“Hoy grito y salgo a las calles por las madres e hijas que van a pasar solas el 10 de mayo, porque fueron víctimas de feminicidio”, gritó una de las feministas frente a Palacio Nacional, mismo que, en esta ocasión, sólo se cercó con un numeroso grupo de , ante las mujeres que pedían justicia para todos los huérfanos y todas las madres que buscan a sus hijos, así como por las víctimas de feminicidio.
Horas antes, en el Monumento a la Revolución, un grupo convocado por el colectivo Brujas Encapuchadas comenzó a organizarse y prepararse, no sólo para marchar, sino para colocar en el suelo frente a este monumento algunas cruces de papel rosa con nombres de víctimas de desaparición y feminicidio.
“¡Aquí nadie las olvida, las mujeres siempre vamos a salir a las calles a pedir justicia por ustedes!”, gritaron las mujeres al colocar las cruces mientras repetían los nombres a los que, a manera de pase de lista, se les respondía con un: “¡Presente!”.
Al principio, el contingente se conformaba por un grupo de no más de 20 mujeres encapuchadas; y después de las 14:30 horas comenzaron a llegar más manifestantes: “No que no, sí que sí, ya volvimos a salir”, se escuchó a lo lejos. Ya al arribar al punto de encuentro, se podía ver a los otros grupos de mujeres, algunas vestidas de negro, otras de morado, todas con pancartas y listas para unir sus voces a la exigencia de justicia.
A más de un mes de que el último colectivo feminista marchara del Monumento a la Revolución al Zócalo, y a casi dos meses del muro colocado alrededor de Palacio Nacional con motivo del Día Internacional de la Mujer, un grupo conformado apenas por 80 mujeres estaba listo para volver a las calles a alzar la voz.
“Las madres, las que no vienen encapuchadas, al frente por favor, las del bloque negro, a los lados para acuerparlas”, organizaban las chicas, mientras alrededor del monumento se preparaba también un gran número de mujeres policías con sus cascos y escudos.
“Les pedimos perdón a todas las mujeres que han matado a lo largo de la historia y que nadie había defendido, perdón porque no salimos cuando en el pasado se comenzaron a colocar las cruces rosas en el norte del país, les pedimos perdón por despertar tarde, éramos muchas con deseos de justicia y hoy estamos reunidas aquí; de ahora en adelante nadie nos va a callar”.
Lo anterior fue uno de los fragmentos de los escritos que recitaban las feministas del colectivo. Luego dieron paso al minuto de silencio en memoria de las mujeres desaparecidas y de las víctimas de feminicidio.
Pocos metros adelante, rumbo al Zócalo, las feministas recordaron a los muertos del accidente acontecido el lunes pasado en la línea 12 del Metro: “¡Olivos no cayó, el gobierno lo tiró!”, “¡Ni perdono ni olvido!”, con lo que pidieron al gobierno justicia por las personas fallecidas.
Entre el temor a ser encapsuladas por las policías que superaban en número a las feministas, el contingente avanzó rápido por avenida Juárez y después tomó ruta por la calle Madero, famosa por estar llena de comercios, mismos que no habían cerrado sus locales, confiados porque las autoridades siempre llevan a los manifestantes por otra calle.
Armadas con martillos y pintura, varias feministas comenzaron a romper vidrios y pintar paredes de los comercios; y en medio del temor a ser rodeadas por las Ateneas y que éstas les impidieran seguir hasta el Zócalo, el contingente se dispersó, pero de poco sirvió, pues las Ateneas las lograron rodear.
El contingente que iba al frente dio la orden de regresar y tomar una calle alterna: “Corran que ya nos encapsularon, corran antes de que vayan a bloquear la otra salida y no nos dejen llegar al Zócalo”, gritaron mientras corrían.
Al llegar al Zócalo y para sorpresa de las policías que corrieron para resguardar el Palacio Nacional, las feministas ya se hallaban sentadas frente a ellas y comenzaron a leer poemas dedicados a las madres que buscan a sus hijas, a las hijas que lloran por sus madres víctimas de feminicidio; contaron historias de violencia que ellas mismas habían sufrido y nombraron a las víctimas de las protestas en Colombia.
Para cerrar su movilización, cantaron la Canción sin miedo, y al grito de “¡Justicia!” aplaudieron y pidieron al gobierno, nuevamente: “¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!”.