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Como todos los días, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó apresurado al Salón Tesorería de Palacio Nacional y lanzó su tradicional: “Buenos días. Ánimo”. Pero poco le duró la tranquilidad y la alegría, porque vino la molestia, los reproches, las acusaciones y las reflexiones sobre el final de su sexenio.
Ataviado en un traje azul y corbata a rayas, López Obrador contestó desde su atril presidencial cuestionamientos de algunos “periodistas” que se dedicaron a exaltar su figura durante el sexenio, en lo que se consideró: “un ejercicio de comunicación circular”. Varios de ellos aprovecharon la última mañanera para despedirse, agradecerle el trato a sus medios e, incluso, para desmentir que recibían línea del vocero de Presidencia, Jesús Ramírez.
La conferencia transcurría tranquila en el Salón Tesorería, hasta que se le vino a la mente Genaro García Luna y el expresidente priista Ernesto Zedillo, a quien calificó de “corrupto”. “Era un ídolo de la oligarquía, porque la salvó de la crisis económica, financiera, al convertir las deudas de unos cuantos en deuda pública, con el Fobaproa”.
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López Obrador mostró un video del exmandatario del PRI en un evento en el que cuestionó las decisiones tomadas en este sexenio y recordó que Zedillo dijo que si se redujo la pobreza en su gobierno fue porque durante la pandemia murió la población en esta situación.
“Qué bueno que no somos iguales, cada quien que siga su camino y ahí la lleva, van bien”, expresó al lamentar la muerte de cinco personas por el huracán John en Guerrero.
“Es un honor estar con Claudia hoy”, soltó.
El ego también llegó a la mañanera al declarar: “Yo tengo que agradecer al creador y a la suerte de que no cometí muchos errores, sí se cometieron, pero no muchos, porque nuestros errores se magnificaban, pero con todo”.
El Mandatario, que en dos días deja la Presidencia de México, no dejó ir la oportunidad para arremeter también contra los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón, a quien otra vez acusó de haberle robado la Presidencia de México en 2006. Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze no se le escaparon.
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También arremetió contra el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, a quien exhibió por haber cuestionado a Morena, en el marco de la discusión de la reforma a la Guardia Nacional, si estarían dispuestos a tipificar el “narcoterrorismo” con colaboración internacional. “Yo me pregunto si la intervención del dirigente del PAN salió de él o de parte de quién”, dijo.
Tampoco dejó ir al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, por sugerir que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, es “manipulable” por él, tras decidir no invitar al rey Felipe VI a su toma de protesta el próximo 1 de octubre.
Como en la mayoría de sus conferencias en estos seis años, en la última volvió a atacar a los medios y a decirse víctima de un “bombardeo” en su contra.
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Celebró que ya se aprobó en 21 Congresos locales la reforma a la Guardia Nacional, para que esté adscrita a la Sedena, así como la reforma de pueblos indígenas.
Subrayó que no hay ningún fundamento legal para que se pueda detener la reforma al Poder Judicial ni el proceso electoral, ante las suspensiones otorgadas por jueces.
El Presidente estaba de buen ánimo, hasta que al final explotó cuando le cuestionaron si ve a alguno de sus hijos en la Presidencia de México.
¿Hacia futuro no se ve usted con un hijo en la Presidencia? ¿Le gustaría?, le preguntó la reportera de Proceso, Dalila Escobar.
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“No, eso es futurismo corriente, barato, vulgar, cada quien tiene que labrarse su propio destino”, respondió al lanzarse contra la revista.
“Todos tienen posibilidades, pero la pregunta tuya es la que fomentan los conservadores reaccionarios”, dijo al insistirle sobre un hijo en la Presidencia.
Reflexionó sobre su retiro y dejó abierta la posibilidad de declarar “misión cumplida” el 30 de septiembre en Palacio Nacional, cuando haga un convivio con los asistentes a su mañanera, con “fiestón” y “bailongo”.