inicio mis trámites migratorios porque voy a esperar que haya menos gente en las oficinas”, comenta a EL UNIVERSAL mientras corta el cabello a otro haitiano en esta ciudad fronteriza de Chiapas que se ha convertido en la sucursal de Puerto Príncipe por el ir y venir de caribeños.
“Salí de Brasil porque en los últimos años escaseó el trabajo para los extranjeros, para los haitianos. Muchos llegaron como albañiles en la construcción de estadios para el Mundial, pero ahora la situación económica es diferente”, dijo a El Universal.
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“Cobró 100 pesos por cortar el cabello. A veces menos, 50 o 70 cuando no tienen dinero o a los niños y las mujeres que cortan el cabello, peinan y hacen trenzas cobran 200 pesos, porque se tardan más de dos horas y se necesita mucha paciencia”, señala el haitiano de 35 años de edad quien enfundado en una playera azul y con unas largas rastras diseña sobre las cabezas de sus paisanos, pero también de venezolanos, cubanos y uno que otro mexicano.
El y sus familia son parte del éxodo de decenas de miles de haitianos que no viene directamente de la isla y que trabajaron por años en Brasil, Chile o Colombia y que ahora buscan el sueño americano a pesar de las políticas restrictivas impuestas desde el gobierno de Donald Trump con el llamado Título 42 y que la Corte de Estados Unidos mantiene vigente.
“Viajamos durante un mes desde Brasil hasta Tapachula, caminando, en buses y nos costó 3 mil dólares. Lo más peligrosos fueron las serpientes en la selva de Panamá. Ahí caminamos durante una semana, muchos se quedan ahí, se mueren, no aguantan el paso. Se han quedado ahí, niños, mujeres, hombres”, relató.
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El llamado “Tapón o Selva del Darién” es la región panameña fronteriza con Colombia por donde cruzan unos 100 kilómetros los migrantes que vienen del Sur de América hacia México, donde enfrentan no sólo a la fauna de animales como serpientes, alacranes y jaguares, sino también a guerrilleros, paramilitares, grupos criminales que los asaltan y a las mujeres las violan. La organización Médicos Sin Fronteras documentó alrededor de 400 casos de abusos sexuales desde abril del 2021 a octubre del 2022.
“Quiero llegar a Estados Unidos. Allá tengo familia, pero por lo pronto, los meses que esperaré voy a trabajar de barbero para pagar el cuarto que rente en 3 mil pesos mensuales y para dar de comer a mí familia”, señala el joven haitiano sonriente.
La Selva o Tapón del Darién se ha convertido en una aduana mortal para miles de migrantes. La Organización Internacional para la Migración (OIM) calcula en 2021 murieron más de 50 personas que buscaban llegar a México desde Venezuela y otros países. Un conteo preliminar señala que en el 2022 la cifra es superior a los 30 fallecidos.
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