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Poza Rica, Veracruz.- El Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, una de las principales vías de tránsito en Poza Rica, fue convertido por sus habitantes en un “corredor de la solidaridad” donde, por las tardes y noches, vecinos damnificados intercambian comidas calientes, bebidas, ropa y artículos de aseo personal.
Entre muebles hinchados de agua, montones de basura y olor agrio de descomposición, familias no pierden el ánimo, ni la esperanza, y se reúnen para repartir entre la comunidad lo que cada familia puede donar. “Aunque sea un granito”, dijeron a EL UNIVERSAL.
“No hay mala ayuda, ni que no alcance, así sea un vasito de atole de maicena o una torta de chicharrón, nos damos la mano entre vecinos”, asegura Magdalena Martínez, vecina de la colonia Las Gaviotas, que aunque perdió el techo de su casa y muebles, llevó arroz, sopa y atole para los voluntarios que participan en labores de remoción de escombros y otros damnificados.
Las mesas están hechas con tablones rescatados de las casas. Algunas donaciones están puestas en el piso o sobre cubetas y los alimentos provienen de aportaciones particulares que llegan de familiares que trajeron apoyo desde Tihuatlán, Álamo o Martínez de la Torre.
Algunos comerciantes locales también entregan pan, tortillas o garrafones de agua. “Aquí nadie se queda sin comer, aunque sea un taco con frijoles”, comentó Rubén Borja, un taxista que aportó con unos botes de café para la colecta.
Otras personas colocaron carpas con letreros donde se lee: “Se recibe ropa, comida o agua. Productos de aseo y donaciones. Te amamos Poza Rica”.
Los habitantes aseguran que, desde el desbordamiento del Río Cazones, las autoridades solo acudieron durante la visita de la gobernadora Roció Nahle y la Presidenta Claudia Sheinbaum.
Sin embargo, en diferentes calles aledañas al bulevar, elementos del Ejército mexicano que se encuentran desplegados con el Plan DNlll realizan labores de arrastre de objetos pesados, cortan ramas de árboles, recogen cables caídos, arrastran basura y platican con los pobladores.
A ellos, los solidarios también los alimentan con tortas. “¡Recíbeme una torta! ¡Ándale!”, le grita una señora a los soldados.
Entre los vecinos, la organización se mantiene sin jerarquías, pues unos cocinan, otros limpian, otros recolectan víveres o revisan casas aún anegadas.
El corredor se volvió punto de encuentro y refugio, un espacio de comunidad donde los pozarricenses resisten con lo que tienen.
“¡Hay para todos!, ¡Fórmense, fórmense, que mañana les traemos más!”, anunció por altavoz un comerciante de la Central de Abastos de Puebla que llegó con un camión lleno de donaciones aportadas por otros vendedores.
mahc