Tania es una mujer trans que a sus 32 años se siente orgullosa de ser quien es. Sin embargo, detrás de su rostro tímido se oculta la historia de alguien que vio su adolescencia marcada por el alcoholismo y por pensamientos suicidas que la hacían creer que no tenía razones para vivir. Hoy, aunque con nervios, habla con soltura, mueve las manos y pese a que en ocasiones la voz se entrecorta o se le enredan las palabras, narra su historia de cómo fue convertirse en quien es.
Comenzó a beber a los 17 años. Fueron los problemas familiares los que la orillaron a acercarse al alcohol y las drogas desde temprana edad. Su alcoholismo inició por el puro gusto de convivir con sus amigos o su familia, hasta que beber dejó de significar aquello y empezó a hacerlo en exceso hasta el grado en que ella sola ya no pudo parar.
Beber le daba seguridad, le permitía pertenecer a círculos que le imprimían identidad, pero eso no la llevó más que a su “destrucción”, porque cuando su problema se agravó, comenzó a robar a su familia para solventar su vicio.
De ahí, su situación sólo empeoró. Empezó a quedarse en la calle, donde vivía en calidad de indigente pero, con todo ello, se decía a sí misma que estaba bien. De vez en cuando visitaba su casa, pero no lo hacía más que para volver a robar. Fue en ese entonces cuando su familia y sus amigos la rechazaron, pues se negaban a convivir con ella porque siempre se les perdía algo, objetos que Tania vendía para seguir tomando.
Su vida se convirtió en un constante deterioro que la llevó a pisar la cárcel, a vivir a golpes y a andar a escondidas, porque algunos la buscaban para “cobrársela”. El día en que finalmente cayó en cuenta de la condición en la que se encontraba alguien le ofreció ayuda y le platicó de una organización de Alcohólicos Anónimos: la Central Mexicana. Sintió miedo. Pensaba que en aquel lugar la iban a golpear o podían hacerle algo. Se negaba a reconocer que tenía problemas de alcoholismo, pero tomó la decisión de acudir.
Llegó a Alcohólicos Anónimos con la inseguridad de ser alcohólica y una mujer trans. Tenía el autoestima por los suelos y tenía pensamientos suicidas porque sentía que ya no tenía razones para vivir.
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Una vez dentro del centro se percató de que aquel lugar no era lo que ella pensaba y vio una oportunidad para superar su problema. Hoy reconoce que llegar a Alcohólicos Anónimos fue lo mejor que pudo haberle pasado en su vida, pues comenzó a sentir que algo en ella había cambiado. Fue entonces cuando por primera vez sintió seguridad sobre quién era y vio en otros integrantes, sus compañeros de batalla, a una segunda familia.
La vida le dio muchas vueltas; siempre pensó que iba a poder sola y que nunca necesitaría de nadie, pero las cosas no siempre fueron así. Hoy, Tania es una mujer que se dedica a vender Herbalife, y pese a las circunstancias está agradecida y, aunque tímida, su entusiasmo es algo que no puede ocultar.
Luego de la plática, y más desenvuelta, Tania reflexiona sobre las cosas que le diría a alguien que está pasando por lo que ella. Se calla, vacila y entonces suelta: “Le diría que no está solo, somos muchas personas con problemas de alcoholismo, y si yo pude, ellos también pueden”.
Carlos es otra víctima del alcoholismo. Pertenece a la comunidad LGBT+, y aunque elocuente, no toda su vida fue así. Viene de una “familia de alcohólicos”, empezó a beber por su homosexualidad a los 17 años, condición que lo hacía retraerse y buscó una solución en el alcohol.
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La bebida lo hizo experimentar la felicidad por primera vez en su vida, se sentía aceptado en una sociedad que él creía que lo rechazaba por su condición sexual. Sin embargo, ese alcohol que le entregó la “aceptación social”, también lo despojó de la capacidad de controlar su consumo.
Su vicio le cobró, inevitablemente, una factura que lo hizo 20 años más viejo, pues un día, en la banca de un parque, despertó de un “sueño profundo” cuando ya tenía 38 años y para cuando sus padres ya habían muerto y parecía demasiado tarde volver a empezar.
No obstante, tras su alcoholismo, decidió acudir a la Central Mexicana, donde tuvo la oportunidad de acercarse con grupos de la diversidad sexual que le han permitido realizar labores de concientización con personas de su comunidad para que éstas no vivan lo que él, además de que lo han ayudado a expresarse de manera desinhibida y resuelta sin la necesidad de alcoholizarse.
