Querétaro, Qro.— Aunque las diferencias se mantienen, el 106 Aniversario de la Constitución de 1917 fue el día en que por fin estuvieron juntos los titulares del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
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El majestuoso Teatro de la República, donde los constituyentes de 1917 promulgaron la Carta Magna que nos rige hasta nuestros días, fue el epicentro de este cónclave de carácter republicano e institucional.
Una mañana fría en la capital queretana, pero con los ánimos al rojo vivo. El presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel (PAN), llegó caminando al histórico inmueble y lanzó: “Listo [para emitir su discurso], va a hacer calorcito”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a las 10:33 horas al Teatro de la República, saludó a la escolta de Bandera y luego avanzó hacia el presidente del Senado, Alejandro Armenta Mier (Morena), siguió con la presidenta de la SCJN, Norma Lucía Piña Hernández, —en su primer encuentro público—, y con el presidente del Congreso de la Unión, Santiago Creel (PAN).
“¿Cómo están?”, preguntó al tiempo que a cada uno saludó con un apretón de manos. Luego sin esperarlos, junto al presidente del Senado, dio sus primeros pasos por el pórtico del inmueble y el vestíbulo.
Al ingresar, de buen humor, bromeó con los exgobernadores queretanos Enrique Burgos (PRI) y Francisco Domínguez (PAN) al señalar que “cada vez [están] más jóvenes”. Hubo risas de los presentes.
Antes, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, aprovechó la “cargada” de selfies junto a las gobernadoras de Colima, Chihuahua, Guerrero, Campeche, Quintana Roo, Baja California, así como con los gobernadores de Chiapas, Morelos, Nuevo León, Puebla y Tamaulipas. Mientras, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se mostró institucional, saludando a sus compañeros de gabinete. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, no asistió, se dijo, por una fuerte gripa. Sólo acudieron dos de las tres corcholatas presidenciales.
El primero en abrir los discursos fue el anfitrión, el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri. El Presidente siguió atento el mensaje del panista, con quien ha reconocido diferencias ideológicas, pero a quien respeta como a pocos políticos del que llama “bloque conservador”.
Esa misma atención y volteándola a ver por casi toda su intervención, el Ejecutivo dedicó a la ministra Norma Lucía Peña, quien asumió el cargo en la SCJN en enero pasado, y de la que el Presidente ha dicho que es una Corte en la que “no confía”, porque sus integrantes vienen del pasado régimen.
El diputado Santiago Creel recriminó al Ejecutivo su plan B de reforma electoral. Sin voltear a ver al legislador de oposición, el Presidente sacó de su bolsillo una lámina refrescante que se llevó a la boca, como para quitarse el sabor amargo de las protestas del panista, a las que restó importancia.
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No lo miró y dirigió en cambio su atención hacia las lunetas y balcones del teatro.
Pese a estar en tierras panistas, el Presidente jugó de local y fue el más aplaudido (en cinco ocasiones); incluso Creel y la ministra blandieron palmas cuando leyó el transitorio constitucional que obliga a los gobiernos a entregar la pensión universal a adultos mayores, personas con discapacidad y estudiantes pobres.
Sin engancharse en los reclamos, el Presidente sólo miró a Creel y Piña cuando señaló que, a diferencia del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, ahora la corrupción es un delito grave. Ayer la ley suprema los reunió, pero las diferencias persisten…
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