Para algunas ONG, ser niña, niño o adolescente en México representa un riesgo. De acuerdo con cifras oficiales procesadas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), las y no localización de personas menores de edad, en su mayoría niñas y adolescentes, van en aumento. En los últimos 10 meses de 2024, ese ilícito creció 37.1% con respecto al mismo periodo de 2023, al pasar de mil 549 casos a 2 mil 125.

De enero a octubre de 2020 se reportaron 942; en 2021, mil 244; 2022, mil 144, y para 2023 esa cifra se elevó a mil 549, llegando a los últimos 10 meses de 2024 a 2 mil 125.

El organismo internacional revela que en el primer semestre de este año los estados con el mayor número de casos de agresiones dolosas contra la infancia y la adolescencia fueron el Estado de México, con 1781; Guanajuato, 745; Nuevo León, 749; Veracruz, 365, y Jalisco, 317.

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“Ser niña, niño o adolescente en México ya representa un riesgo porque la reducción de recursos para responder a los factores que han incrementado la violencia en contra de ese sector poblacional es crítico. Aquí hay un tema de que si tú haces algo, no pasa nada, es un mensaje de impunidad”, resalta Malcom Aquiles, director de Incidencia en Políticas Públicas y Movilización de World Vision, una organización civil con sede en Reino Unido.

Externa que la violencia contra la infancia y la adolescencia en el país requiere acciones de prevención, pero también del funcionamiento de las instituciones para atender cuando se presentan casos y evitar que se repitan.

Comenta que “si hablamos de 10 denuncias, probablemente dos tienen carpetas y una de ellas tiene un plan de restitución de derechos. Eso para mí es como un mensaje muy claro para las personas adultas, que dice que ‘si tú haces algo, si tú agredes a una niña, niño o adolescente, no pasa nada, aquí no pasa nada, no hay ninguna consecuencia’”.

De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, durante 2023 diariamente se reportaron 25 personas desaparecidas, no localizadas o localizadas de entre cero y 17 años.

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La Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas contiene un capítulo de disposiciones generales para personas desaparecidas menores de 18 años.

En este capítulo se establece que “las niñas, niños y adolescentes respecto de los cuales haya noticia, reporte o denuncia de que han desaparecido en cualquier circunstancia, se iniciará carpeta de investigación en todos los casos y se emprenderá la búsqueda especializada de manera inmediata y diferenciadas”.

Juan Martín Pérez, coordinador regional de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, menciona que entre las principales razones de la desaparición se encuentran la leva del crimen organizado para engrosar sus filas, junto con la trata de personas. “En toda guerra, las mujeres se convierten en objetos y trofeos, entonces para tener contentos a los sicarios, estos grupos criminales crean sus propias casas de explotación sexual”, comenta.

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Y reitera convencido que “la desaparición es la puerta de entrada a otros crímenes. Un niño, una niña o un joven desaparecido puede ser víctima de explotación sexual, de tortura, de explotación laboral; las chicas, víctimas de feminicidio, y los hombres, víctimas de reclutamiento, usados para cometer crímenes atroces”.

José Antonio Ruiz, oficial nacional de Protección de UNICEF México, menciona que en la primera Conferencia Ministerial Global para Poner Fin a la Violencia contra la Niñez, llevada a cabo en noviembre pasado en Bogotá, Colombia, se analizaron las evidencias de lo que funciona para evitar delitos contra la infancia y la adolescencia en el país, como el acceso universal a programas de crianza positiva, designados para prevenir toda forma de abuso, violencia y negligencia.

Una opción que podría funcionar en el caso de México.

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“Esta intervención permite no normalizar la violencia, generar habilidades para reconocerla y rechazarla, y que niñas, niños y adolescentes puedan crecer en espacios seguros y protegidos. Cuando existe violencia, la familia, las infancias y las adolescencias son más vulnerables a vivir otras formas de violencia en otros espacios, y a repetir los actos de violencia de los que han sido objeto”, comenta.

Añade que la violencia contra las niñas, niños y adolescentes causa un impacto negativo en su bienestar, desarrollo físico y emocional, y en su integridad.

Se les expone, agrega, a graves formas de vulneración de sus derechos fundamentales, incluyendo el maltrato, la explotación sexual, la desaparición, la trata de personas, el desplazamiento interno, el secuestro, el reclutamiento por parte de grupos armados y la muerte.

“Desafortunadamente, en México, al igual que en muchos países de la región de América Latina, [los niños y adolescentes] están expuestos a múltiples formas de violencia en los diferentes ámbitos de su desarrollo, incluyendo el individual, familiar, escolar, comunitario y social”, expone.

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