En la calzada Ignacio Zaragoza, donde los baches son tan frecuentes como los cláxones, Carlos Hernández ha encontrado un filón de trabajo. Este mecánico de 35 años de experiencia repara a las combis que sucumben al pésimo estado de la avenida.
En esta arteria del oriente de la Ciudad de México, las lluvias y los hundimientos convierten cada viaje en un riesgo, pero para Carlos, el deterioro de la avenida es una fuente constante de trabajo.
“Ellos ya conocen los baches, pero si de la noche a la mañana aparece uno nuevo, es lo que les da en la torre”, expuso el mecánico.
Cerca de la estación Tepalcates del Metro el hombre cambia la llanta de una combi dañada por un “cráter”, un encargo más en una vía donde las lluvias y los hundimientos convierten cada viaje en una odisea. En esta ocasión el afectado fue Édgar García, chofer de combi de una de las rutas de la Zaragoza, víctima de uno de los tantos hoyos de la zona.

“Venía circulando y como ahí hay varios baches, se fue y se rompió una rótula”, explicó el conductor.
El bache destrozó la llanta de su unidad, costándole al menos mil pesos sólo en refacciones sin contar la mano de obra.
Según Édgar, la avenida está gravemente afectada, y aunque las autoridades han intentado reparar algunos baches, las lluvias deshacen los arreglos, creando nuevos hundimientos y perpetuando un ciclo interminable que castiga a los choferes, a automovilistas y a cualquier persona que se traslada desde el oriente.
“Me voy a gastar más de mil pesos, por los puros baches que el gobierno no hace nada por arreglarlos”, recalcó Édgar.

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Muchos conductores, confiados en que los arreglos recientes han estabilizado la vía, caen en baches reabiertos por el agua o en nuevos “cráteres” que aparecen sin previo aviso.
Las intensas lluvias que han azotado a la Ciudad agravaron el problema reabriendo los hundimientos que dañan llantas y suspensiones.
Hace unos días, la Secretaría de Obras y Servicios de la CDMX reportó haber reparado 55 baches en la zona, pero un recorrido reciente confirmó que muchas de estas reparaciones cedieron bajo las tormentas.
Los hundimientos afectan a cientos de vehículos diariamente, con costos de reparación que suman miles de pesos para los conductores.

Para algunos el daño se acrecienta en lo económico: cada percance significa horas de trabajo perdidas y pasajeros frustrados que deben buscar otra unidad.
Luego de la reparación efectuada, Carlos está a la espera de un nuevo llamado de auxilio de otro chofer que resulte afectado por los hundimientos de la transitada avenida.