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Hace más de un mes Gustavo no entrena para mejorar su marca como atleta paralímpico. Ir a Tokio no es la única oportunidad que le ha robado la contingencia por el Covid-19, también la libertad para salir a la calle y trabajar en lo que se pueda, ya que forma parte de 60% de personas con discapacidad sin un empleo fijo.
“Soy mecánico automotriz, pero ahorita de plano no hay nada [de trabajo]. No es un empleo fijo porque dependo de los clientes.
“Al principio de la contingencia hacía trabajos en casas ajenas, limpieza o plomería, pero ahorita ya ni eso, la gente no tiene con qué pagar. Tampoco puedo vender dulces o ir a la Central de Abasto y cargar, porque ya es foco de infección”, cuenta el joven, quien vive en uno de los ocho barrios de Iztapalapa.
Según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 54% de los mexicanos que padecen alguna discapacidad motriz o intelectual se encuentra en condiciones de pobreza, y cifras de la Encuesta Nacional de la Dinámica Geográfica indican que sólo 38% de ese sector tiene participación económica.
Además, la Fundación Paralife estima que 70% de las personas con discapacidad no logran conseguir un empleo fijo, por lo que deben dedicarse a actividades informales.
“No me gusta que me vean como ‘el pobrecito, perdió su pierna en un asalto’, al contrario, en el deporte encontré otra oportunidad.
“Este año iba a poder mejorar mis marcas para ser considerado como atleta paralímpico. Mi sueño es traerle a México una medalla, pero ahorita ni una ni otra cosa. Me quedo en casa, pero hay que buscarle, sin trabajo no sé qué hacer”, dice.
El pasado 25 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que se adelantarían cuatro meses de los apoyos a menores de edad con discapacidad. Sin embargo, la mayoría de los discapacitados que viven en México son adultos mayores (52%), lo que los hace vulnerables por dos vías: su edad y su condición física.
El violinista Julio Santiago vive un panorama similar al del joven atleta. Hace 18 años, en un asalto le dieron un balazo que derivó en una lesión medular y desde entonces vive en silla de ruedas.
El hombre, de 46 años, toca en el Mariachi 2000 de Cutberto Pérez y ameniza fiestas de salón.
A pesar de que tiene un salario fijo como profesor de música en la alcaldía Iztacalco, asegura que no le alcanza para cubrir todas sus necesidades.
“Es muy poco, no me alcanza. No es queja, sé que muchas personas quisieran mi empleo, pero debo decirlo: no es suficiente, siempre he dependido de mis trabajos por fuera, ahorita vivo de mis ahorros, pero no creo que sean suficientes para toda la cuarentena”, afirma.
Dar clases de violín en línea ha sido una alternativa para Julio, pero menciona que la crisis económica se ve reflejada en el número de estudiantes que tiene.
“Sé que los papás de mis alumnos quieren ayudarme, pero la situación está canija en todas partes. Con sueldos a la mitad o con un porcentaje menor, pues pagar una clase de lo que sea es un lujo y no una necesidad”, lamenta.
Mónica Guadalajara, directora de marketing para América Latina de Ottobock, empresa dedicada a fabricar prótesis, ortesis y sillas de ruedas, mencionó que en México 6% de la población vive con algún tipo de discapacidad: “Hay gente que tiene doble discapacidad. El número más importante es la motriz, con 53%”.
En cuanto a información para protegerse del coronavirus, tanto Gustavo como Julio creen que el gobierno ha incluido a las personas con discapacidad en su estrategia, por lo que su única petición es que se visibilice la inequidad laboral.
“He recibido la información necesaria para mantenerme a salvo del coronavirus (...) El gobierno se aplicó para hacer llegar el mensaje a las personas con discapacidad. Mi único llamado sería que pongan atención en las dificultades para tener un ingreso fijo, el cual con el confinamiento se hace mucho más difícil”, concluye Julio.