Como Tania, Carlos también logró rehacer su vida pese a los retos que enfrentó. Hoy tiene 42 años, es comerciante y la razón que lo llevó al alcoholismo es actualmente su mayor fuerza: su homosexualidad.
Orgulloso de su proceso, insiste a los jóvenes en que no pierdan su tiempo, “porque la vida es un suspiro, hay muchas cosas por descubrir y para un problema siempre hay una solución”, señala.
Concluido el encuentro, Tania y Carlos recorren los pasillos de la Central Mexicana entre bromas, risas y fotografías de alguien que ya no es quien antes fue, en la sobriedad y el optimismo por lo que viene. Posan frente a la cámara, sonríen y entre abrazos y manos estrechadas, reconocen la importancia de dar voz a su testimonio para evitar que alguien sufra lo que ellos sufrieron.
“El único requisito es querer dejar de beber”
Juan Arturo Sabines Torres, director de la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, advirte que, de acuerdo con los datos de la Encuesta de Salud y Nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública, en los últimos años en México se ha reportado un incremento en el consumo de alcohol principalmente en adolescentes.
Ante la problemática, asegura que se ha incrementado la urgencia de contar con servicios que apoyen a la población que tiene problemas de alcoholismo en el país.
Sabines Torres apunta que en la Central Mexicana, contrario a lo que se puede pensar, se atiende a personas sin ningún distingo de religión, raza, ideología, orientación o identidad sexual o condición social, “pues el único requisito es querer dejar de beber. Cada vez hay mayor representación de diversos grupos en nuestra comunidad, porque se ha ido extendiendo el problema (...) Tenemos grupos enteramente en la comunidad indígena, grupos que sesionan completamente en una lengua especial de la región y la comunidad en la que se dan, grupos de la comunidad LGBTQ+ y población trans”, dijo.
Aunado a ello, indica que para comenzar a enfrentar el problema del alcoholismo en México se deben desplegar acciones de sensibilización y apostar por el fortalecimiento en la colaboración institucional con el objetivo de coadyuvar esfuerzos.
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Sabines Torres enfatiza que uno de los mayores retos de la organización es luchar contra los estigmas, pues “Alcohólicos Anónimos no es un centro de reclusión para nadie, no hay anexos ni internamientos, no somos comunidad profesional, somos grupos de hombres y mujeres tratando de ayudar a otros que tienen problemas con su manera de beber”.
El entrevistado invita a la población que si se conoce a alguien que tenga problemas con el alcohol le den una oportunidad de conocer la Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos, “nadie está en contra de su voluntad y no vamos por nadie, somos una comunidad de amor, de apoyo y de servicio”, reitera.
El director de la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, Juan Arturo Sabines Torres, en compañía de Francisco José Gutiérrez Rodríguez, comisionado nacional de Salud Mental y Adicciones, inauguraron ayer la 30 Semana Nacional de Información Compartiendo Esfuerzos, 90 años de amor y servicio: perspectiva de género en los grupos de alcohólicos anónimos.
Bajo el lema La diversidad es nuestra fortaleza y esperanza, Sabines Torres destaca la labor de la institución para incluir en sus programas y grupos de Alcohólicos Anónimos una perspectiva de género con el objetivo de tender la mano a quien desea dejar de beber sin distinción alguna.
“Alcohólicos Anónimos es una comunidad espiritual y amorosa. No permitimos que los prejuicios empañen la recuperación de las personas que lo necesitan y en esa necesidad de aprendizaje nos mantenemos día con día cerca de ser más incluyentes, subraya y reconoce que aunque queda mucho trabajo por realizar en la comunidad de Alcohólicos Anónimos, hay apertura para coadyuvar esfuerzos que fortalezcan la inclusión y la perspectiva de género dentro de la organización.
“Queremos llegar a todos sin ningún prejuicio, sin ningún estigma y con el deseo de extender la mano y ese es el mensaje que queremos transmitir este 2025”, precisa.
Sabines Torres expone que los programas de inclusión implementados dentro de la Central Mexicana no sólo contemplan lo concerniente a la diversidad sexual, también trabajan en materia de etnias, discapacidades motoras, auditivas y visuales, entre otras.
En su intervención, el comisionado Francisco José Gutiérrez Rodríguez relata que el alcoholismo en México “ha venido cobrando gran cantidad de vidas en la sociedad” y añade que éste representa un problema de salud pública prioritario.
“Es la droga más consumida en nuestro país y la que mayor cantidad de problemas acarrea [a la población]”, apunta.
En ese sentido, puntualiza que la implementación de principios y acciones con perspectiva de género en cualquier espacio de atención, incluidos los grupos de Alcohólicos Anónimos, son esenciales para crear entornos seguros y acogedores para la población de la diversidad sexual.